《S E I S》

3.4K 400 78
                                    

Los dos estudiantes llegaron al salón de clases, a tiempo, y se dirigieron hasta su grupo.

—Oh, Karma-kun, apareciste. —Habló el beisbolista divertido.

—Que bueno que Nagisa no te asesinó.— Agregó Kaede desde su asiento.

—Bueno, me dió una paliza en la estación. Pero supongo que me la merezco.— Respondió el pelirrojo, que aún sentía unas cuantas punzadas en la zona maltratada.

—Lo siento.— Se disculpó por segunda vez el oji-celeste cabizbajo.

—No importa.— El pelirrojo acarició la cabeza de su novio, despeinandole sus cabellos celestinos.

—Tuvimos que llevar a Nagisa-kun a una casa abandonada para que no te matara, así que debes agradecernos.— Nakamura pasó su brazo por el cuello del oji-dorado y le dió un golpecito en la frente.

La actitud de Akabane cambió repentinamente apenas escuchó esas palabras.

—¿Casa? ¿Qué casa?

—Esa casa que está casi al final de la ciudad, la que se quemó hace casi cinco años.— Aclaró la rubia separándose del pelirrojo.

—Oh, ya veo.

La puerta se abrió, dejando ver al pulpo amarillo que era su profesor.

—Bien alumnos. Tomen asiento, que la clase va a comenzar. —Dijo él, dejando algunos libros en su escritorio.

—Sí, sensei.—Respondieron todos al unísono e hicieron caso a su profesor.

Lo último que hizo Akabane ese día fue prestar atención a la clase. Ya dominaba bien ese tema, que más da. Se dedicó a mirar a la nada y pensar en lo que le había dicho Río unos instantes atrás. Sin poder evitar acordarse de aquel día.

"¡KARMA, KARMA! Por favor, responde. Te sacaré de allí... ¡DIME ALGO, POR FAVOR!".

—Karma-kun...— La voz del ser amarillo despertó al pelirrojo de sus pensamientos.

—¿E-Eh?

—¿Puedes decirme el resultado de este ejercicio?— Koro-sensei señaló con uno de sus tentáculos un ejercicio escrito en el pizarrón.

— Seis al cuadrado.—Respondió indiferente Akabane al ver la simpleza de aquella ecuación.

—Correcto. De todas formas, trata de poner atención a la clase. —Al saber que no recibiría respuesta alguna, el pulpo amarillo volvió a la clase.

Akabane, ya más relajado, apoyó su cabeza en su mano, fingiendo atender a la clase. Ese recuerdo siempre lo sacaba de lugar, pero no aflojaría su decisión, por nada del mundo.

«No desperdiciaré esta oportunidad, mataré a ese pulpo y al desgraciado de Kaito».

R E V E N G E ||Karmagisa|| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora