Capítulo diecinueve: La luna será mi cómplice.

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~ El teléfono móvil al que está intentando comunicarse está apagado o fuera del área de servicio – Corté la llamada aún en posición fetal sobre la arena.

El agua fría me llegaba suavemente a las piernas, el ambiente estaba caluroso y necesitaba con urgencia que mi cabeza se enfriara que el efecto de los hongos pasara. Ya me estaba desesperando, me daba un miedo enorme levantarme de la arena y que todo cambiara nuevamente que me encontrara en el vació o cayendo pero, el agua ya estaba subiendo bastante, mis zapatillas estaban mojadas y no podía arriesgarme a que me tapara una ola a esta hora de la noche. La luna iluminaba gran parte del lugar pero, las nubes aparecían muchas veces de sorpresa y despertar arriba junto al barbón no era una opción en este minuto. Me levanté lentamente para volver a la casa de la fiesta, sentía mi cuerpo liviano como si flotara en el aire, por un momento pensé que quizás si abría muerto ahogado pero, lo descarte al dar el primer paso y sentir como mi cuerpo se cargaba sobre mis piernas, un peso sumamente extraño. Guardé el teléfono en mi bolsillo derecho y comencé a caminar hacia la casa, esperando que el Yelo no se hubiera ido o que la fiesta continuara para no tener que quedarme en la calle. Di vueltas a la manzana buscando las calles que no recordaba, definitivamente me había perdido así que decidí llamar al Yelo al celular, cosa que quizás debería haber hecho hace bastante rato, contestó enseguida y le conté mi situación, me dijo que lo esperara sentado que no iría en auto porque aún tenía el efecto distorsionado de los hongos pero, que no estaba lejos del lugar que le indicaba. Me senté en la cuneta ya más tranquilo, el efecto había pasado completamente o eso creía y estaba cansado. Metí la mano a mi bolsillo para guardar el teléfono cuando rocé la bolsa de coca, no me demore mucho en armar las líneas, necesitaba alegrar mi noche de todo lo que había pasado y me hubiera encantado hacerlo con un pito pero, como no tenía la dama blanca jugaría conmigo, jalé dos líneas bastante grandes y el efecto tardo en llegar pero, luego de veinte minutos ya me sentía mucho mejor, alegre y sin dolores musculares, perfecto para continuar la noche que quedaba.

– Weón, si estabas lejos – El rubio estaba frente a mí, tendiendo su mano para que me levantara y junto a el un Jaime con su sonrisa ladeada, como si se burlara de mi situación.

– Casi me muero con tus hongos Yelo – Solté ya de pie caminando a la casa, omitiendo la sonrisa que en este momento me molestaba.

– Yo igual weón nunca más, tuve que llamar al Jaime pa' que me ayudara – Hablaba alto como si no escuchara bien – Te buscamos por toda la casa, pero ya te habías ido.

– Sí, es que al principio no era tan horrible el efecto, en realidad era filete, a lo mejor consumimos mucho – Mi vista se dirigía al piso de cemento que ya no tenía ese efecto distorsionado, lo que me dejaba mucho más tranquilo.

– No sé, solo sé que no lo voy a probar de nuevo, con una me basta y me sobra, no quiero repetir esa weá de nuevo – Respondió el mas chico con una risa nerviosa.

Llegamos a la casa y todo el mundo estaba sentado en el piso formando círculos, un grupo estaba jugando con unos dados, claro que no cualquier dado, si no que era de esos sexuales que yo no quería conocer realmente, solo ver que se tocaban unos a otros me quitaba todas las ganas. Había otro grupo más pequeño jugando con una botella y por lo que se veía el juego solo contenía besos, besos simples que yo no tendría problema alguno en dar, me invitaron a tomar asiento y me senté entre dos chicas que parecían menores de edad, pensé si sus padres sabrían donde estaban y en el estado en el que se encontraban. Pensaba que jugaría solo con este grupo pero para mi sorpresa alguien más quería jugar a lo mismo, Jaime se sentó frente a mi y el yelo se nos unió muy rápido, el ambiente era bastante grato, el grupo era muy simpático y en total éramos como 15, a la quinta vuelta de la botella aún estaba invicto, al igual que el Jaime, Yelo por su lado había salido tres veces. Todos estaban ebrios y drogados, las risas contagiosas de este y el otro grupo tapaban la habitación sin mueble alguno en la que estábamos pero, mi suerte se acabo cuando la botella se detuvo apuntándome. Una parte de mi quería que saliera el Jaime pero, otra pedía que mantuviera un poco mi orgullo, para mi suerte salió el Yelo, todos rieron por la cantidad de veces que éste había salido y pidieron un beso de 10 segundos, el más largo hasta el momento para ver si el pequeño se calmaba y dejaba de atraer la botella. Me acerqué a él por el centro del grupo, sin poner mucha resistencia pero, antes de besarlo mire al Jaime quien estaba serio.

Hasta que mi cuerpo aguante [Historia Gay] (GOTH)Where stories live. Discover now