- ¿Por qué?

- La boda está en marcha. Cuanto antes me avises será mejor para detenerla.

- ¿Está en marcha? ¿Qué quieres decir?

- Zafiro, ya hay fecha. Dentro de una semana.

Sentí que me entraban unas tremendas ganas de vomitar, por lo que me fui de su lado. No tenía la cabeza para pensar, sin embargo, debía hacerlo o, dentro de poco podría ser la mujer de Cristian. ¡Vaya broma de la vida!


Cuando llegué a mi taquilla me paré a contemplarla. Tenía un rasguño y un trazo de papel sobresalía de una de las esquinas. Abrí con cuidado la puerta de esta y vi que el trozo de papel era una carta. Una carta de Cristian.


Querida Zafiro:


Supongo que estás muy enfadada conmigo, y lo entiendo. Sé que mi actitud es detestable, pero, desde hace un tiempo siento que te voy a perder. Eres una chica muy guapa y seguro que más de uno ya se ha fijado en ti. No quería dejarte ir sin luchar. 

También sé que el método que estoy utilizando no es muy normal ni agradable. De alguna manera siento que te estoy obligando, pero, ya no sabía que hacer. 

Espero que algún día puedas perdonarme.

Te quiere con todo su corazón, Cristian.


Quise llorar. Me sentía presionada, y aunque por un lado entendía a Cristian, sabía que tenía que hacerle ver que no hacía falta llegar a estos términos.

Me senté en el frío suelo y cerré los ojos intentando aclarar mis ideas.

De repente, escuché una voz que me llamaba.

- ¡Hey, Zafiro! ¿Qué tal con Cristian? ¿Te ha explicado lo de la carta y el vestido?

Me quedé observándolo, fijándome en sus movimientos y expresiones.

- Hola, Tierra llamando a Zafiro.- dijo mientras movía su mano delante de mi cara. ¿Cómo había llegado a sentarse a mi lado sin que me diera cuenta? De verdad, me encontraba en las nubes.

- Lo siento.- dije apenada.

- ¿Me dirás que te pasa?

¿Debería contárselo? Sí, él estaba conmigo ayer, pero, por un lado, sentía que debía guardármelo para mi.

- No me pasa nada. - dije mientras le sonreía.

- Por la mañana parecías más feliz, y ahora...

- Estoy bien, de verdad. - insistí.

Mientras tanto, me di cuenta de que Diamante me observaba desde lejos. Parecía que quería acercarse a mí, pero, al ver a Cristian, fue a hablar con él.

- Zafiro, sabes que puedes confiar en mi, ¿no? 

Suspiré.- Lo sé, pero te pido por favor que no me pidas ninguna explicación. - él me miró como queriendo ver que había dentro de mi cabeza. - Necesito tiempo para pensar un asunto, eso es todo.

- Está bien. Cuando te sientas preparada espero que sepas que estoy aquí para ti.- dicho eso, Eric me abrazó.

Me sorprendí por ese acto, pero, realmente, lo necesitaba. Lo abracé fuerte, sintiendo su pulso y calor. Me gustaría quedarme abrazada a él durante horas, porque parecía que no habría problemas de ese modo, pero, era imposible.

Deshice nuestro abrazo y me despedí de él para ir a clase. 


Al acabar las clases, Diamante corrió junto a mi.

- ¡Zafiro! ¿Podemos hablar? - respiraba entrecortadamente, ya que había corrido por todo el pasillo para alcanzarme.

- Claro.- le dediqué una cálida sonrisa.

Pero, no hablaría con ella, puesto que Cristian llegó a nuestro lado, me cogió del brazo y me arrastró junto a él.

- ¡Hey! ¡Esperad! - dijo Diamante.

- Ahora no, Diamante. Necesito hablar con mi novia. - ¿Cómo que su novia? ¿Desde cuándo? Yo aún no había aceptado.

- No sé que has hecho esta vez Cristian, pero yo que tú lo pensaba bien. - y dicho eso,perdí de vista a Diamante.

- Tenemos que hablar. - dijo él al llegar a una esquina lejos del instituto.

- ¿Desde cuando soy tu novia? Aún no he aceptado.- le eché una mirada asesina.

- Será mejor que lo aceptes.

- ¿Me estás amenazando? - cuestioné.

- No, pero yo nunca me rindo.

- Esta bien, dime lo que tenías que decirme.

- No le cuentes esto a nadie.

- ¿Te avergüenzas de lo que haces?  - cuestioné.

- No, pero prefiero que no interfieran, ¿está bien? 

- De acuerdo. - me libré de su agarre y me fui.

- ¡Espera! - me detuve y me giré para quedar frente a él.- Tengo una cosa que pedirte.

- Suéltalo.

- Debes cumplir lo que te pida mientras te piensas lo nuestro, y, si aceptas, debes mantenerlo hasta que yo te lo diga. - me advirtió.

- Dímelo de una vez.- estaba cansada. Quería que me dijera de una vez, ya que hoy había sido un día demasiado problemático.

- No puedes ver ni hablar con Eric.

- ¿Qué? - esta era la gota que colmaba el vaso.


Mi primer beso (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora