Capítulo 19: Dulce derrota

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- ¡Sí, sí, acep-

- ¡Jungkook! –levanté la vista hacia Jimin. Mierda, casi olvidaba que era mi amor platónico y como tal, la única persona que no podía ver mi faceta repulsiva. Abrí los ojos con expectación, adoptando una expresión más inocente. Él rodó los ojos y me quitó el polo de las manos con brusquedad, terminando por tirarlo al suelo. – ¿Pensáis calentarle la bragueta a todo la escuela o qué?

Me giré para toparme con la mitad de los antes presentes, acercándose nuevamente, seguro que para coger primeras vistas para el nuevo espectáculo. Sentí que me moría de la vergüenza, al contrario que el alien, quien únicamente se encogió de hombros y sonrió.

- Me da igual quien mire, o hacemos la revancha o Jungkook cumple la orden.

- ¡No es justo, fue porque me distraje, ya te lo he dicho!

- Pues hagamos la revancha.

- ¡Pues vale!

- ¡Que no! –volvió a exclamar Jimin. Suspiró y me agarró de la cintura. – Hazlo conmigo y ya está. Y en los baños del colegio, obviamente no voy a dejar que nadie de aquí te vea.

- ¡Ni de coña!

- Está bien –dijo Taehyung, mirándome lascivamente. Yo le fulminé, deseando hacerlo explotar con mi inexistente poder de mente, pero antes de que pudiera siquiera pensar en una manera, él volvió a abrir la boca para empeorar mi existencia aún más si era posible. –Pero en ese caso tendrás que hacerlo con la boca.

- ¡Tu sueñas, ali-

- Está bien –respondió Jimin para la sorpresa de todos. Le miré con los ojos de par en par y la mandíbula desencajada, esperando el momento en el que dijera que era una broma y que ni loco dejaría tocarse por mí ni con un palo. Pero no lo hizo. –Acabemos con esto de una vez –declaró de mala gana, arrastrándome del brazo hasta el interior del colegio.

- ¡NO PUEDES ENGAÑARME KOOKIE, LO HEMOS PROMETIDO POR NUESTRO SALUDO NO SECRETO! –exclamó mi mejor amigo antes de verme desaparecer entre el portón de entrada de la escuela.

Yo aún seguía en shock, en todo el camino no dije palabra, tan solo me limité a mirar al Jimin con la boca abierta. Cuando llegamos a los baños y nos metió en un cubículo, frunció el ceño y habló por primera vez.

- Deja de mirarme así.

- Pe-pero Jimin... – maldije en voz baja a todos los antepasados de Taehyung. Era cierto, habíamos jurado por nuestro saludo no secreto, que el perdedor cumpliría la orden que le impusiese el mayor sin rechistar. No podía engañarle si era lo que Jimin tenía en mente.

- ¿Qué pasa? –preguntó de mala gana, recostándose sobre la puerta con los brazos cruzados. – Si tanto te preocupa podemos esperar un rato y luego mentirles diciendo que lo hiciste.

- No puedo hacer eso –respondí inmediatamente con agobio.

- Pues entonces hazlo, no sé a qué esperas –me quedé sin poder soltar palabra, aún asimilando lo que acababa de decirme que hiciera. – Si no fueras tan pervertido y pensaras en cosas raras, esto no sería tan difícil.

- ¡No estoy pensando en nada raro?

- ¿Ah, no? –me provocó ladeando una sonrisa, mirándome desde arriba y provocándome a cumplir la orden de Tae. –Siempre estás pensando en ese tipo de cosas cuando me ves, Jungkookie.

- N-no lo hago... –murmuré en voz baja, agachando la cabeza porque ni yo mismo podía creerme mis mentiras.

- Entonces bájate los pantalones y terminemos esto cuanto antes.

Tragué saliva y asentí de mala gana, descendiendo los ajustados vaqueros que segundos antes se ceñían a mis muslos. Jimin se arrodilló y me sonrió desde abajo, poniéndome aún más nervioso. Quise apartar la vista, pero el espectáculo era demasiado tentador como para perdérmelo.

Jimin me sujetó la parte trasera del pantalón con sus manos, desde el extremo, y clavó sus dientes en la tela delantera, junto a la cremallera. Comenzó a ascender la prenda, rozando ligeramente mis muslos con sus dedos y nariz, haciéndome temblar a cada centímetro recorrido. Y entonces lo hice. Todos mis esfuerzos por aparentar normalidad en esta situación se fueron a la mierda cuando gemí inconscientemente en voz baja.

Bajé la vista asustado, pues había terminado por cerrar los ojos disfrutando del agradable cosquilleo, y para mi sorpresa él no decía nada. Ni siquiera me miraba.

"Quizás no me ha escuchado..."

Me empujó haciéndome sentar sobre la taza del urinario y apartó sus manos, pues ya había terminado su cometido. Solo quedaba la cremallera, y para mi desgracia, se había convertido en la parte más difícil debido a la destacable erección que resaltaba bajo mis bóxers.

- ¿Te has puesto duro, Kookie?

- N-no –respondí rojo como un tomate, queriendo salir de allí corriendo.

- ¿Y entonces esto qué es? –preguntó rozando ligeramente la tela que se encontraba tensada. Volví a gemir, colocando mi antebrazo sobre mis ojos para no verle. Era demasiado el bochorno como para encima soportar su tentadora mirada juzgándome. – ¿Qué pensaste para terminar así, Kookie?

- Na-nada.

- ¿Seguro que no estabas imaginando nada raro conmigo? –Permanecí callado, temblando y sintiendo como la presión en mis bóxers aumentaba. Obviamente había dado rienda suelta a mi imaginación, pero porque estaba claro que si tenía a Jimin arrodillado ante mí, mis hormonas me jugarían una mala pasada. Fui a negar pero sentí otra vez un roce en mi erección, sacándome otro gemido incluso más guarro que el anterior. – Te he hecho una pregunta, respóndeme.

- N-no quiero... –murmuré sin mirarle, aún cubriendo mis ojos.

- Vamos, que la respuesta es sí entonces –respondió entre risas. Para mi alivió terminó de subir la cremallera de los vaqueros, enganchando el extremo con los dientes y subiendo. Se puso nuevamente en pie, pero yo por mi parte no podía mover un músculo del bochorno que acababa de pasar. –Jungkook, mírame –Negué con la cabeza, rodeándola y cubriéndola con ambos brazos, como si fuera un niño. Escuché como soltó un suspiro de molestia y segundos después ya había separado mis manos, sujetándome cada una por las muñecas. Me miró fijamente durante varios segundos y finalmente me soltó, dejando caer mis brazos como si fueran un peso muerto. Yo ya había caído embobado en su mirada, abriendo la boca de manera idiota y perdiendo cualquier ápice de dignidad. – Odio que seas tan tierno.

Y salió por la puerta, cerrándola con tal brusquedad que rebotó y volvió a abrirse. Yo me quedé sentado, pestañeando varias veces y sin ser capaz de articular palabra. Ya había vuelto a enfadarle. Cuando las cosas comenzaban a ir bien, tenía que aparecer yo para estropearlo de nuevo.

Me dejé caer hacia atrás y cerré la puerta con el pie. Segundos después me encontraba deshaciendo el trabajo que Jimin había hecho, bajando mis pantalones y recordando esa reciente imagen suya.

Era penoso, lo sabía, pero no podía evitarlo. Lo había intentado pero con Jimin mi dignidad se iba a los suelos, y lo peor es que no me importaba, al menos no más que él. 


Descubierto [Jikook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora