Capítulo 22

10.8K 1K 61
                                    

(Emma)

- ¡Por amor a todo lo sagrado, milady!- exclamó mi criada.

A penas y posé mi vista sobre ella.

- Buenos días también para ti, Mary- musité.

Ella frunció el emtrecejo.

- ¡Apostaría mi vida a que usted no ha dormido nada!-puso una bandeja de comida ante mi- se encuentra en la misma posición en que la dejé anoche.

- No pude dormir- mascullé.

Negó con la cabeza.

- Aquí está su desayuno.

Hice mi rostro a un lado. Me negué a comer una vez más.
Mary me contempló apenada y sumamente angustiada.

- Debería comer algo milady, o afectará seriamente su salud- musitó preocupada.

- No tengo hambre esta mañana-  musité, sin poder esbozar una sonrisa. Levanté la vista hacia ella y agregué- ¿ llegó alguna respuesta de Su Excelencia?

Las criada evitó mi mirada.

- Me temo que no, milady.

Asentí conteniendo las lágrimas.

- Lamento su situación Lady Emma, seguiré atenta a la correspondencia. Se lo prometo.

Traté de darle una sonrisa, pero fracasé en mi intento.

- Si no desea nada más, debo retirarme- murmuró apenada- la condesa ha dado órdenes específicas de no permanecer mucho tiempo en su habitación.

Asentí nuevamente, mientras escuchaba a mi criada poniendo nuevamente el cerrojo. Mi ánimo se hundió aún más, si aquello era posible. Me encontraba sola, y por primera vez en mi vida yo tenía miedo.

Dominick debía odiarme a proporciones astronómicas, si había sido capaz de haber ignorado mi pedido de ayuda, y no podía culparlo. No después de la forma tan horrible en que le había tratado. Él se ofreció a sí mismo en cuerpo y alma; y yo, por ser tan estúpida y excusarme en mi lealtad hacia mi padre, le había dado la espalda a todo lo que podía significar nuestra felicidad.

Prácticamente había tomado su corazón y le había hecho pedazos por nada. Sorbí mi nariz, conteniendo las lágrimas. Me sentía tan tonta por haber renunciado a él. Evidentemente había estado terriblemente equivocada al pensar que por una vez en la vida de papá, él podía necesitar de mi apoyo.

Un alboroto, y el sonido de mi puerta abriéndose, distrajo mis pensamientos.

-¡ Milady, por la ventana, apresúrese!- exclamó Mary entrando por la puerta.

Me apresuré hacía una de las grandes ventanas de mi habitación, observando ansiosa hacia donde indicaba mi doncella.

Olvidé como respirar. El corazón latió imposiblemente rápido dentro de mi pecho. No podía ser cierto, ni podía ser real. Sin embargo, frente a la enorme casa señorial, siguiendo el camino hacia esta, avanzaban rápidamente un hermoso caballo negro y sobre este...
Dominick.

Miré con asombro y alegría, hacia Mary, quien miraba con la misma expresión.

- ¡Ahora está a salvo, milady!- exclamó feliz..

-  Él vino por mi- susurré maravillada e imposiblemente enamorada de ese demonio de ojos azules.

- ¡Ahora podrá irse a su verdadero hogar, milady!- exclamó Mary con risitas.

- Estoy a salvo- musité encantada- podré irme de aquí.

- Aún tengo planes para ti, mi querida hija- exclamó la voz de mi padre, sorprendiéndonos a ambas- ¡Aléjate de la ventana!

Endurecí mi expresión y levanté la barbilla para esconder mi miedo. Éste caminó apresuradamente hasta tomar mi brazo de forma salvaje y dolorosa y empezó a arrastrarme fuera de mi habitación.

- ¡Suélteme!- exclamè enfurecida una y otra vez.

- ¡Emma guarda silencio y avanza! - exclamó molesto, mientras me arrastraba escaleras abajo.

- ¡HE DICHO QUE ME SUELTE, PADRE!- Levanté la voz, mirándolo enfurecida.

- ¡CIERRA LA BOCA, MALAGRADECIDA!- gritó papá, apretando cruelmente mi brazo.

Lo miré furiosamente conteniendo un gemido de dolor. Mi padre me siguió arrastrando, luchando contra mis gritos y pataletas, dirigiéndome por el ala del sevicio, atravesando pasadizos oscuros para detenernos frente a una puerta amplia y negra.

El miedo invadió mi sistema. Este era el ático. Un lugar oscuro, sin ventanas, ni ventilación alguna que contenía cosas viejas, olor a moho; el cual era evitado incluso por el personal de la casa.

- ¡ENTRA ALLÍ !- exclamó furibundo.

Negué con la cabeza, conteniendo lágrimas de furia.

- Sabes que me cuesta respirar en lugares cerrados- musité sintiéndome aterrada- por favor, no lo hagas, papá.

- ¡Entonced haznos un favor, mi querida niña, y deja de respirar!- respondió mientras me empujaba dentro de la habitación.

Fui arrojada sobre un mueble viejo, causándome un agudo dolor.
Sin molestarse en ver mi estado, papá cerró la puerta, dejándome en la oscuridad absoluta. Presa de terror, aporree la madera con mis pocas fuerzas.

- No te molestes querida, nadie te escucha, y mucho menos él - musitó antes de irse.

Traté de contestarle, pero me costaba respirar, como siempre que me encontraba en lugares pequeños y estrechos como estos.
Empecé a sentir mareos. Lentamente me deslicé hasta tocar el piso, a cada segundo me sentía más débil.

- Estoy perdida- susurré a la oscuridad.

no me odien 😭😭😭😭
. besos, karito

ProtégemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora