Capítulo dieciséis: ¿Por qué no nos elegimos mutuamente?

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Desperté con el susurro de alguien a mi lado y una brisa algo fría dando con mi cara. La puerta del dormitorio estaba abierta y la luz de emergencia iluminaba un pequeño tramo de mi dormitorio. Sentí la respiración de alguien a mi lado y al girar mi rostro me di cuenta que el Naiko me miraba hincado muy cerca de la cama, en silencio y la luz que hacía sombra con su cara le daba un semblante bastante terrorífico.

— ¿Qué onda? — Susurré mientras me acostaba de lado para quedar frente a él — ¿Estás bien? — No me respondía, sólo se dignaba a mirar mi rostro sin pestañear, como si estuviera hipnotizado en cierto modo — Naiko weón, me estás asustando — Fruncí el ceño para levantarme pero, su mano con una fuerza impresionante afirmó mi brazo provocando que me quedara quieto quizás del susto — Suéltame Naiko — hablé de una forma seria.

Intenté zafarme de su agarre pero, su fuerza era mucha más que la mía. El weón no emitía sonido alguno y eso me estaba asustando, estaba entrando en pánico y él cada vez apretaba más el brazo, sentía sus uñas enterrarse en mi piel y el dolor aumentaba

— ¡Bestia! — Grité para que alguien me sacara a este weón loco de encima — ¡Bestia ayúdame!

Intenté que mi voz no pareciera asustada mientras movía con fuerza mi brazo para que el tipo me soltara, en el momento en que se encendió la luz del pasillo el Naiko sonrió, una sonrisa que se veía tenebrosa y el miedo me invadió, pensé que me sacaría el brazo o algo peor.

— ¿Qué mierda?, weón suéltalo — La voz del dueño de casa ni lo inmuto — Naiko ¿cómo chucha entraste?.

Agarró su mano y con fuerza logro abrir sus dedos para dejar libre mi brazo que sangraba por el fuerte agarré de sus uñas, Naiko por su parte aún sonreía, sin pestañear ni emitir sonido alguno

— ¿Estás bien? — Me miraba preocupado.

— Sí, tenía mucha fuerza no me lo podía sacar — El Bestia asintió y salió del dormitorio — No me dejes solo con él, Bestia weón.

Me levanté de la cama de una manera bastante rápida para salir del dormitorio detrás del rapero, me quedé frente a su puerta mirando al Naiko que no cambiaba su posición ni su semblante

— ¿Qué le pasa? – Susurré

— No tengo idea, pero no te acerques — Mi compañero, quien tenía su teléfono en la mano, marcó un número y se fue a lavar la cara, no escuché con quien hablaba y yo por mi parte tenía asuntos más importantes como presionar mis heridas con la mano buena y mirar con miedo al pegado Naiko que tenía en mi dormitorio

— No sé como entro weón, se supone no tiene llaves — Decía el Bestia al salir del baño con la cara mojada — Weón está pegado y con una sonrisa culia digna de película de terror, sólo le falta mostrar colmillos o sacar un cuchillo — Se acercó a mí mientras su mano derecha se dirigía a mi cintura ofreciéndome una sonrisa, intentando calmar mis nervios quizás — Si weón te esperó — Cortó el teléfono y le dirigió una última mirada al personaje aún pegado — El culiao raro — Murmuró, tomó mi mano y me llevo a su dormitorio, donde sacó un botiquín para limpiar las heridas.

— ¿Crees qué sea buena idea dejarlo solo? — Pregunté mientras él vendaba mi brazo.

— Creo que no es buena idea ni tenerlo en mi casa en ese estado – contestó al levantarse y volver a mirar por la puerta — Sigue igual weón, que miedo.

— Quizás que consumió — susurré.

— Algo muy fuerte, te lo aseguro — El sonido del timbre me sobresaltó, el Bestia fue a abrir la puerta mientras yo salía de su cuarto al pasillo.

Hasta que mi cuerpo aguante [Historia Gay] (GOTH)Where stories live. Discover now