Izzy, Luci y Dalia, habían crecido juntas. Todas habían desarrollado gustos, preferencias y estilos diferentes, y, la mayoría de las veces, estos eran el principal conflicto entre Dalia e Izzy. Ambas acostumbraban a hacerse bromas mutuamente con respecto a sus preferencias y la mayoría de las veces estas se convertían en pequeñas guerras, pero al final siempre terminaban solucionando cualquier problema entre ellas. 

Izzy observó a Dalia pararse frente a ella. Sabía que en cualquier momento esta diría algo y ella tendría que pensar rápidamente su respuesta, ya que si no decía nada estaría derrotada.

Sin embargo ninguna de las dos habló, pues algo las interrumpió, o, mejor dicho, alguien.

El ruido de algo chocando contra el suelo, llamó su atención. Las tres chicas centraron su vista en la figura femenina que se acercaba con paso decidido hacia ellas. En cuanto estuvo frente a ellas, las chicas se dedicaron a estudiarla.

Las muchacha tenía el cabello rubio, largo y ondeado en las puntas. Dos grandes mechones de cabello, ubicados uno en cada lado, se apoyaban en sus hombros y luego caían hasta terminar unos centímetros más arriba del codo; el resto de su cabello, descansaba sobre su espalda. Era alta y su piel era blanca y pálida, la luz del sol parecía atravesarla, como si fuera un cristal. Tenía una nariz recta y algunas pecas que pasaban de un pómulo a otro. Estaba vestida con un vestido blanco de hombros caídos, la tela elástica se ajustaba perfectamente a ella y delineaba un poco más su figura. También llevaba unas sandalias de tacón doradas, a las que, tal vez, le debía su altura. Un pequeño bolsito blanco completaba su vestuario.

Mientras que, repentinamente, Izzy y Dalia perdieron interés en su figura y se centraron en el aroma a brisa marina y laurel que provenía de ella, Luci se centró solamente en sus ojos; había algo extraño en ellos, eran dorados, con pequeñas chispas plateadas. Luci sabía a la perfección que los había visto antes, pero no recordaba donde.

—¿Luci Hell, Dalia Amel y Isabelle Ashes? —preguntó la muchacha. Su voz pasiva y angelical les recordó a la secretaria que habían visto meses atrás.

—¿Quién eres? —preguntó Izzy con un poco de rabia, la presencia del ángel le molestaba.

La muchacha sonrió amablemente.

—Mi nombre es Ana, Ana Sky. Voy a ser su guía durante la primera semana de clases y seré la encargada de ayudarlas y contestar sus dudas durante este año escolar —dijo. La forma en la que recitó aquella presentación creaba la sensación de que lo había estudiado y memorizado durante semanas.

Dalia observó curiosa a su nueva guía

—Espera —dijo repentinamente—. ¿Eres un ángel, verdad? —Ana sonrió y asintió—. ¿Y vas a ser nuestra guía? —Ana volvió a sonreír y a asentir—. ¿Hay posibilidades de cambiar eso? Me, perdón, nos gustaría tener un demonio como guía, porque, no se si has visto los libros de historia pero tú especie y la mía no tienen precisamente una "bonita amistad" —dijo lo último haciendo comillas con los dedos.

Ana dirigió su vista hacia ella, meditando bien sus palabras. No quería sonar grosera ni ofender a nadie, estaba en su naturaleza comportarse correctamente, sin importar a quien tuviera adelante.

—Lo siento, pero eso no va a ser posible. Todos los grupos de demonios tendrán un ángel como guía y todos los ángeles tendrán un demonio como guía, es parte del Programa de Integración. Ya que van a pasar aquí varios meses, y, les guste o no, van a tener que convivir con ángeles. Y lo mismo ocurre con nosotros. Por eso los profesores y directivos han pensado en iniciar desde un principio —explicó todo calmadamente. Se tomó unos segundos para tomar aire y luego continuó—: Ahora, sigánme. Las llevaré a sus habitaciones, luego veremos como subir sus valijas, presiento que han traído demasiadas.

La Hija del DiabloWhere stories live. Discover now