Capítulo 22: Praderas

Começar do início
                                    

    Balanceé mi cadera para golpear su cuerpo y regresarlo a la realidad. Le dediqué una sonrisa.

    — Vayamos por algo para perseguir — propuse.

    Cruzamos la llanura, ignorando a los antílopes, para llegar a nuestro verdadero objetivo: la planicie donde habitaban las liebres. Robert había avanzado mucho durante las últimas semanas, pero debía ser sincera: seguía siendo un fracaso como cazador. Una presa pequeña era perfecta para sus primeros intentos.

    La única desventaja era el terreno: la planicie estaba desprovista de hierba alta o cualquier otro objeto que nos ayudara a escondernos. Avanzamos con el pecho pegado a la tierra, uno al lado del otro, hasta estar lo suficientemente cerca de una de esas liebres. Era un animalillo pequeño, de pelaje gris poco llamativo y una nariz que parecía jamás detenerse. Poseedor de largas orejas y patas gráciles, era la presa ideal para practicar sus habilidades de sigilo y velocidad.

    Con una mirada, le indiqué que se acercara a la acción por su cuenta. El león se agazapó y avanzó cautelosamente hacia el animal. Escuché el crujido de una rama, cosa que me tomó por sorpresa. ¿No le había dicho que fuera cuidadoso? Pero el sonido no parecía provenir de la dirección de mi amigo... algo andaba mal. La liebre se percató también del ruido, olvidándose de aquello que estaba haciendo para observar a su alrededor. Robert se detuvo, como yo ya esperaba que hiciera. Pero un extraño ronroneo acarició mis oídos. ¿Qué estaba pasando?

    Apenas fracciones de segundo después, y justo cuando el león se preparaba para atacar, una figura amarillenta irrumpió en la escena y corrió tras la liebre que estábamos acechando. Era un guepardo de tamaño medio. ¿Cómo es que no nos habíamos dado cuenta de que había alguien más acechando la misma liebre?

    Estaba a punto de decirle a Robert que nos retiráramos cuando lo vi ir tras el guepardo. No podía culparlo: ya le habían arrebatado muchas veces sus presas como para permitirle a un extraño hacerlo también. Pero era una carrera absurda, nunca podría ganarle a un guepardo al correr. Me levanté y me moví tan rápido como me lo permitían mis patas, pero ambos felinos llevaban ya varios metros de ventaja.

    De alguna forma, el guepardo viró hacia la derecha y Robert pudo intersectarlo. Ambos cazadores se golpearon entre sí, rodando varios metros sobre la hierba y levantando una estela de polvo a su paso. ¿La liebre? Había tenido suerte en conseguir un día más de vida. La observé correr lejos de la escena, como si aún fuera perseguida, hasta que se deslizó dentro de una madriguera en la tierra y desapareció de mi vista.

    Corrí hasta llegar al lado de Robert para asegurarme que estuviera bien. El chico se levantó poco antes de mi llegada, observando la escena. Sostenía una rama con el hocico, misma que escupió al notar su error. No pude contener una carcajada.

    — Felicidades, acabas de atrapar una vara, la presa más difícil y exótica de toda África — me burlé.

    El moreno abrió la boca, claramente con la intensión de soltarme algún insulto, cuando un chillido capturó nuestra atención. El guepardo, un macho joven, se levantó de alguna parte cerca de nosotros hecho una furia. Su delgado cuerpo no dejada de dar piruetas y giros, mientras gruñía y lanzaba zarpazos al azar. Robert y yo nos vimos en la necesidad de huir para no ser alcanzados por alguna de sus garras. Era impresionante la velocidad y agilidad que tenía.

    En un segundo, se detuvo, nos miró fijamente y chilló con voz aguda:

    — ¡Mamá!

    Aproximadamente a 100 metros de nuestra posición, logré divisar la cabeza de un guepardo adulto asomarse entre el pasto. Sus ojos tardaron fracciones de segundo en localizar a la cría y, por ende, a nosotros. No me gustaba nada esa idea. Era lógico que en un enfrentamiento, dos leones pudiesen ganar fácilmente contra un guepardo debilucho. Pero se trataba de una madre furiosa, y nunca nadie debe meterse con una madre furiosa.

Lian's StoryOnde histórias criam vida. Descubra agora