El comienzo de Esa Noche

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-Es una forma de hablar, tonto. –Y continuaron con su beso. – gracias por enseñarme ese canción Jellal... -Le susurro mientras continuaban ese beso.

Y es que Jellal aparte de hacerle sentir libre con aspectos de su vida también le enseño con música y con paisajes imposible como visitar barrancos y algún que otro prado fuera de lugar del mundo.

De mientras ella se lo compensaba prestándole libros, enseñándole alguna que otra cosa y por supuesto aparte de con mucho amor y romanticismo, ayudándole con ciertas cosas de su vida.

-Jellal, no podemos. –Dijo en cuanto notó una de las manos de él en su torso. –Mi abuelo está demasiado despierto hoy y aparte tengo examen mañana. –Dijo con tristeza. –Perdóname.

-Ey, no pasa nada. –Le beso la mejilla. –Luz mía, pues yo esa condición. –Le hizo sonreír con un mordisco en el hombro. –Venga, enséñame que estabas estudiando. –Se sentó en la silla y le obligo a sentarse encima. –Filosofía, ¿no? –Dijo mirando unos apuntes.

-Sí. –Ella seguía embobada con la amabilidad de su novio. –Jellal. –Ambos se miraron.

-Dime. –sonrió divertido al ver que Erza no sabía muy bien porque le había llamado. -¿Me lo dirás? -Ella negó mientras cogía su apunte.

-Notó un bulto.

-Pues es tu culpa. –Le besó el hombro y ella no pudo evitar reírse.

-Quédate conmigo a dormir. –Casi fue como una súplica.

-Si lo hago, me tendré que controlar mucho. –Sonrió divertido y ella le devolvió la sonrisa. –Pero creo que podré.

-Confió en ti. –Y justo eran las palabras que más le gustaban a Jellal, esa y sus "Te quiero" o "Te amo boxeador"

-No te decepcionaré. –Volvió a besarle el hombro y esta vez dejo a Erza que se concentrase... o bueno... eso intentaba.

Pero al ser el tipo malo del barrio le costaba ser bueno y le encantaba jugar con ella, sobre todo cuando el juego acababa en beso.

Pero así eran sus visitas.

Diversión y comprensión. Entretenimiento y perversión. Estudios e interacción.

-Será mejor que me acueste yo también. –Dijo mirando a su boxeador que ya estaba aposentado en la cama mientras dibujaba algo.

-Te esperó aquí, sin camisa sólo con mis calzoncillos. –Le guiño un ojo.

-Pervertido pero deseable. –Sonrieron. -¿Qué dibujas? -dijo cerrando sus apuntes y yendo hacia la cama.

-Sorpresa. –Sí, eso hizo que Erza tuviera más curiosidad. –Ven y te muestro, niña pequeña. –Y feliz pero no por su apodo, fue al lado de su boxeador y se metió en la cama. –Ten.

-¿yo de espaldas? –dijo divertida. –Diría que tengo el pelo más largo. –Como le gustaba meterse con los perfectos dibujos de él.

-Pelirroja... -vio como reía entre dientes.

-Como siempre es perfecto. –Lo cogió y lo observo mejor. –Lo pondré junto a los otros. –ilusionada por el arte de él quiso salir para así colgarlo pero un fuerte brazo la freno, una mano cogió su dibujo y lo dejo en la mesilla. –Ey.

-Ya mañana, debes descansar. –La giro y la colocó en su duro pecho. –duerme tranquila.

-Jellal... quería colgarlo. –Él ignoró el puchero y le besó la nuca. –Pero te sigo queriendo. –dijo como una niña pequeña.

La apretó más en sus brazos, sabía que el ser tan adorable era horrible para él, no podía controlar sus impulsos cuando ella se ponía así.

-Si sigues así, hoy no duermes. –Ella se elevo para mirarlo. –Y gracias. –LA dejo confusa.

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