capitulo 48.- algo que me hace sonreír.

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Narra Paula*

El ensayo iba de maravilla, las alumnas estaban en sincronía con la música y los pasos se los sabían de memoria, dani observaba la coreografía desde el otro lado del escenario, ya casi era hora de que mi grupo entrara con otra canción y aún me faltaba una de las bailarinas principales, lottie tomlinson. La puerta del auditorio se abrió lottie entró casi corriendo, detrás de ella venía Louis, genial, todavía ni le hablo y ya siento que me irrité.

-Lottie, llegas tarde- dije lanzándole una mirada severa, ella me miró apenada.

-lo siento,  no dábamos con la dirección del auditorio, es mi culpa- dijo louis poniéndose frente a su hermanita.

-está bien, sube al escenario lottie, y calienta por favor- ella obedeció pero su hermano siguió ahí.

-hola- danielle me miraba con los ojos cargados de burla y una sonrisa en el rostro, la ignoré al igual que Louis, quien ni así se iba de ahí.

-este es un ensayo privado, no puedes estar aquí- no quería ser grosera, pero con él me era inevitable, algo en él me perturba y es mejor mantenerlo a raya.

-solo quería saludar, lo siento, ya me voy- vi como se alejaba para despedirse de dani y salir del auditorio, también dejé pasar por alto el hecho de que me dio un vuelco el corazón, ¿a mí que me interesa que se vaya?, por mi mejor, entre más lejos de los hombres mejor, todos terminan haciéndote daño.

-¿Por qué fuiste tan grosera?- miré a danielle encogiéndome de hombros, ella negó lentamente la cabeza.

-no todos los hombres son iguales, Paula, louis es…-

-es hombre, y no quiero nada con el género masculino, no por ahora, aún no estoy lista- dani puso una de sus manos en mi hombro, a veces quisiera haber tenido la suerte de ella, de encontrar a alguien como peter, que me amara, que no me golpeara, que me dejara trabajar, que no me tratara como su trapeador, que me cuidara, no que me violara cada vez que se le viniera en gana, alguien que simplemente me tratara con respeto y valorara lo que soy.

-¿algún día estarás lista?-

-no lo sé-

-oh, ya son las tres, ¿segura que puedes con las niñas?- yo asentí, después de todo las alumnas no se portaban mal y danielle tenía un compromiso.

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-toma, nena,  es para ti- le extendí a la pequeña Ashley una paleta de cereza en forma de corazón, ella la tomó gustosa y se recargó en el regazo de su madre.

-entonces, ¿el antibiótico solo es cada doce horas?- asentí escribiendo algunas observaciones más en la receta.

-sí, es por tres días, y el paracetamol solo déselo en caso de fiebre- la señora Sullivan tomó la receta médica y se encaminó con su pequeña rubia hasta la puerta.

-adiós, linda, cuídate y hazle caso a tu mamá, si te tomas los medicamentos te recuperarás pronto y podrás ir a tus clases de pintura- dije acariciando su cabello, ella me devolvió una sonrisa chimuela digna de una chiquilla de 7 años.

-¿puedo decirle algo doctora Stratford?- asentí agachándome a su altura.

-claro, dime, hermosa-

-¿es usted un hada?- fruncí el ceño al mismo tiempo que una sonrisa se asomaba en mi cara, la mamá de Ashley la miró enojada.

-Ashley, no seas impropia, vámonos-

-no, no me molesta, señora Sullivan, ¿Por qué dices que si soy un hada, Ashley?- la pequeña se encogió de hombros ahora más tímida que antes.

-es que las hadas tienen las orejas puntiagudas como usted, y están igual de bonitas, mi abuela dice que también curan a la gente-

-mmm, te diré un secreto, pero no le digas a nadie- Ashley se acercó curiosa hasta mí.

-está bien, no diré nada-

-en realidad soy un duende- la pequeña abrió sus ojos, color verde, tan grandes como dos perfectos círculos.

-¿de verdad?, ¿y dónde está la olla con monedas de oro?- la inocencia de Ashley me hizo volver a sonreír.

-al final del arcoíris, yo tengo una- la niña se tapo la boca con las dos manos.

-¡que genial!, ¿puedo verla?- asentí, levanté mi manga y le mostré mi pulsera.

-mi abuela decía que todos los duendes tenemos una- la mamá de Ashley observaba la escena desde la puerta con una mirada tierna.

-oh, vaya-

-Ashley, ya debemos irnos, cariño-

-ya voy… bueno, adiós doctora Stratford, gracias por curarme- la niña depositó un delicado beso en mi mejilla y fue a tomarle la mano a su mamá, una vez que se fueron me quedé observando la pulsera en mi mano, apenas ayer me la volví a poner, porque hay algo extraño en el modo que me hace sentir cuando la tengo, como si no me sintiera tan miserable.

MY GIRL 2 (LIAM PAYNE Y TU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora