25 de Junio 791

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Cuando el planeta vejita estallo, fui inmediatamente llamado para volver al lado del tirano, Nappa desde luego estuvo conmigo en todo momento, el quien había sido un guerrero condecorado fue elegido por mi padre como mi protector, por supuesto que no estuvo de acuerdo, pero acepto sin queja alguna, la desobediencia de las ordenes reales era el mayor crimen para un saiyajin, condenado con el exilio.

Cuando estuvimos en presencia de Freezer este sonreía con cinismo mientras me da las malas noticias y sus condolencias, mire en sus ojos rojos directamente y supe que ocultaba algo; se me ordeno permanecer en el planeta por un año como periodo luctuoso y para estar al alcance en caso de encontrar sobrevivientes de mi raza, esto fue lo que se me dijo, pero en realidad Freezer quería evitar que me fortaleciera en batalla siendo tan joven. En los siguientes días pedí autorización para llevar acabo los rituales fúnebres propios de la casa real, yo no sentía ningún remordimiento o tristeza por la muerte de mi padre, pero la inquietud acerca de la extinción de mi planeta seguía presente.

Llevamos acabo Gorin (ver apéndice) como marca la tradición, para mi fue mas una muestra de respeto hacia mi padre que una ceremonia luctuosa, aunque para Nappa le fue difícil esconder sus lagrimas. Cuando cumplí 15 años Nappa me llevo a un bar de la base y pidió a cantinero una botella de licor de Jioren (ver apéndice).

- Príncipe, yo estaba guardando esta botella para cuando fuera adulto, se que nunca ha bebido licor pero posiblemente esta sea la ultima botella de licor saiyajin que queda en el universo, creo que es un buen momento para beber un poco – dijo con calma y nostalgia en su voz.

- De acuerdo Nappa, brindemos por los muertos.

- A su padre le hubiera gustado verlo comvertirse en todo un hombre.

- No digas idioteces, mi padre no era alguien que se dejara llevar por las emociones, era todo lo que un saiyajin debía ser – Tome el primer sorbo de licor, un sabor acidulado y una sensación de ardor llenaron mi lengua, me costo trabajo no hacer una mueca.

- Tiene razón, pero le aseguro, antes que todo el pueblo saiyajin usted era lo mas importante para el, es por eso que había estado buscando la manera de derrocar a Freezer.

- ¿Qué haz dicho? – sus palabras me tomaron por sorpresa - ¿mi padre?, ¿derrotar a Freezer?

- Así es, fue algunas semanas antes la destrucción de planeta vejita, su padre recibió ordenes de entregarlo a usted como muestra de buena fe y lealtad hacia Freezer, créame que fue doloroso para el.

Ciertamente mi padre me entrego como se lo habían pedido y fui enviado a un planeta lejano junto con un cargamento de esclavos a un remoto planeta, supuestamente mi misión seria exterminar a los habitantes para usar a los esclavos en sus minas, cuando termine el trabajo fui comunicado de la destrucción de mi planeta. De acuerdo con el informe, el planeta vejita había sido destruido por una lluvia de meteoritos haciéndolo estallar en mil pedazos, no hubo sobrevivientes. La botella casi se había terminado y Nappa empezaba a perder el control del habla, yo por mi parte estaba relativamente sobrio, pero seguramente me costaría trabajo caminar derecho, estaba sirviendo lo ultimo del licor cuando alguien entro repentinamente en el bar.

- ¡Nappa!... ¡Vegeta!... vengan pronto.

- ¿Qué demonios sucede?- pregunte al BIT que entro a toda prisa y se acerco a nosotros.

- Un saiyajin... un saiyajin acaba de aterrizar.

- ¡¿Qué haz dicho?! – recupere la conciencia totalmente al escuchar eso - ¿es eso cierto?

- Si, recién acaba de llegar.

- ¡Nappa! Levántate y mueve el trasero.

Salí a toda velocidad del bar y volé en dirección a los andenes donde las naves aterrizaban, Nappa me seguía dando tumbos por el aire pero sin perderme de vista. Un saiyajin, no tenia idea quien podría ser pero era uno de mi raza, debía saber quien era y donde había estado, quizás sabría de otros sobrevivientes, si era así las posibilidades de aniquilar a Freezer aumentarian. Cuando llegue ahí estaba, tenia un modelo muy anticuado de armadura, caballo largo sucio y enmarañado que le llegaba hasta los muslos, su cuerpo era musculoso pero su cara tenia los huesos muy marcados. En cuanto aterrice en la plataforma pareció reconocerme, corrió hacia mi y se arrodillo con una rodilla en el suelo.

- Su alteza, me alegro de que este a salvo.

- Cual es tu nombre soldado.

- Soy Raditz señor, hijo de Barduck.

- Barduck ¿huh? – active mi rastreador para tomar la lectura de su poder de pelea – Veo que eres un soldado de clase alta, ¿Dónde haz estado todos estos años?

- En misión de conquista señor muy lejos de aquí.

- ¿Estas enterado de la situación actual?

- Si mí lord, escuche todo a través de mi rastreador, pero tarde varios años en recorrer el espacio hasta aquí.

- Ya veo, durante tu viaje, ¿encontraste a otros saiyajin?

- No, no he tenido contacto con ninguno mas de nosotros usted es el primer saiyajin que veo desde la destrucción de nuestro hogar.

Sentí gran desilusión al escucharlo, Raditz era fuerte pero comparado con Nappa y conmigo no seria de gran ayuda, pero igual nunca sobran los sirvientes, por lo que decidí acogerlo, cuando Nappa llego, le ordene que le consiguiera un cuarto en los mismos aposentos que el y yo, quería mantenerlo cerca hasta que pudiera confiar plenamente en el. Luego de algunos años en los que hacíamos misiones los tres juntos, decidí que había que separarnos para buscar a otros saiyajin, Nappa se vio reacio a alejarse de mi excusándose con que su deber era servir al príncipe de los saiyajin, por su parte Raditz decidió ir a la tierra donde se suponía que su hermano Kakarotto estaría.

Un ruido estridente me saco de mis pensamientos, provenía del tablero de control, me incorpore de asiento y mire los indicadores, todo parecía indicar que me aproximaba a una estrella en fase Terminal, tenia que cambiar el curso o la gravedad me atraparía, los controles no estaban respondiendo a causa del magnetismo de los planetas que ya habían sido devorados por la gigantesca bola de fuego, perdí el control de la nave y me estrelle en un pequeño planeta. Según los instrumentos la atmósfera era apenas respirable, trate de reencender los motores pero no ocurrió nada.

No conseguiría nada quedándome sentado, así que salí de la nave para buscar la falla; al salir mis pulmones se llenaron del aire enrarecido, me percate de que el planeta no permanecería estable por mucho tiempo. Sobrevolé la nave y me di cuenta que esta atorada en una grieta, al bajar pude ver que un trozo de piedra había perforado un costado de la nave, dañando parte del cableado; repararla no seria mucho problema una vez que la sacara de ahí, pero de repente algo golpeo con fuerza la superficie a un kilómetro de donde me encontraba, mire hacia arriba y mi temor se vio confirmado, una lluvia de asteroides, miles de ellos, tan grandes como un auto algunos y otros inmensos como edificios, si uno golpeaba la nave estaría perdido.

Comencé a disparar energía a diestra y siniestra protegiendo mi vehiculo, pero cada asteroide que destruía se convertía en pedazos ligeramente mas pequeños, comenzaba a quedarme sin fuerzas, entonces lo vi, un trozo de roca tan grande como una ciudad venia directo hacia mi...

Me duelen los ojos, creo que descansare un poco antes de seguir.

Las Memorias de VegetaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora