《N U E V E》

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Akabane abrió con cautela la puerta de aquel callejón y prendió la tenue luz, que apenas iluminaba lo suficiente para desplazarse por el lugar. Avanzó un poco hasta llegar a una alfombra de color azul y la levantó, dejando ver una puerta metálica en el suelo. Sin rodeos, arrojó la alfombra y abrió la puerta escondida. Bajó por las escaleras pegadas a la pared, llegando a un lugar enorme.

—Llegué, hermano—Se dirigió a un cuarto enllavado, para luego abrirla y así, ver a oscuras al prisionero de ésta. —¿Han sido duras para ti estas dos semanas? Pobrecito.

Los brazos del sometido temblaban, sus ojos se veían sin vida, su rostro lleno de moretones y sangre seca, y su piel estaba completamente pálida a causa de la anemia que lo invadía desde hace ya muchos días.

—Ka...Ka...—El chico estaba tan débil que ni siquiera podía hablar bien.

—Shh... No necesitas decir nada— El de orbes doradas, al igual que las del secuestrado, empezó a quitarse la gabardina negra que originalmente era propiedad del herido, para después tirarla al piso—.Supiste modificar bien tu uniforme, te lo agradezco. No soportaría usar ese estúpido atuendo.

Desde el primer día, el oji-dorado había sido despojado de sus ropas e intercambiadas por un uniforme de prisionero.

—¿P-P-Por...qué...?—Otra vez, intentaba hablar.—¿Por qué... Karma?

—Y todavía preguntas...—Una mueca de disgusto apareció en el rostro del pelirrojo secuestrador— ...Por tu culpa... mi vida está arruinada. No, ya no tengo vida.

—Karma...

—Pero, no importa. Ahora... yo arruinaré la tuya, empezando por arruinar tu relación con el enano de cabello celeste.

Con eso, dio un respingo, arrugó la nariz y endureció la mirada.

—No. Si lo tocas a él, yo...

—Tú... ¿Qué?—Dejó al otro callado cuando agarró una varilla de metal.—¿Qué podrías hacerme tú a mí en este estado?

El prisionero ya sabía lo que venía, una de las causas de sus muchos moretones, y no podía hacer nada al respecto. Sin embargo, mantuvo los ojos abiertos hasta el final; no viendo la varilla que chocaba contra su espalda, cabeza, y pecho, tampoco viendo la expresión maníaca que tenía su hermano con cada golpe que le daba; sino, aquel brazalete dorado con una 'K' roja en el medio, ese brazalete que le traía tantos recuerdos.

Tantos recuerdos...

[Editado el 16/01/2018]

R E V E N G E ||Karmagisa|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora