Capítulo 20: Algo nuevo

Start from the beginning
                                    

    Rodeé el tronco y, civilizadamente, me aproximé a él.

    — ¡Hey! Aquí estas. Llevo toda la tarde buscándote.

    Robert me miró de reojo. Y ese fue todo su diálogo.

    Tenía las cejas rectas y los labios fruncidos en una expresión que no supe clasificar. Parecía una mezcla de tristeza y enojo, pero también lucía como si estuviese profundamente concentrado en algo. Me tumbé a su lado sin que moviera un solo pelo. Su mirada estaba fija en el horizonte, y el sol, que empezaba a caer, iluminaba sus ojos desde un ángulo que los hacía brillar en una curiosa tonalidad miel.

    — ¿Qué sucede? — me atreví a decir al fin. — ¿Aún te sientes mal por lo de hace rato?

    — ¡Es la actitud de Oswald la que me molesta! — dijo al fin, poniéndose de pie para caminar en círculos. —A eso me refiero cuando digo que son groseros. Él y todos los demás siempre actúan así, y me culpan sin saber nada.

    Lucía bastante molesto. Empezaba a cuestionarme si había hecho bien en ir, desobedeciendo a Yudhenic, pero la curiosidad pudo conmigo.

    — ¿A qué te refieres?

    — Ellos siempre están ahí, criticando todo lo que hago. No sé cómo cazar, pero nadie se detiene a corregirme o a ayudarme. Hago lo mejor que puedo, pero a veces ni siquiera eso es suficiente. Siempre están hablando, burlándose de lo que hago.

    Se recostó delante de mí, observando sus patas mientras jugueteaba con una mata de pasto.

    — ¿Cómo estás tan seguro?

     — Los he escuchado hablando a mis espaldas, siento sus miradas acusadoras cuando me ven.

     — ¡Pues déjalos hablar! — exclamé. — Sus opiniones no deben afectarte, no puedes ir por la vida complaciendo a todo el mundo.

    Suspiró.

    — Ya sé que no, pero es muy difícil hacer las cosas bien cuando todos esperan que te equivoques. No quisiera admitirlo, pero es bastante desalentador... Creen que soy un inútil, demasiado torpe para poder siquiera competir con ellos. Por eso prefiero apartarme, antes que ser juzgado sin que me conozcan. Todos lo hacen.

    No me miraba a los ojos, pero pude saber que aquello era una confesión importante, algo que realmente sentía. Y yo estaba siendo testigo de eso. Ver que aquellas palabras le herían me hacía sentir mal a mí también, y sufrí por verlo así. ¿Por qué podía empatizar tan fácilmente con él, y a tal grado?

    Algo en esa expresión triste, en esos ojos ligeramente húmedos como reteniendo el llanto, en esos labios mordidos para evitar hacer algún sonido, me atraía profundamente. Era una sensación nueva, como si quisiera congelar el momento para poder observarlo más a detalle y perder el tiempo recorriendo cada línea de su rostro. El impulso de abrazarlo y estar junto a él empezó a crecer dentro de mí, pero no era el momento adecuado para ellos.

    Me limité a posar mi pata sobre la suya. El contacto y la cálida sensación de su piel bajo la mía me provocó un escalofrío extrañamente agradable.

    — Yo no lo hice cuando te conocí — admití.

    — ¿En serio? — sus ojos se detuvieron en los míos, con un haz de esperanza iluminándolos. — Entonces, ¿qué pensaste?

    Prefería ahorrarme los recuerdos de ese día.

    — No lo recuerdo — dije. — Estaba... algo decaída cuando tú apareciste. Pero uno es mejor que nada.

Lian's StoryWhere stories live. Discover now