Un chico corre por toda la calle en mi dirección. Aprieto mi bolso perpleja, sin saber que hacer o que dirección tomar. Corre con un celular en sus manos. Mi respiración empieza a agitarse y siento como mi cuerpo se llena de miedo, como si me hubieran hechado pega al piso me quedo ahí.

¿Qué hago? Ese hombre viene hasta mi todo sudado, se nota que está cansado. ¿Y si viene a robarme?

Él lanza el celular y no sé como sin embargo agarro el aparato que parece ser uno de los ¡Phone nuevos.

-¡Corre! -exclama al deshacerse del celular. Lo miro correr y que va algo lejos de mi, me quedo parada. Unos oficiales algo subidos de pesos corrían a mi dirección y caí en cuenta lo que aquel ladrón me había dicho. Si me atrapaban estaría en la cárcel por mucho tiempo y no habría nadie quien cuidara a mis hijos. Corro detrás de aquel hombre sin pensarlo más, poco a poco me voy acercando a él. Mi respiración comienza a agitarse, el hombre corre como si estuviera en una carrera y si fuera así yo estaría por ganar ya que me acerco a él a una rapidez increíble.

«¡No puede ser! ¡no no y no! Me van a atrapar a mi y me van a encerrar con ese ladrón donde pagaré una condena de treinta años y no podre ver a mis hijos crecer, ¡no puede estar pasando!»

El ladrón toca la pared que está a nuestro frente. Sólo tenemos una pared y no hay otra forma de salir. Comienzo a respirar con dificultad.

-¡T-tú! -digo agotada. Tiro el celular y él lo agarra rápidamente. -¿Qué carajos crees que haces? -pregunto tocando mi barriga al ver como intenta subir la pared.

Los policías se ponen frente a nosotros con sus armas en la mano apuntandonos. Alzo mis manos, mis piernas comienzan a temblar como si fueran gelatinas y mi corazón late demasiado rápido. Observo al hombre asustada, él no tiene ninguna reacción. Mas bien se mira algo tranquilo.

-¡Alto ahí ladrones! -habló un hombre alto.

«¿Ladrones? Eso me incluye a mi, ¡esto no puede ser verdad! »

Otro hombre toma el celular y saca unas esposas para ponerlas en sus manos. Un señor camina hasta mi con las esposas y miro al hombre a mi lado para que me ayude pero solo se encoje de hombros.

-No,por favor. -digo en un hilo.

-Esto es para que nunca mas tomes algo que no es tuyo, ladrona.

Mi sangre empieza a arder al escuchar las palabras de ese señor. Nunca en mi vida he tomado algo que no es mio y que ahora me quieran echar la culpa de esto no es justo.

Las personas en las calles nos señalan, me señalan. Uno de los policías abaja mi cabeza para entrar al auto policial. Cierran la puerta y aquel ladrón es puesto a mi lado. Escucho como la alarma es encendida, los ruidos de la alarma me atormentan.

Miro detalladamente al hombre a mi lado. Parece ser joven, su piel es blanca y su cabello es el mas oscuro que he visto, está algo largo peinado en un copete desastroso hacia arriba. Al verlo junto mis cejas con impotencia de golpearlo, gracias a él estoy yo aquí. Él nota que lo miro y su mirada se fija en mis ojos, sus ojos son tan verdes. Junto mas mi cejas, odio verlo, odio saber que voy en un auto con un ladrón como él.

***

En menos de diez minutos estamos entrando al puesto policial. Mis pertenencias han sido arrebatadas por un oficial, mi bolso, mi celular y mi cartera donde tengo mi información y la foto mía con mis hijos.

-Señor policía esto es una injusticia. Soy inocente de todo esto, tienen que creerme.

Uno de ellos comenzó a reír.

A la Medida.Where stories live. Discover now