I.

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Se despertó con la respiración entre cortada sintiendo un escalofrío recorrerla no recordaba haber llegado a su casa y al mirar a su alrededor no alcanzo a reconocer algo. La obscuridad la cegó por unos instantes antes de que sus ojos se adaptarán a la tenue luz que brindaba únicamente la farola de la calle que iluminaba a través de una espesa cortina color salmón. Paso de nuevo la mirada y no reconoció nada en su espalda sintió la suave y cómoda cama que en definitiva no era la suya. Debió perderse después del cuarto tequila pues lo último que recordaba era un joven alto y bastante atractivo que la saludaba y le ofrecía una Margarita, no debí haber mezclado fue lo que pensó mientras intentaba tocar su cabeza que le punzaba pero al querer hacerlo algo se lo impidió, de sus muñecas tiraban unas pesadas cadenas que la mantenían unida a los pilares de la cama se asustó quizás tomar una bebida de la mano de un extraño no era lo mejor que pudo haber hecho pero aquel hombre tenía un encanto especial algo que le atraía de una manera inevitable. Movió las manos hasta hacerse daño en ambas, muñecas por tirar con extrema fuerza.
Volvió a mirar a ambos lados, nadie se veía al rededor.
-Alguien que me ayude. -fue lo único que se le ocurrió no sabía en donde se encontraba si había alguien a su alrededor.
Una silueta se dibujó al pie de la cama era el mismo chico que le había regalado la Margarita, a penas si alcanzaba a ver ese alborotado cabello que tanto le gusto de un color café claro con destellos dorados y no recordaba si sus ojos eran grises o avellana pero a la luz tan tenue parecían ser escarlata.
-No debiste aceptar mi copa- escucho su voz grave, varonil con un acento que distinguía -nunca te enseñaron que no debes aceptar nada de un extraño.
Se acerco lentamente a ella separando sus piernas y posandose entre ellas, ella tembló al sentir lo que hacia aunque le hubiera gustado estar con el esa no era la manera, ser una esclava no era lo suyo, las esposas y los látigos jamás fueron su estilo así que intentó resistirse pero él continuo subiendo por sus muslos acariciandola con tanta suavidad como le era posible.
-No por favor. -gimió y le costaba un poco hablar. -no es la forma.
-No te preocupes pronto no sentirás nada.
Acaricio su entré pierna y la hizo retorcerse entre el dolor y el placer, levantó la espalda dejando al descubierto la arteria principal de su cuello y encajo en ella los colmillos. La dejo seca por completo y había saciado por un momento su sed.

I.
La beso en los labios que habían perdido todo el color y se levantó de su cuerpo en un microsegundo ahora debía sólo deshacerse de el y hacer que todos en el hotel lo olvidarán.
-Tu forma de actuar es algo hostil no lo crees.
Del pequeño sillón que se encontraba en la esquina provino aquella voz, era un hombre, el mismo que se aparecía a cada instante sin que nadie lo llamara.
-No me importa tu opinión lo sabes.
Se acomodó la gabardina que casi tocaba el suelo.
-Eres bastante infantil Tudor bastante... Tonto -soltó una sonora carcajada.
-No me llames tonto tu no eres nadie para decirme que tengo que hacer.
Le apretaba la garganta con fuerza por sobré su cabeza. Era cierto que Tudor no era tan alto como él pero en fuerza jamás lo igualaría.
-Por que la ateste sí sabías que no podría escapar. - se acerco al cuerpo de la chica que ya se había enfriado.
-Me gustan, le dan un toque... Especial al momento - enarco una ceja y media sonrisa.
Desato las esposas y las manos de la mujer cayeron, Tudor las tomo y las coloco juntas entrelazando los dedos luego la tomo de la cintura y la trepo a su espalda. - Se a que veniste dile que no volveré -abrió la ventana y la brisa se coló por ella estaba por amanecer. -necesito que te encargues del hombre de la recepción si no has cenado te cairia bien. -te veo luego.
Salió por la ventana cargando a la chica muerta iría a destruir la evidencia como siempre solía hacerlo.

Trepo por las empedradas paredes hasta la azotea era tan fácil hacerlo aún llevando a cuestas a la chica, miro hacia el horizonte debía ser rápido antes de que alguien llegara a verlo. Salto de techo en techo hasta llegar al puente se quedo parado en el filo de un extremo y sin piedad le arrancó los brazos a la mujer que hicieron un fuerte crujido al separarse del torso, los arrojo al agua para proseguir con ambas piernas tomo la cabeza aún sujeta al cuello y tiro sin mucho esfuerzo se zafo bebió las últimas gotas que escurrieron de las venas del cuello y término su trabajo cuando empezó a oír el ruido de los autos pasando sobre el.
Saco las gafas obscuras de su bolso y las coloco con cuidado antes de que aparecieran los primeros rayos del sol era muy meticuloso con respecto a eso aunque no le dañaba no le gustaba sentir el brillo intenso en el fuego de sus ojos dio un giro rápido y cayo entre dos autos compactos pero el movimiento fue tan ágil que ninguno se percato de su presencia. Se marchó caminando sobre la acera del puente.

El Regreso del PríncipeWhere stories live. Discover now