Capítulo 7

19.5K 735 18
                                    

7.

A tres días de navidad, los padres de Gisela, los míos y extrañamente también los de Tom, se habían reunido fuera de casa sin que nosotros lo supiésemos y lo habían planeado todo. Pasaríamos las fiestas juntos como nunca lo habíamos hecho. Diana y Simone se habían encontrado no sabía dónde y cómo buenas amigas las cuales realmente no eran (supuse que ahora sí), habían estado hablando y decidieron que celebrarían esta navidad juntos. Mamá me lo había contado todo a penas había llegado a casa con bolsas de compras. Lo gracioso había sido que mis tíos habían aparecido de la nada durante la tarde con más bolsas y sorpresivamente estaban llenas de regalos.

Para navidad yo siempre recibía un pequeño presente de mis padres y nada más, no estaba acostumbrada a tanta gente ni a un festejo muy grande, pero no mentiría diciendo que no me emocionaba la idea de que todos se reuniesen en mi casa como si fuésemos amigos de toda la vida.

Gisela me había dicho que todo lo había planeado ella, pero que no había tenido ni la menor idea de que nosotros pasaríamos las fiestas con la familia de Tom. Eso no había sido un impedimento ni para Simone ni para Diana, mucho menos para mis tíos. Todos estuvieron comportándose como verdadera familia y a veces Tom me miraba de reojo sin poder creérselo. Bill, por otro lado, había comprado un par de regalos para sus padres, hermano y sin yo saberlo, para mí. Tom también lo había hecho, y de mi prima no era necesario adivinarlo. Entonces empecé a sentirme culpable porque yo solo le tenía a Diana un pequeño presente sin mucho valor.

—No funciono para esto. Toma tus cosas y acompáñame a comprarle algo a Bill y a Tom. No tengo nada para ellos.

Gisela y yo habíamos dejado a mi mamá con Simone y mi tía, mientras que papá había salido con Gordon y Tom no tenía idea dónde.

Sentí mi cabeza explotar cuando empecé a buscar y a buscar qué cosa comprarles a esos dos hermanos que nunca debieron de haberme regalado algo a mí. Odiaba ese compromiso y no por el dinero, sino porque no era buena conociendo los gustos de las personas. Yo no sabía qué podría querer Tom, mucho menos Bill.

—Tranquilízate, hallaremos algo.

Al final había acabado encontrando la polera perfecta para el pelinegro. Era preciosa y a la vez muy masculina. Bill solía tener un estilo extraño y siempre usaba camisetas con estampados, así que no había dudado al momento de comprar esta para él

Para Tom había encontrado una gorra blanca con unas letras en la parte delantera que no entendía de qué eran. Lo importante era que no podía estar repetida, y sabía que él tenía muchas, pero por suerte yo me había dado el trabajo de verlas todas por simple curiosidad un día en su casa.

Con todo pagado y envuelto, también había pasado a comprar algo para papá y a escondidas de mi prima, algo para ella.

Al final del día, completamente agotadas y aburridas, habíamos regresado.

Me encontré con la sorpresa de que a papá le habían llamado para hacer un viaje de última hora y estaría de vuelta por la tarde del día siguiente. Mi tía y Simone se habían marchado ya y Diana estaba media adormecida sobre el sillón viendo películas antiguas.

Mientras comía antes de ir a dormir, escuché como la lluvia comenzaba a caer y un par de truenos rompieron el silencio. Yo intenté ignorarlos, pero no era fácil, los odiaba y era lo único que detestaba del invierno. Temía que comenzasen a oírse más fuerte e intenté comer lo más rápido posible para ir a dormir.


Cuando mi cabeza tocó la almohada empecé a fantasear con cosas que nunca antes se hubiesen pasado por mi mente. Intenté cubrirme lo mejor posible y cerré los ojos mientras veía imaginariamente el rostro de Tom frente al mío, muy cerca de mi cara, con sus labios muy apegados a mi boca, a mis mejillas, con sus manos apretadas en mis hombros y diciéndome cosas al oído.

Un Juego de amigos.Where stories live. Discover now