Capítulo 18

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18.

Aquel fin de semana pasó más rápido de lo que hubiese deseado. Honestamente no quería que Tom regresara a clases. Él lo sabía, y había tratado de convencerme un par de veces que no sería tan terrible como me lo imaginaba. Yo estaba replanteándome toda mi mísera existencia. Tenía que comenzar a planificar mi vida desde ya.

Fueron los últimos días en casa de nuestros padres. Habíamos tomado ya la mayor parte de nuestras pertenencias y tan pronto como Tom hubiese terminado con los trámites de su traslado, nos íbamos a mudar.

Era muy temprano, y apenas abrí los ojos una fuerte luz se estrelló contra mi cara, interrumpiendo mi sueño. Me quedé quieta mirando el escenario que tenía enfrente.

El aroma a hombre inundó mis fosas nasales. Era exquisito. Tom tenía un olor muy particular, podía sentirlo impregnado en mi ropa como si me hubiese perfumado de él.

Las sábanas estaban excesivamente suaves contra mi cuerpo.

Tom estaba dormido. Podía oír su pesada y profunda respiración.

Sin darme la vuelta, moví mi mano hacia atrás y toqué el costado de su cuerpo suave y tibio, recorrí su pecho desnudo con cuidado de no despertarlo.

Pensé por unos instante en levantarme disimuladamente y volver a casa. Aún tenía un par de cosas pendientes, pero Tom era demasiado demandante y claramente el hecho de estar a días de volver a la universidad había significado que sus asuntos fueran prioridad por sobre los míos.

Cuando lo sentí moverse cerré los ojos y me quedé estática.

Había demasiada luz, así que era algo difícil seguir durmiendo.

La cama se sacudió un poco, sentí como estaba cada vez más cerca de mi cuerpo, piel con piel directamente, entonces apreté las manos y traté de relajarme.

Me abrazó tiernamente. Escuché su largo bostezo y noté como pasaba uno de sus brazos por encima de mí para jalarme tan atrás que ya no hubo espacio entre nosotros.

Estuve a punto de abrir los ojos cuando se inclinó por encima de mí y sus cálidos labios besaron mi mejilla. Acarició mi cabello con una mano, sacando unos cuantos mechones de mi cara.

—Buenos días —susurré.

—Pensé que seguías dormida —dijo.

Bostezó nuevamente.

A duras penas me di la vuelta para poder verlo a la cara. Tom tenía una enorme sonrisa pero no había abierto los ojos.

Lo abracé más fuerte, pasando mis brazos hacia su espalda y enterrando mi cara en su cuello. Toqué con la yema de mis dedos su piel desnuda de arriba abajo, acariciándolo y sintiendo como se le erizaban los vellos ante el contacto.

—¿Qué hora es? —pregunté.

—No sé —murmuró mientras trataba de abrir bien sus ojos. Se pasó duramente una mano por la cara y luego buscó la mía para repartir un par de besos por mi frente.

—¿Tienes algo importante que hacer hoy?

Me regaló una pequeña sonrisa y me dio un nuevo beso, esta vez sobre los labios.

—Es domingo, así que podemos hacer planes para los dos.

Estiré un brazo en modo de celebración y le di un beso más profundo. Sentí como sostenía mi cabeza enterrando sus dedos entre mi cabello. Rodeé su cadera con mi pierna y de inmediato bajó su mano hasta mi muslo para apretarme con su pelvis.

—¿No crees que es muy temprano? —Le pregunté en modo de burla. Tom separó su rostro de mí unos segundos para mirarme con el ceño fruncido.

Un Juego de amigos.Onde as histórias ganham vida. Descobre agora