Capítulo XXVIII: Vigésima octava aparición

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Nozomi respiró profundamente al darse cuenta de que probablemente aquellos nombres no significaran nada para Reiji. No tenía por qué conocerlos.

-Ayato llegó hace unas horas y luego volvió a desaparecer- Nozomi frunció el ceño. Por lo visto lo conocía. Reiji continuó- Y el Mukami no sé dónde se mete.

Nozomi cayó en la cuenta de algo: "Ayato llegó hace unas horas". ¿Qué hacía Ayato allí? ¿Acaso se conocían? ¿Vivían juntos? Todas esas preguntas rondaban la mente de la joven. Su cerebro no lograba encajar tal información en el estado en que se encontraba.

Reiji al ver el rostro de perplejidad y confusión de la joven decidió aclararle información, y aquello era un gesto muy solidario de su parte.

-Ayato vive aquí- añadió ganándose de nuevo la mirada de la joven- ¿No te has dado cuenta?- Nozomi frunció el ceño, estaba expectante. Reiji suspiró ante la obviedad de aquella joven. Se recolocó los guantes que vestía y prosiguió:- Me llamo Sakamaki Reiji. Estás en nuestra casa.

La joven contuvo el aliento. Sakamaki. Así que se encontraba en su casa...La información volaba por la mente de la joven más rápido que el sonido. Entonces cayó en la cuenta de que Laito era hermano suyo, al igual que Ayato y...Shuu. Miró a Reiji, dispuesta a preguntarle sobre quién se encontraba en la casa cuando alguien interrumpió la conversación en la que se encontraba.

-Tu olor...-dijo una tercera persona que estaba justo a su lado. Demasiado cerca de su cuello- Su olor es muy familiar, ¿verdad, Teddy?

Aquel chico estaba cerca suya, apenas le subía algún centímetro en estatura. Parecía mucho más joven que ella y cargaba un oso de peluche sobre sus brazos. La joven, pegó un respingo al sentir su mano sobre su cuello. Era tan fría como el hielo. Sus dedos eran agujas sobre su piel. Ella lo miró asustada. Pudo ver por la escasa luz que entraba por la puerta, que ahora estaba entreabierta, los surcos violáceos debajo de los ojos del chico. Eran de un color bastante inusual. No pudo evitar sentirse atraída por ellos. De nuevo, aquella sensación.

-Kanato, suficiente-declaró Reiji con tono autoritario desde un extremo de la habitación. El chico deshizo su leve agarre del cuello de la joven. Se alejó unos pasos de ella y la observó desde allí.

Le dedicó una sonrisa que heló el cuerpo de la joven. Sintió cómo su cuerpo entraba en un estado de alerta. <<¿Qué está pasándome?>>se preguntó a si misma mentalmente, incapaz de mover ningún músculo en ese momento.

-Voy a averiguar quién eres-dijo en un tono amenazante el chico, Kanato. Segundos más tardes había desaparecido de ahí en un abrir y cerrar de ojos. Nozomi parpadeó confundida.

-¿Dónde ha...?-comenzó a preguntar la joven volviendo su vista hacía el lugar donde debería estar Reiji, pero no quedaba nadie en aquella habitación.

La joven suspiró. La habían dejado sola y con miles de preguntas en su cabeza.

Se encontraba en medio de una habitación totalmente a oscuras. Sin saber qué hacer ni dónde ir. Con gente que conocía, pero que sentía como desconocidos.

Respiró una vez más, profundamente. Decidió salir de aquel lugar para encontrarse con alguien que conociera y le explicara la situación. Necesitaba saber quién la había llevado allí, qué había pasado cuando se desmalló y cómo podía volver a casa. Ni siquiera sabía dónde se encontraba exactamente. Sabía que estaba en casa de los Sakamaki, pero, ¿cuán lejos estaba aquello del pueblo?

Sin embargo, no avanzó más que dos pasos. Sobre el marco de la puerta había una figura. Recargaba parte de su peso en el marco, tenía los brazos cruzados bajo el pecho y la joven podría jurar que la estaba asesinando con la mirada. No podía verlo con claridad, pero sentía las dagas afiladas que lanzaba su mirada taladrando su piel. Contuvo inconscientemente la respiración. Esperaba no encontrárselo allí, pero era también su casa. Shuu estaba delante de ella, observándola.

-¿Hasta cuándo piensas contener la respiración?-su voz estaba vacía de algún tipo de sentimiento. Su tono frío perforó la piel de la joven. Se estremeció. Entonces, se dio cuenta de que le dolían los pulmones y soltó todo el aire que estaba reteniendo. Shuu no se movió. Su rostro tampoco expresó emoción alguna.

Un silencio incómodo los envolvió.

-¿Dónde está Ruki?-preguntó esta. La preocupación cargaba su tono de voz. Shuu torció el gesto ante la mención de aquel nombre.

-¿Preocupándote por un Mukami?-su voz estaba cargada de desprecio- Esto es nuevo, pero no me sorprende. Siempre supe que eras demasiado tonta.

Nozomi lo miró confundida. <<¿Qué había dicho ahora?>>.

-¿No me trajo él aquí?- ¿Quién más podría ser? ¿Ayato? Nozomi se estremeció solo de pensarlo. Podía ser, él era de ese tipo de persona que te hiere psicológica y físicamente y luego pretende arreglarlo todo con alguna buena acción. Aunque sería muy extraño que Ruki la hubiera dejado ir con él, después del encontronazo y el desprecio de este por Ayato y viceversa lo veía poco probable.

Shuu chasqueó la lengua. Recargó su peso sobre una pierna. No desviaba la mirada de ella. Nozomi no se había movido ni un ápice. Sin embargo su mente no paraba quieta, tratando de encajar todas sus teorías y encontrar la respuesta de la misma. Esta llegó en menos de lo esperado.

-Yo te he traído aquí- sentenció aquel chico.

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Hey! Como podéis ver estoy actualizando más seguidamente. Al menos intentaré subir capítulo cada semana -o dos semanas a lo sumo-, para no haceros esperar tanto. Ahora es cuando empieza la acción. Los capítulos trataré de que se vean más interesantes a partir de aquí en adelante, pues llegamos al desarrollo de la historia.

Como siempre, os agradezco de todo corazón a todas esas personas que me apoyan con sus votos, comentarios y mensajes que me dan el ánimo para seguir aquí. ¡Sois un amor! Vielen vielen vielen Dank! 

 Gracias por leer hasta aquí Ü,

Tschüss, 

Atte: Nana.

Diabolik lovers: La manzana de la discordiaWhere stories live. Discover now