15.

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Corrió aprisa alejándose lo mas que pudo del edificio hasta llegar a Central Park fue ahí en donde se derrumbó sobre sus rodillas confundido la cabeza le giraba algo que nunca sintió antes era mas humano de lo que creía, se odiaba arranco con un movimiento la corbata de su cuello y la arrojó con fuerza para su fortuna a esa hora ya no había gente que lo pudiera observar dio con el puño sobre el césped dejando un hueco en la tierra la amaba pero se negaba a sentirlo.
-Porque no puedo ser libre, porque tengo que ser lo que soy... -sentia rabia y por sus lagrimales empezó a escurrirle un hilo de sangre -no, no, no jamás -se levanto y aun con los ojos llenos de lagrimas sangrientas camino con sigilo había escuchado a un vagabundo buscando entre los basureros algo para comer; lo observo a lo lejos y en tan solo un segundo se abalanzó sobre de el viejo para cortar su garganta con los afilados dientes, el anciano lo miro atónito antes de morir, luego gimió y dejo de respirar.
-eso si ha estado bien -se dijo al enjugarse los labios- esto es lo que hago y lo que soy no un tonto humano sentimental, necesito mas tengo que hacerlo antes de volver debo sacarme la estupida idea del amor de la cabeza antes de regresar o se darán cuenta. Camino con la camisa entre abierta, con el saco intento cubrir algunas gotas de sangre que habían caído en ella del hombre al que acababa de matar siguió caminando los ojos apuntaban al cielo como rogando algo, pidiendo alguna caridad para su débil alma; llego a un callejón y se detuvo en la esquina justo donde la obscuridad comenzaba, espero a su presa hasta notar el aroma de sangre sin pensar y sin ver de quien se trataba simplemente brinco con la mandíbula totalmente abierta y devoro al par de hombres que se acercaban hasta no dejar una gota de vida en ninguno y con la fiereza de una bestia les arranco los brazos para beber la sangre que de ellos escurría, en la penumbra del callejón era libre, se llenó las manos por completo de la sangre, la olía y la lamia no podía negar nunca que era exquisita y lo mejor era que lo hacía olvidar lo sucedido volvía a llenarse del poder del vampiro que era. De un salto llego hasta la azotea de un edificio se sentía fuerte, quizá poderoso, lo podía todo no existía nadie que lo detuviera ni siquiera una mujer, mucho menos una mujer. De azotea en azotea llego hasta el bar de muerte que era su hogar.
-Es el momento - miro a su clan que parecía asustado al verlo eufórico -muévanse pedazos de cadaver o no dudaré en acabarlos.
Los jóvenes se pusieron de pie
-Y yo...
-Tu iras al frente. -miro a Cyrene -a mi lado - la beso con pasión.

El Regreso del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora