Capítulo diez: Speedball.

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– Encantado recibo su castigo – Alejó su rostro del mío para enseguida posar sus labios en mi mentón, depósito un suave beso.

– Sin besos en la boca – Susurré mientras volvía a su cuello para pasar mi lengua por debajo de su lóbulo

– Como quieras – Me separé de su cuerpo, afirme su ropa interior y la bajé de un tirón, así mismo hice con la mía para terminar corriendo al mar.

Las olas reventaban con fuerza pero, me sentía poderoso, invencible e inmortal, yelo corrió detrás de mí y ambos nos metimos bajo una ola que estaba a punto de reventar. El frío caló por completo mi cuerpo pero, no fue motivo suficiente para no seguir entrando al mar, quería estar justo donde reventaban las más grandes

– ¡Qué mañana tengo que devolverte nico! – Me gritó.

– ¡Tranquilo se nadar! – Grité de vuelta, estuvimos cerca de treinta minutos en el agua, hasta que una ola me tomó por sorpresa y me llevó a la orilla

– Dios, ¿estás bien? – Preguntaba mi compañero entre risas mientras se me acercaba – Pensé que no volverías a aparecer

– ¡De nuevo! – Grité como un niño mientras me levantaba del piso para meterme nuevamente.

– ¡Estás loco! – Intentaba gritar el yelo mientras la risa lo consumía – Yo me saldré – Escuche al rato y decidí salirme con él.

Nos sentamos ambos aún desnudos en la toalla estirada en la arena a ver la puesta de sol, la cual tenía un color naranjo hermoso que se mezclaba con el blanco de las nubes o el original celeste Bueno eso hasta que al yelo se le ocurrió empujarme contra la arena, la mitad de mi cuerpo quedó enarenado y él en segundos había corrido una buena cantidad alejándose.

– ¡Infeliz! – Grité mientras me levantaba y me proponía meterle arena hasta en el culo.

Cuando volví a mirarlo estaba en la cima de la duna, con su cuerpo dándome la espalda mostrando un perfecto trasero, la vista era hipnotizante, me metí nuevamente al mar para sacarme en la orilla la arena de mi cuerpo y comencé a subir la duna para tomarlo por la espalda y abrazarlo frente a tal puesta de sol. Mi miembro chocó contra su trasero y mi rostro se escondió en su cuello, sentí una mano en mi cabeza que acariciaba mi cabello. Habían pasado 2 o 3 horas desde que habíamos llegado, el efecto de la coca se estaba pasando y mi cuerpo se sentía cansado, me sentía con el estómago pesado y que me faltaba el aire, sentía que no estaba inhalando lo suficiente para llenar mis pulmones. Después de unos minutos de estar de esta forma sentí como yelo tiro su cabeza hacia atrás aún acariciando mi cabello, abría la boca y comenzaba a respirar por ella, largas inspiraciones salían de él y supe que se sentía igual. Giró su rostro para tener más contacto con el mío y mordí su cuello de una forma suave, lo que lo obligó a soltar un pequeño quejido de sus labios. Comencé a mover mi pelvis y él a tirar de mi cabello, todo suave y de una forma realmente excitante para ser mi primera vez, mis manos comenzaron a descubrir su pecho, estaba oscuro cuando abrí mis ojos.

– Bajemos – Susurró mientras se giraba y me besaba la mejilla.

No veía mucho y aún me faltaba el aire, intentaba controlarme inhalar más por la nariz que aún tenía resentida pero, no me había dado cuenta hasta ahora. Comenzamos a caminar hasta el auto, la toalla la dejamos donde estaba junto a la ropa, sabía que tenía que ir por ella pero podía ser en un rato, ver la silueta de yelo frente a mi, a la luz de la luna realmente era espectacular.

Al llegar al auto mi compañero abrió la puerta y saco nuevamente su mochila de la que sacó la cajetilla para volver a tirarla al asiento trasero, me ofreció un pito el que recibí con gusto, puso su encendedor entre los dos y lo encendimos al mismo tiempo. Estábamos apoyados en el auto, viendo la hermosa vista que nos mostraba el planeta, una hermosa noche estrellada donde nuestra única luz era una luna llena realmente gigante que alumbraba perfectamente el mar, el cual emitía un sonido relajante al reventar sus olas, en un momento me vi delante del yelo, mirándolo mientras él sonreía tímidamente, tomé su cintura cuidando no quemarlo con el pito y lo puse sobre el capó de su deportivo, no puso ninguna resistencia estaba tan dócil como un cachorro, le di una profunda calada a mi pito y tire el humo sobre su cuello, muy cerca de su oído. Comenzó a recorrer mi espalda con sus manos, con facilidad llegaba a mi trasero el cual manejaba como los dioses, yo por mi parte recorría sus muslos con total autoridad sin llegar a rozar su miembro. Acerqué su cuerpo al mío para tener un contacto completo de nuestros cuerpos, calábamos de nuestros pitos mientras nos mirábamos para volver a tener nuestras manos en el cuerpo del otro, estaba haciendo frío así que me aleje de él y partí a buscar nuestra ropa

– ¿Enciendes la luz del auto? – Pregunté cuando estaba llegando a la toalla.

No recibí respuesta en palabras solo las luces del auto que apuntaban directamente a mi posición, me vi desnudo frente a dos luces amarillas y la risa salió de mi boca, me imaginaba en una película porno o en un estudio de fotografía posando desnudo frente a muchas personas lo que provocó que me sonrojara inevitablemente.

– ¡¿me veo rico?! – Grité en dirección a las luces y escuché su risa.

– ¡Demasiado! – Fue la única palabra que me dirigía desde hace casi 1 hora.

Tomé la ropa del suelo, la sacudí y me devolví al auto, en ese momento el yelo apagó las luces y todo quedo completamente a oscuras, mis ojos aún no se acostumbraban a la oscuridad de la noche después de esos focos apuntándome

– Acá – Escuché su voz a mi izquierda por lo que giré mi dirección siguiendo el sonido de esa respiración tranquila.

– Lo logré – Reí mientras afirmaba su cintura con mi mano izquierda y dejaba la ropa sobre el capo.

Separé su polera y la sacudí, verifiqué cual era la posición correcta y se la puse, luego repetí el paso con la mía mientras él se ponía la ropa interior y los pantalones cortos, hice lo mismo mientras él me miraba sentado sobre el capo en completo silencio.

– Estás muy callado Yelo, me pones nervioso – Mis manos se posaron en sus muslos y él solo sonrío de lado

– Estoy un poco cansado y ésto me relaja bastante – Susurró mientras yo acariciaba su mejilla – A parte también disfruto la compañía.

– ¿Vamos? – Me guiñó un ojo mientras bajaba del capo y su cuerpo se pegaba al mío.

Hasta que mi cuerpo aguante [Historia Gay] (GOTH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora