Vuelta a Clases (parte1)

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Scott/


Fue el verano más miserable de mi vida. Básicamente, la única cosa que estaba en mi mente eran los labios de esa criatura que había puesto mi mundo de cabeza.


Maldita sea! Mitch se trae loco, con esa actitud tan descarada, con sus insinuaciones a toda hora, con esos grandes ojos obscuros de largas pestañas, estoy seguro de que cada vez que pestañea algún huracán nace en alguna parte del mundo. No podía creer que él también estuviera interesado en mi, después de años de verlo por los pasillos de la universidad, cuando por fin me atreví a hablarle resultó que lo primero que hizo fue desnudarme con la mirada. Qué imbécil fui por no hablarle antes.


Y luego, esos labios, me costaba creer que fue él el primero en besarme, el día que terminamos el semestre anterior. No dijo nada, solo caminó hasta mi en frente de toda la cafetería, me tomó por el cuello y me acercó a su boca poniéndose de puntillas, conectando esos suaves labios con los míos.


El problema es que no dijo nada, ni siquiera que al otro día se iba al otro lado del país por todas las vacaciones.


No lo ví en todo el verano, lo único que podía hacer era repasar ese maravilloso beso día tras día, la sensación del roce de su lengua, el calor de sus manos en mis mejillas, la forma en que se pegó a mi cuando lo tomé por la cintura. Dios! me estoy volviendo loco.


Menos mal que empiezan las clases. Con algo de suerte lo veré hoy.

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Cerca del mediodía pasé por fuera del salón de artes, por el rabillo del ojo creí ver una silueta conocida, en lo que dura un segundo, mi corazón se aceleró, pero cuando retrocedí para asegurarme, esa figura ya no estaba. Quizás fue mi imaginación o realmente me está volviendo loco ese chico.


Iba sumido en ese tipo de pensamientos cuando alcancé el ascensor de la biblioteca, pero cuando se abrió la puerta me encontré con la razón de mi tormento. Detrás de una pila enorme de libros, que llevaba en los brazos, estaba ese rostro con el que he soñado todas mis vacaciones, tan etéreo como siempre, pero con una gran diferencia. Su cabello pintado de violeta, le daba un aspecto aún más coqueto, era completamente único, original. ¿Cómo no iba a estar anhelando verlo de nuevo, después de que me besó y me dejó con la promesa de más?


-Hola, Scotty- Dijo con una dulce voz, sacándome de mi ensueño -¿quieres entrar? estoy libros están pesados.


Se rió, sonrojado y tuve que obligarme a mi mismo a no ser tan patético y hacer funcionar mi cuerpo. Entré en el ascensor, pero no apreté ningún botón, las puertas se cerraron. Tomé la pila de libros de sus manos y nuestros dedos se rozaron, sentí una ola de calor subir por mis brazos hasta mis mejillas.


-Tengo que ir a dejar estos libros a la bodega del último piso ¿me acompañas?- dijo en un susurro.


Sólo pude asentir con la cabeza y seguir mirándolo embobado. Verlo así, en el pequeño espacio del ascensor, me quitaba el aliento, como si se hubiera evaporado todo el aire dentro de esos dos metros cuadrados. Cuando por fin pude encontrar las palabras, murmuré intentando controlar mi respiración.

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