Capítulo 20: Algo nuevo

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    Yudhenic no me quitó el ojo de encima en todo el tiempo que tardé en comer. Parecía que podía leer mis pensamientos. No se apartó de mí hasta que Oswald empezó a quejarse de un dolor de cabeza. Con ayuda de Louis y Ralph, lo llevaron a la sombra de una acacia para que pudiese tomar una siesta hasta que se sintiera mejor.

   Y no era para menos: yo misma había pasado un día desmayada gracias a un accidente similar.

(No me gusta tomar soundtracks de otras películas, pero haré un excepción este vez)  

    Aprovechando la distracción, me escabullí entre los matorrales para ir en busca de Robert. La hierba era tan alta en el pastizal que me resultó bastante sencillo pasar desapercibida. En cierta forma, me recordó a cuando era cachorra e intentaba fugarme de la Roca del Rey para ir a jugar. Mamá terminaba por descubrirme la mayoría de las veces, pero esta ocasión era diferente: esta vez sabía lo que tenía que hacer. Si un antílope no podía descubrirme acercándome a él, una leona no podría verme alejándome.

    Cuando los pastizales altos llegaron a su fin, yo ya estaba lo bastante lejos del grupo como para que alguien pudiese reconocerme. Inicié mi carrera sobre el mismo camino que había visto a Robert tomar hacía un par de horas. Continué corriendo en la periferia del bosque hasta llegar a su fin, y seguí hasta toparme con el valle sur de las Praderas. Era un hermoso páramo a un nivel más bajo que el resto de la sabana, y era ahí donde habitaban los animales grandes: elefantes, jirafas, hipopótamos e imponentes rinocerontes. Al Este quedaba delimitado por la parte inicial de la cordillera que comenzaba en la pradera donde cazábamos, y al Sur se encontraba el Gran Cañón. Un escalofrió me recorrió la espina dorsal al verlo de nuevo.

    Decidí hacer caso omiso de él y empezar a descender la cuesta que me guiaría hasta el valle. El sol comenzaba a bajar, y antes de que me diera cuenta, estaría demasiado oscuro para seguir fuera de casa. Mi familia seguro se preocuparía si no volvía a tiempo, y Robert tendría que dormir solo y a la intemperie si no lo encontraba para entonces. No sería agradable para ninguno.

    Pero en un territorio tan extenso, ¿cómo podría saber a dónde había ido? ¿Realmente habría bajado al valle, como estaba haciendo yo? ¿O había optado por ocultarse en algún otro sitio? Podría haber corrido de vuelta a la protección del bosque, o tomar la planicie central, pasar frente a la Roca del Rey y regresar a su guarida. ¿O habría ido a explorar solo?

Mierda, ¿por qué es tan difícil?, me quejé en mi mente.

    Mis garras se aferraban con facilidad a la tierra cubierta de pasto fresco, pero no por ello debía tomar menos precauciones. Los accidentes casi siempre ocurren cuando uno está desprevenido y confiado. Llegar hasta el valle me tomó cerca de cinco minutos. Una vez abajo, toda una nueva zona se extendía frente a mí. ¿Dónde debía empezar a buscar?

    Realicé un veloz escaneo del área. Escruté el horizonte en busca de pistas. Observé la cordillera, límite de nuestro territorio, y los pequeños grupos de árboles que se extendían en todo el valle. A lo lejos había un pequeño grupo de elefantes, y un rinoceronte solitario pasaba el rato masticando algunas plantas. Vi un pequeño lago, atestado de hipopótamos, y el río que lo alimentaba y guiaba en dirección a las Tierras Bajas, fuera de nuestro territorio. Un grueso tronco, antes un baobab joven, se había partido como consecuencia de la fuerza de las lluvias y su tronco estaba sostenido por un par de piedras que amenazaban con venirse abajo en cualquier momento.

    Y justo detrás de este incidente natural, encontré a Robert. Un chispazo de alegría me recorrió al reconocerlo. El león estaba tendido en la hierba, con las patas recogidas y de espaldas a mí. Parecía bastante concentrado en... lo que fuera que estuviese observando. Aprovechando esto, me acerqué sigilosamente a él, pensando en saltarle encima. Pero, segundos antes de hacerlo, decidí que no era la mejor forma de entrar en escena. No lucía lo suficientemente alegre como para juegos, y no creía que lo estuviera en un par de horas más.

Lian's StoryOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz