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[Jimin]


Con solo dos días ya me había acostumbrado a volver de clases y encontrarme al pelinegro aún en mi cama, durmiendo profundamente a pesar de ser las dos de la tarde. Al igual que los días anteriores, dejé mi mochila a un lado, colocándome encima suya y empecé a repartir besos por detrás de su oreja, disfrutando al ver como se estremecía y comenzaba a despertarse.

- Desperté hace unas horas y me comí las barritas de chocolate que me trajiste ayer, las siete que quedaban –me informó abriendo los ojos y frotándose infantilmente uno de ellos. Sonreí, pensando en lo tierno que se veía y en que yo lo habría sabido aunque no me lo hubiera dicho, pues su aliento podía pasar perfectamente por una melosa colonia de ese dulce.

- ¿Luego te volviste a dormir? –asintió como si nada, sacándome una divertida sonrisa, pues últimamente era lo único que surcaba mi rostro cuando me topaba con el suyo. Todo en él, sus gestos, sus palabras y comentarios, sus ideas, sus actos, absolutamente todo me encantaba. – Eres un dormilón.

- Lo sé –respondió vagamente con resignación, antes de alzar las piernas y agarrarse a mí como si fuera un koala, haciéndome caer de espaldas a la cama con él. Cerró los ojos y sonrió, volviendo a acomodarse en el colchón, o más bien, acomodándome a mí en el colchón y a él encima de mí. – ¿Nos quedamos?

- ¿No quieres bajar a comer?

- Hmmm~-negó, haciendo un puchero y me abrazó con más fuerza.

- ¿Quieres que baje solo y coja algunas patatas y dulces de la cafetería?

- Hmmm~ -esta vez asintió, aunque seguía sin abrir los ojos, pareciendo que realmente iba a volver a dormirse, y quizás lo hubiera hecho si no llegara a haberme incorporado, levantándole a él conmigo en el proceso. Bostezó y frotó nuevamente sus ojos antes de ponerse en pie con desgana. – Iré a darme una ducha.

- Está bien, yo volveré en unos minutos.

Murmuró una especie de asentimiento por lo bajo mientras caminaba con un ojo medio cerrado y el otro cerrado por completo hacia el baño, golpeándose flojo por consecuencia contra el marco de la puerta. Reí y salí del cuarto, intentando aparentar normalidad, como si no guardara a la única causa de mi felicidad ahí dentro.

Bajé rápidamente al comedor, esquivando a los alumnos que agarraban sus respectivas bandejas e iban a servirse al bufet. Hoy había una especie de puré naranja y pollo asado, por lo que no me molestó en absoluto sustituir ese menú por unas tres bolsas de patatas y dos de dulces que compré en la cafetería de al lado. La mayoría de la gente con la que me cruzaba, me miraban extrañados, aunque no estaba muy seguro de si era por las provisiones que cargaba o la estúpida sonrisa de oreja a oreja que me era imposible esconder.

" Me importáis una mierda, solo quiero volver rápido al cuarto "

" ¿Se habrá dormido en la bañera? "

" Awwww, que adorable, me lo imagino y... "

" ¡Espera, podría ahogarse y morir! "

Inconscientemente aceleré el paso, tornando mi rostro a uno preocupado, preocupado por mi pelinegro. Cuando llegué, tiré todas las bolsas bruscamente a la cama y cerré la puerta principal con el pie, dirigiéndome seguidamente corriendo al baño, abriendo la puerta de este de golpe, ya preparado para tener que hacerle el boca a boca ahí mismo.

- ¡A-ah-ah-aaaaaaaaaaaah... –y antes de que cayera de espaldas a la bañera llena de agua, le agarré de la cintura, impidiendo únicamente que cayera solo, pues lo hice con él, empapándome todo el uniforme.

- ¡Mierda!

- ¡PERO SI HA SIDO TU CULPA, IMBÉCIL! –Exclamó frotándose un punto en la espalda con expresión de dolor. Por suerte el agua había conseguido aplacar bastante el golpe, pues en el caso contrario podríamos habernos lastimado seriamente. – ¡¿A quién se le ocurre entrar de esas formas?! ¡Casi me como la puerta por tu culpa!

- Pensé que estabas ahogándote... –murmuré con vergüenza.

- ¡Explícame como mierdas me voy a ahogar en la bañera!

- ¡Pues ahogándote, yo que sé! –comencé a salir del agua, farfullando en voz baja y maldiciendo a todo lo existente, calado hasta los huesos. – Venía de comprar las patatas y pensé que podrías haberte dormido de nuevo, no sé.

- ¿Patatas? –ahora su tono era diferente, más calmado. Me giré hacia él, percatándome de que su expresión también había sido trasplantada a una llena de curiosidad y afán, vamos, la que siempre ponía cuando hablábamos de comida que le gustaba. Asentí mientras me deshacía de la camisa del uniforme, escurriéndola sobre la bañera.

- Y dulces. Esos bombones con forma de nube que tanto te gustan.

- Ah, yo quiero ~ -exclamó inocentemente, colocándose de pie en un salto, cubierto únicamente por la pequeña toalla atada alrededor de su cintura, ahora igual de mojada que nosotros. Fue a salir del baño, directo a por las chucherías, cuando le detuve colocando mi brazo en medio. Me miró con desconcierto y yo señalé mi mejilla con diversión. – ¿Qué pasa? ¿Te hiciste daño?

- No –reí y negué con la cabeza, dejando el tema a un lado. – Solo te pedía un beso, da igual.

Pero para mi sorpresa a él no le dio igual, porque antes de que pudiera abandonar el baño, me agarró del rostro y besó mis mejillas, siguiendo con mi frente, con mi nariz, y terminando en mis labios.

Ni siquiera pude decir algo, maravillado por lo mucho que me encantaba este chico.


Descubierto [Jikook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora