»50: Juntos: (Capítulo Final)

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- ¿Qué demonios haces aquí, Michael?-le pregunté, él lucía agitado y algo (muy) emocionado.

-Vamos al centro comercial, mis padres recargaron mis tarjetas de crédito y pienso gastar la mitad del dinero en ropa y la otra en zapatos-dijo con sobresalto y yo sólo pude maldecir por mi mala suerte, aunque eso era mejor a estar acostado en mi cama recordando a Calum, definitivamente lo era-. Ponte algo decente, pero ya.

...

Después de haber recorrido todas las malditas tiendas, Michael decidió hacer una parada en el nuevo café de la parte superior.

-La crítica ama el café frío de este lugar, así que debo probarlo-habló él, parecía estar sufriendo de un ataque de adrenalina por exceso de azúcar en el sistema. Realmente daba miedo-. Voy por los café y unas donas, no te muevas.

-No pensaba hacerlo, tranquilo. -respondí, el caminó hasta la barra mientras yo iba por una de las mesas en la parte exterior.

Una vez pude sentarme a descansar, tomé mi celular para jugar un poco.

Los minutos empezaron a pasar y Michael no regresaba, comenzaba a creer que Michael se ocultaba en algún lugar mientras devoraba las donas que me hice ilusión de probar.

Entonces el tiempo empezó a correr con rapidez, los primeros cinco minutos de espera se transformaron en quince y para ese momento estaba más que hambriento.

Y bueno, un poco preocupado por Michael.

- ¿Café frío y donas de chocolate para ti?-me helé de inmediato en mi sitio. Era su voz que sonaba a mis espaldas. Pero eso era imposible-. Bonito. -intentando calmar mis nervios di la vuelta de espacio. Tenía miedo de encontrarlo otra vez, de que fuese él y yo me quedara sin poder hacer algo. Tenía bastante miedo, en general, pero un pequeño pálpito esperanzador me hacía querer verle la cara a aquel sujeto detrás de mí.

Resultó que si era él después de todo, aunque no era quien llevaba mi orden, el mesero estaba a un lado, con cara de fastidio; aun así no atiné a hacer otra cosa que quedar en una incómoda posición en aquella silla.

- ¿Calum?-hablé con la voz fallando. Él sonrió con calma, rascó tras su cuello y elevó los hombros con los brazos abiertos como diciendo "¿quién más, sino?". De inmediato salté a sus brazos, buscando calor y paz en ellos.

Él me envolvió fuerte entre sus brazos y aspiró fuerte de mi cabello, como si mi olor le hiciera sentir real ese momento, justo como yo lo hacía.

- ¿Por qué nunca dejaste que te dijera que yo también estudio en Perth?-preguntó a mi oído, me sentí tan idiota en ese mismo momento que quise ser invisible o algo parecido-. Las últimas semanas sin ti han sido horribles, bonito. -comentó, pude notar la tristeza en su voz lo que oprimió mi pecho de culpabilidad. Le miré a los ojos con sensibilidad, a pesar del brillo acuoso en ellos, su sonrisa era amplia, cálida y hermosa como siempre.

Me separé de él pero tomé sus manos entre las mías. Con un movimiento de cabeza le invité a tomar asiento en la mesa, así lo hicimos y el mesero pudo, finalmente, dejar el pedido, retirándose de allí con maldiciones saliendo por su boca.

-Calum, realmente lo siento-dije con la cabeza gacha. Suspiré con fuerza, mientras sostenía sus manos sobre la mesa-. Hasta ahora me doy cuenta de que fui tan injusto todo este tiempo; creyendo que hacía lo mejor para ambos, resultó que sólo pensaba en mí y en no salir lastimado, y todo para causarte este dolor al final. -agregué, las esquinas de mis ojos empezaban a arder, quería llorar, retroceder en el tiempo y abofetearme por no darme cuenta de lo que realmente pasaba todo este tiempo.

Un verano en 50 palabras - cakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora