—Sí... Mucho. Así. —Abrió los bracitos con las manos estiradas, mirándome con las cejas alzadas. —¿Verdad que sí?

—No, ¡mucho más! No puedo contarlo con los bazos. —Maia se puso las manos en la boca con los ojos abiertos, abrazándose a mi cuello con fuerza.

—Te quiero mami. —Dijo al separarse, sentándose entre mis piernas para mover sus pies un poco, mirándose las botas de fútbol naranjas como las de Lauren.

Pronto, Maia se cansó de ver el partido a través de una pantalla, porque ni siquiera distinguía bien a su madre, así que salió de nuevo al jardín y con un ojo puesto en ella, que jugaba a la pelota dándole algunos golpes hasta conseguir meterla en la portería. La verdad es que aquello era fantástico, simplemente ver a Lauren jugar a la pelota con ella, haciendo que intentase coger el balón era una de las cosas por las que siempre había querido mudarme a Miami, porque debajo del sol siempre se era más feliz.

Lauren's POV

Ganamos, no por mucho, pero lo hicimos. Yo estaba rabiando por llegar a casa, porque entre el sueño y el cansancio temía tener un accidente desde la ciudad deportiva del club hasta casa. Eran la una de la madrugada, y a esa hora Maia ya estaría dormida.

Cuando entré en casa, las luces estaban apagadas y en la tele emitían uno de aquellos programas de teletienda en los que vendían batidoras y picadoras de prácticamente todo lo que pudieses imaginar.

Me acerqué al sofá, y Camila estaba en pijama, un simple pantalón corto y una camiseta de tirantes, tumbada y completamente dormida. Me puse de rodillas delante de ella y acaricié su rostro con el dorso de mi mano.

—Camz. —Susurré lo más bajo que pude, pero Camila no me hizo caso. —Camila, acabo de llegar. —Ella frunció el ceño y cuando creía que iba a despertarse, sólo soltó un suspiro, acomodándose mejor en el sofá. Iba a levantarse con la espalda hecha trizas, así que la cogí en brazos y ella se enganchó a mi cuello por instinto.

Con cuidado de que su cabeza no golpease con ninguna puerta, caminé por el pasillo hasta llegar a nuestra habitación, y la tumbé en la cama con delicadeza, viéndola removerse entre las sábanas y tumbarse boca abajo.

Eché un vistazo a la habitación de Maia, que dormía de la misma forma que Camila, boca abajo y sin soltar aquella muñeca, con el pelo revuelto encima de la almohada.

Sin más, y como llevaba queriendo hacer desde que terminó el partido me metí en la cama, girando para mirar a Camila, que abrió los ojos un poco. Sonrió algo somnolienta, estirando su mano para acariciar mi mejilla.

—Mmh... Te quiero. —Susurró poniéndose encima de mí, quedándose completamente dormida.

*

Sobre las cuatro de la mañana, mi móvil comenzó a sonar, y casi di un manotazo en la mesita de noche para cogerlo. El brillo de la pantalla me golpeó, haciendo que cerrara los ojos y esperase un poco. Eran mensajes, mensajes de Dinah pero ni siquiera los miré, lo leí por encima y volví a dejar el móvil en la mesita de noche.

—¿Quién era? —Preguntó Camila incorporándose un poco con el ceño algo fruncido.

—Dinah... Me han nominado al balón de oro o algo así... —Estaba absolutamente ida, no sabía lo que decía. Me bastaron dos segundos para comenzar a dormir, hasta que sentí un golpe en la cara que me hizo abrir los ojos. Camila acababa de endosarme un guantazo.

—¡ESTÁS NOMINADA AL BALÓN DE ORO, IMBÉCIL! —Dijo poniendo las manos en mis hombros.

—Dios mío. ¡DIOS MÍO! —Me incorporé con Camila sentada en mi regazo, cogiéndome de las mejillas para que la mirase a los ojos. —¿¡YO!? ¿¡PERO QUÉ HICE!? —Camila puso su mano en mi boca para que dejase de gritar y me tumbó de nuevo en la cama, acercándose a mi rostro.

—Ser la mejor, en todos los sentidos.

* * *

Camila's POV

Después de los entrenamientos Lauren siempre llegaba algo cansada a casa y aquél sábado no era una excepción. Yo le decía que parecía un señor mayor quedándose dormida en el sofá mientras veía un documental sobre naturaleza en la tele.

Mientras yo pasaba el trapo por encima de la mesa de la cocina, Maia bajó las escaleras desde su habitación con un estuche de maquillaje, miró a Lauren en el sofá e hizo un puchero mirándome a mí.

—Shh... —Me puse el dedo en los labios y le hice un gesto con la cabeza para que viniese conmigo, que prácticamente había acabado con lo que estaba haciendo. —¿Qué ocurre? —Pregunté bajando la mirada mientras me enjuagaba las manos en el fregadero.

—Mami me dijo que jugaría conmigo al maquillaje. —Dijo en voz baja, secándome las manos con el ceño fruncido.

—Mmh... ¿Quieres que hagamos una cosa tú y yo? —Estiré la mano hacia Maia que la cogió sin dudar, y caminé hasta donde Lauren dormía. —¿Querías jugar al maquillaje con mamá? Vamos a jugar al maquillaje con mamá... —Susurré mirándola con una sonrisa, y la pequeña abrió los ojos con las manitas en la boca, viéndome abrir el estuche de maquillaje que le regaló su tío Chris.

Maia cogió gloss de labios y comenzó a pintar a Lauren, que parecía no inmutarse aunque la pequeña pasara el gloss también por sus párpados, y yo casi me muero de la risa. Con un poco de sombra morada espolvoreó el gloss de sus párpados y pasó los dedos por sus mejillas. Estaba disfrutando, estaba casi burlándose de su madre y yo la estaba dejando, porque éramos absolutamente iguales. Con pintalabios verde, comenzó a dibujar sobre su nariz, su frente, sus mejillas, mezclándolo con pintalabios rojo, y entonces, Lauren apretó los ojos. Maia se giró hacia mí pero yo no hacía más que reírme, aunque ella estaba preocupada porque Lauren le regañaría.

—Hey, ¿qué hacéis ahí? —Frunció el ceño mirándome a mí y luego miró a Maia, pero su mirada se clavó en el estuche abierto y en la manita de Maia con el pintalabios. —¿Qué habéis...? —Se levantó rápido para mirarse en el reflejo del ventanal que daba al jardín, y luego se giró hacia nosotras. —¡Venid aquí! ¡Os voy a matar! —Me levanté del sofá riéndome, y Maia al ver que no la tomaba en serio, se subió al sofá riéndose, y Lauren se acercó a ella con el ceño fruncido, entonces, Maia se calló, encogiéndose un poco, haciendo un puchero.

—Me prometiste que ibas a jugar conmigo hoy. —Dijo pasándose la manita por la mejilla, agachando la cabeza. Lauren se quedó en silencio, sin cambiar el gesto.

—Lo siento. ¿Me perdonas? —Maia asintió levantando la mirada hacia Lauren, que la cogió en brazos, con la cara toda embadurnada en maquillaje. —¿Quieres ir a la piscina mejor que jugar al maquillaje?

—Sí... —Respondió la pequeña, rodeando el cuello de Lauren con sus manos. —¿Puede venir mamá?

—Mamá es muy estirada para bañarse en la piscina. —Achiqué los ojos enviándole una mirada casi asesina, acercándome a ella.

—Te voy a matar. —Le di un golpe en el cuello, y otro en la espalda. —Tira fuera, que voy a por el bañador. —Cuando me giré escuché cómo añadía:

—¿Ves? Se quiere meter con bañador, estirada...

Aquella tarde Maia no salió de la piscina, y Lauren aprovechó para quitarse el maquillaje que llevaba en la cara, cogiendo a Maia en brazos cada vez que saltaba, o lanzándole la pelota para que nadase con los manguitos puestos. Era un no parar, la pequeña nadaba y no descansaba, se reía, saltaba y así acabó en los brazos de Lauren después de la ducha.

En el sofá Lauren la tenía encima durmiendo de una forma tan profunda que ni siquiera la televisión le molestaba, y ella se quedaba mirando a la pequeña, dándole un beso en la cabeza.

—Se parece a ti. —Me senté frente a Lauren, poniendo mis piernas sobre las suyas en el sofá.

—Es mi hija. —Reí como si fuese algo obvio.

—Y eres idiota. 

a coat in the winter; camrenWhere stories live. Discover now