Capítulo 30: Visitas

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Para el cuarto día, me sentía fatal. Pasar casi todo el tiempo en casa no era bueno para mí. Pero tampoco me apetecía salir sabiendo que no tenía nada que hacer afuera. Arafa y Danny eran agradables, y eran mi excusa para ver a Robert sin acercarme, pero no era suficiente.

Moría de ganas por hablar con él. Pero también moría de curiosidad por saber el resultado de mi pequeña jugarreta. Todo el tiempo reñía entre ese deseo por saber y el de rendirme ante el león. No importaba lo que estuviese haciendo, o dónde me encontrara, o con quien estuviera, esos sentimientos no se detenían.

Y rápidamente me quitaban la energía para todo.

Era temprano en la mañana y yo ya me sentía hastiada de todo. Apenas abrí los ojos y noté que la lucha interna seguía activa, di por sentado que sería otro día de mierda. Deje que la manada saliera de la guarida sin decir nada, yo permanecería tumbada en mi lugar hasta que me ganara el hambre... o cualquier otra necesidad natural. Para mi suerte nadie me molesto, y pude hundirme plenamente en mis pensamientos.

Cuatro días. Era demasiado tiempo sin Robert ¿No me extrañaría él también? ¿No tendría curiosidad de saber por qué de repente había dejado de hablarle? ¿Qué haría si nunca se acercaba a buscarme? ¿Debería esto ser razón para hablar con él? Y si, por el contrario, llegaba a buscarme ¿qué explicación le daría?

Decir un Oye, estaba experimentando contigo no se oía muy agradable.

- Lian - llamó la voz de Elanna a mis espaldas. - Preguntan por ti aquí afuera. ¿Quieres que diga que no estás?

Mi corazón dio un salto de sorpresa. Y con él, el resto de mi cuerpo. ¿Al fin había acabado la espera?

- ¿Es Robert?

- No sé cuál de todos tus amigos es Robert.

- Bien, ya voy.

Mi prima pareció extrañada, pero no hizo ningún comentario al respecto. Salí de la guarida mientras me acomodaba discretamente el pelaje. Antes de asomarme por los peldaños cuadre los hombros y me las arreglé para mantener una expresión pasiva. Relajé mi andar y baje con tranquilidad. No quería que notara que lo estaba esperando ni que estaba ansiosa por verlo.

Cuando llegue a la parte baja me lleve una sorpresa. No era Robert quien había venido, era el grupo de Oswald. El león venía acompañado de Edward, Yudhenic, Karen y Mahary. Debo admitir que me desilusionó bastante en un principio, pero sus sonrisas de alegría al verme llegar me hicieron sentir un poco mejor.

- ¡Lian! - saludó Karen.

- Qué bueno ver que estás bien. Estábamos preocupados - dijo Yudhenic.

- ¿Preocupados por qué?

- No te hemos visto en tres días - explicó Edward. - Creímos que te habías perdido otra vez y si yo estoy aquí, ¿quién va a encontrarte ahora?

Luego rio con esa extraña risa suya que parecía un gorgoreo.

- Apenas salgo de casa, no creo volver a perderme en un buen tiempo -sonreí.

- ¿Y por qué no? ¿Todo bien? - preguntó Mahryi. - ¿Por qué no has ido con la manada?

Solté un suspiro.

- Bueno, ya que vinieron hasta acá para verme supongo que deben tener mucha curiosidad - baje la mirada. Las palabras que estaba a punto de decir me sabían raras. - Estoy molesta con Robert.

- Pero ustedes son tan unidos - comento Karen.

Levante la mirada para verla. Todos tenían la misma cara de intriga.

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