12.

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Conversaban acaloradamente los dos vampiros recostados en la cama, como en sus buenos tiempos solían hacerlo cuando la bella joven le contaba cuentos de hadas al niño tudor quien le observaba con asombro los hermosos y redondos senos solo queriendo encajar el diente en alguno, no era que fuera un pequeño perverso precoz sino que siempre sintió ganas inmensas de probar de su sangre. Cyrene desprendía un olor tan llamativo una mezcla extravagante muy difícil de describir pero lo que mas se acercaba era el aroma de las frutas del bosque recién cortadas, frescas como su carne con la diferencia en que su piel era tan blanca y lisa casi como la nieve que se veía caer por la ventana.
-Que fue lo que te hizo cambiar, dime Tudor por que quieres llevarme contigo después de que te lo suplique infinitas veces sin obtener el si. -le besaba las palmas de las manos mientras se meneaba entre la sabanas completamente desnuda.
-Últimamente eh pasado mucho tiempo pensando en ti querida -paso la mano derecha por su cabello - creo que serás buena para mi y mis planes...
-Y que es lo que planeas, podrías contarme.
Se levanto un poco para acomodarse recargando la cabeza sobre la cabecera. -de acuerdo te diré pero confío en que no le dirás a nadie serás la única en saberlo al menos por ahora esta bien.
-Prometido -cruzo dos dedos sobre su corazón.
-Tengo pensado acabar con algunos clanes... Clanes enemigos claro y tu me ayudaras.
-Pero, acabaras con los nuestros -se angustio un instante dibujando en su bello rostro una línea horizontal sobre su frente cargándola de años de repente. -porque quieres hacer eso.
-querida mía solo acabaré con los tontos y los mas débiles para después formar una nueva raza, una renovada y más fuerte y así poder gobernar con dignidad.
-Bueno quizás tengas razón -guardo silencio -juntos podríamos traer al mundo una nueva raza de vampiros - sonreía como una loca acariciandole el vientre descubierto -me gustaría tanto convertirme en tu señora.
Tudor no se inmutó por el comentario, ni por las caricias que cada vez subían su intensidad se encontraba pensando en la chica, aquella a la que no veía desde el mes anterior le había parecido una eternidad y ahora estando en la cama con Cyrene solo deseaba estar con ella y sentir el calor de su cuerpo, aspirar su aroma, el aroma de la vida, el aroma a ser humano.
-No estas de acuerdo -volvió a escuchar la voz de la mujer a su lado -que dices...
-Bueno tendría que meditarlo pero no me desagrada la idea.
La tomo del cabello para llevarla hasta sus labios y la beso, en su mente solo se encontraba una mujer, una joven hermosa que le sonreía con humana dulzura.
La vampiro sucumbió a los deseos de su cuerpo y como Amazona tomo a Tudor hasta el extasis.
Las horas dentro de ese lugar parecían no pasar, el tiempo permanecía estático ya que ni un solo rayo del sol se atrevía a cruzar por las empolvadas ventanas. Las pesadas cortinas de color carmín decoradas de encaje negro hermosamente bordadas por Carmen la compañera de Bertram desde hacía ya algunos siglos cuando esta le ofreció el regalo mas tétrico que un amor puede ofrecer, la vida eterna y condenada a matar. Carmen había sido una joven adinerada en aquella época en la que el dinero era el pase mas importante para alcanzar el éxito en el gobierno. Hija del archiduque Luis armando de Mónaco, para ella el titulo era lo d menos se sentía igual que cualquiera de sus mucamas inclusive era aún más humilde pero sus padres no lo eran y la mantuvieron encerrada por varios años ya que su belleza le acarreaba riesgos en sus buenas labores habían intentado violarla dos veces y por su bien la escondieron un tiempo. En esos días cuando la soledad le pesaba más que nada comenzó a presentar una extraña fiebre nocturna acompañada de pesadillas en la que un animal la perseguía por el bosque hasta devorarla una noche después de su mal sueño despertó agitada y con el pelo pegado a su pecho del sudor, sentía la sangre hervirle dentro del cuerpo y aun retirándose toda la ropa seguía con la fiebre fue entonces cuando apareció de entre las cortinas de su habitación justo iguales a las de la taberna. Camino hacia ella un hombre delgado con el bigote bien perfilado aferrando la mano a un elegante bastón.
-Que hace aquí -se dirigió Carmen alcanzando la sabana para cubrirse. -quien lo ha dejado entrar.
-Eso no importa querida y he llegado hasta ti porque tu me lo has pedido. -le acaricio la mejilla.
-Eso es mentira yo ni siquiera lo conozco -se aferraba a la sabana, intento caminar hasta que su cama le impidió seguir con su paso. -gritare si no sale en este momento.
-Tranquila yo solo quiero ayudarte, se lo que has pasado últimamente, se que no disfrutas de este encierro, lo odias.
-Es por mi bien mis padres solo lo hacen por mi bien...
-Claro yo también lo haría pero acaso no te gustaría salir y ser libre, sin que nadie te hiciera daño, ser inmune al dolor...
-Eso es imposible
-No lo es yo puedo ayudarte si quieres claro.
-quien es usted responda primero y porque me quiere ayudar.
-Soy un buen amigo, mi nombre es August y se que serás perfecta.
-Perfecta? Para que...
-Para la inmortalidad -sin decir otra cosa se lanzó a su yugular y bebió de su sangre cuando estaba a punto de desfallecer el vampiro se apresuró a transformarla haciéndola beber de su sangre, ella lo hizo con facilidad, él no se había equivocado ella era perfecta se habitúo al cambio en un solo momento había nacido para ser un vampiro.
Después de unos años de andar con August se canso de él y tomo su propio rumbo fue donde conoció a Bertram en un viaje a París. El hombre cosechaba las uvas de los viñedos del rey Enrique cuando lo vio, el torso desnudo, el sudor cayéndole por las sienes, se enamoro de él y tenía que hacerlo suyo espero hasta verlo solo y entonces lo atrapo no hubo marcha atrás se volvió en su compañero.
-Que me has hecho mujer -la cabeza le daba vueltas -que es esto que siento, porque todo me quema.
-Te elegí Bertram estaremos juntos para siempre.
-Que hiciste - se tambaleaba
-bebe te sentirás mejor. -arrojó a sus pies el cuerpo de una joven de tez oscura - ya sabes que hacer.
Bertram así bebió su primer sorbo y con el bebió las ansias de mas y mas sangre.
Carmen limpiaba la barra del mostrador cuando vio subir a Tudor, había tenido esos viejos recuerdos de ella y su pareja desde unas horas antes.
-Espera, ven un momento - le levantó la voz a Tudor antes de que saliera. -quiero decirte algo.
-Dime -se tiro en el banco frente a ella.
-Escuche que te llevaras a Cyrene es cierto.
-Si es verdad la necesito. -paso el dedo por el recién pulido mostrador, hacia un tiempo que no lo veía tan limpio. -a que se debe tu preocupación Carmen sabes que tu hija es... - sonrío - inteligente y sabe lo que le conviene.
-No lo dudo Tudor, no dudo de que sea inteligente pero si dudo que sepa que es lo mejor para ella. - se acercó aun mas a él - no quiero que la lastimes el tiene un buen don si piensas usarlo por favor no la pongas en riesgo ella esta cegada de amor por ti.
-No abra problema yo la protegeré - se pudo de pie - o acaso no he protegido a tu primogénito, lo haré bien no temas.
Salió dejándola con el trapo húmedo entre las manos y comenzó a caminar por la avenida.

El Regreso del PríncipeWhere stories live. Discover now