Capítulo 6

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6.

—No tiene nada de malo. Ya era hora que comenzaras a tener algo con alguien—. Natalie se miró al espejo y movió extrañamente sus caderas. Llevaba encima una falda negra que acaba de robarle a Gisela—. Aunque debo decir que estoy sorprendida que Tom haya regresado. Lo poco que hablé con él fue suficiente para que me dejase enmudecida.

—No es mi culpa que nadie me haya gustado durante este año. 

—Tom ha cambiado —Natalie volvió a dar la cara, y mientras se quitaba la falda buscaba qué otra cosa probarse—. No parece ser el de antes. 

Todas guardamos silencio, y yo me sonrojé cuando no pude evitar empezar a imaginarlo y a fantasear. Cerré los ojos unos segundos.

Una camiseta calló sobre mi cabeza. Cuando me la quité de encima, Michelle me señaló divertida.

—¡Pervertida, depravada, inmoral, degenerada, sucia!

—¿Qué? ¿Por qué? —Pregunté inocentemente.

Gisela suspiró.

—Fue claro que estabas pensando cochinadas con Tom.

—¿Qué? —Intenté disimularlo—. ¡Claro que no!

Ninguna me corrigió, y yo no hice el intento tampoco de seguir insistiendo.

—Lo quiero mucho —murmuré.

—Lo sabemos. —Me reí cuando oí a las tres hablarme juntas.

—Me gusta mucho.

—¿Esa es tú manera sutil de decir que quieres dormir con él? 

Miré a Gisela.

—¡Claro que no!

—¿Acaso no quieres? —Michelle se arrodilló a mi lado y me miró fijamente. Yo cerré los ojos y lo medité un par de segundos.

No había nada qué pensar realmente. Supuse que era normal sentirme atraída sexualmente por alguien que me gustaba de esa manera. Eso no significaba que no me aterrara el hecho de saber hasta qué punto yo sería capaz de llegar con Tom.

—¿Qué creen que piense él sobre mí?

—A Tom le gustas y también quiere estar contigo. —Miré a Natalie.

—No puedes leer su mente —me quejé.

—¿Y qué si realmente piensa así? —Michelle se mordió los labios.

Intenté meterme en la cabeza de Tom, pero realmente no pude hacerlo. 

—¿Cuando fue la última vez que estuviste con alguien? —le pregunté a mi prima.

—Hace unos días, pero no lo conozco bien, la verdad —todas nos encogimos de hombros—. Su nombre es Gustav.

—¿¡Gustav!? ¿El italiano? —Natalie parecía realmente sorprendida. Gisela asintió orgullosa.

—Ese mismo.

—Él está buenísimo

—Sí—. Michelle estuvo de acuerdo con ellas, y yo no pude opinar porque no tenía idea de quién hablaban.

Un Juego de amigos.Where stories live. Discover now