22.

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Bajaron del auto el clima estaba húmedo, eran cerca de las doce de la noche el cielo estrellado rodeaba una hermosa luna menguante que brillaba en lo más alto. El joven permaneció inmóvil por un instante con los ojos moviéndose como canicas en una partida entre dos pequeños niños, colocó a Leyna detrás de él queriendo protegerla de algo.

- Quiero que corras a la casa Leyna – la sujeto del rostro – no te detengas, no mires atrás de acuerdo.

- Pero que sucede Owen me asustas

- Un vampiro esta muy cerca – la beso rápidamente – tienes que irte a la casa yo lo detendré

- Tú solo – exclamo – no te dejare. 

- Tienes que hacerlo, podré yo solo ya lo he hecho créeme hermosa no es la primera vez – la soltó – ahora ve, corre.

Leyna dio un tras pie antes de salir corriendo, detrás de ella escucho el gruñido de Owen al transformarse en lobo, lo miro saltar sobre una barda hasta que desapareció.

Un golpe seco sonó entonces delante de ella, lo miró un hombre alto de cabellos negros cayendo de un solo lado se acercaba a ella, de las manos escurría sangre Leyna se horrorizo al verlo.

- Tu – hablaba casi a susurros – eres tu – le toco el rostro Leyna se paralizo al tenerlo tan cerca – una cazadora...

La inspeccionaba minuciosamente

- Déjame – respiro el aliento del vampiro, el aroma de la sangre.

Disimuladamente buscaba entre las cosas de su pequeño bolso la botellita de agua que esa misma mañana había bendecido – no quiero hacerte daño.

El vampiro río mostrando los colmillos – tu no quieres hacerme daño a mi – volvió a acariciarla – pero yo si quiero cariño.

La sostuvo con fuerza acercando los colmillos a su cuello, Leyna por fin logro sacar la botella que con rapidez abrió para lanzar el liquido sobre el vampiro que de inmediato chillo al sentir el agua tocarle el rostro. En el lugar donde el agua cayo la piel parecía quemarse.

- Eres una...

Antes de acabar la frase el lobo le salto por detrás hasta arrancarle un brazo cuando apareció un lobo mas grande y mordisqueo el torso completo hasta que el vampiro dejo de moverse.

- Rápido la estaca – gritó Adolph, el lobo grande resultó ser él, Owen corrió hasta el carro y de la cajuela saco la estaca se la arrojó a su padre quien la enterró en el pecho del  vampiro.

- Tu daga Leyna apresúrate

- No la tengo, no se donde quedo.

Owen volvió a ser un lobo y con el hocico le arranco la cabeza después de dos intentos.

Adolph la miraba con molestia, camino hasta su auto de una vieja mochila saco una daga plateada muy parecida a la que Licaón le dio unos días antes.

- Esto debes cuidarlo con tu vida – coloco la daga en la mano de la chica – que no se te olvide para la próxima y si es posible no te la quites.

- No deberías hablarle así – se interpuso su hijo – fue un descuido

- Pues ese descuido te pudo haber costado la existencia

- Nada paso, aquí sigo – tomo la mano de Leyna.

- Tu papá tiene razón fui tonta al olvidar mi arma pero no volverá a ocurrir.

El Regreso del PríncipeWhere stories live. Discover now