Capítulo 16: Ataque

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El roce de las espadas en el aire me da escalofríos, ellos se mueven con destreza y los golpes que dan son de muerte... es impresionante. Ninguno de los dos cede ante el otro.

El lugar donde estamos es una especie de valle, hay algunas grandes rocas que rodean el lugar ocupadas por algunos argeles, otros están de pie observando el combate, en cambio nosotras estamos ocultas detrás de unos árboles viendo como todo se desenvuelve. Mi atención está puesta en los chicos, pero mi mente sigue renuente a abandonar la idea de que alguien nos observa.

Miro por encima del hombro, y no hay nadie. Solo el imponente bosque a mis espaldas, silencioso... demasiado silencioso, ni una brisa, nada.

—Romina. —En segundos mi respiración se desboca, el miedo emerge... y la vampira no me escucha. Volteo con desesperación y la muevo, pero ella no reacciona, su vista está fija en la batalla.

¿Qué ocurre?

Ninguno de los argeles parece darse cuenta del cambio que presenta el bosque, del otro lado del claro se mueven sombras sin forma acercándose a los argeles. Sostengo a Romina por los hombros y la estremezco con fuerza, hasta que la veo parpadear... Sus manos se mueven rápido a mi cuello, y comienza a cortar mi respiración, gruñe de una manera antinatural, sus colmillos sobresalen de sus labios y sus ojos se han vuelto rojizos, llenos de ira... Siento que el alma se desprende de mi cuerpo, y sus ojos cambian.

Respiro con ferocidad mientras ella me sostiene, sin poder creer lo que iba a hacer. Me pide disculpas un par de veces, no sé cuántas, no le he prestado atención, me duele la cabeza y hay gritos alarmados por todo el lugar.

—¿Estas bien, Dess? —Me incorporo con cuidado, y asiento—. No entiendo lo que me pasó.

—No importa, sabía que algo andaba mal —mis palabras salen apresuradas.

—Salgan de aquí, ahora —escucho la voz recia de Gabriel romper en el aire.

Romina me hace subirme a su espalda, y prácticamente vuela por el bosque... Mantengo los ojos abiertos mientras nos movemos entre los árboles, y esas sombras negras nos persiguen a la misma velocidad. A mi derecha una de las sombras toma forma humana, un chico fornido, con el dorso desnudo y pantalón negro, va descalzo. Con una espada completamente negra danza un baile mortífero con una chica. Los veo pelear, en la espalda de la chica se forman dos brillantes alas.

Esa tiene que ser Sandra.

Vuelvo la mirada al frente, y un fuerte estruendo hace eco en el bosque en el instante en que la vampira choca contra una de las sombras. No puedo sostenerme y vuelo por el aire, es una sensación extraña que solo dura unos pocos segundos antes de que el tronco de un árbol se impacte contra mi espalda, sacando todo el aire de mis pulmones y enviando una fuerte corriente de dolor por todo mi cuerpo.

Muerdo el labio inferior tan fuerte que sangro para no gritar, con el impacto mis manos y antebrazos tienen raspones. Intento ponerme en pie, pero mis piernas no responden, no siento más que un intenso dolor por intentar moverlas. Una de las sombras viene a mí a gran velocidad y toma forma humana ante mis ojos, alzo la vista y me encuentro con su rostro, es humano, pero donde debería haber ojos solo hay dos agujeros negros... y una espada negra viene directo hacia mí...

—¡No! —grito tan fuerte que siento como mi propia voz raspa mi garganta.

He visto esas sombras antes pero no puedo ubicar dónde ni cuándo. La oscuridad de sus ojos es una entrada, es como si esas rejas se abrieran ante mí nuevamente. Un visaje pasa ante mis ojos.

Romina ha interferido. Se mueve tan rápido que casi no consigo percibirla, ese hombre con la espada deja una estela brillante mientras lucha con la vampira. Retrocedo impulsándome con los codos, intento levantarme, pero me detengo al mismo tiempo en que los visajes toman forma de nuevo. La espada ha atravesado su corazón, sus piernas se doblan y tocan el suelo. El rostro de Romina se contrae de dolor. La espada se alza por encima de su cabeza, pero antes de que pueda tocarla el hombre sin ojos se vuelve una explosión de cenizas. Una espada con la hoja en un tono verdoso desaparece en las manos de Dimas, uno de los chicos que hace unos minutos se encontraba en el aire. Es como si la espada se hubiera unido a su piel. Sostiene a Romina antes de que toque el suelo, la veo en sus brazos con la mirada perdida y vacía.

Renacer. Luz de Medianoche (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora