Capítulo 33. Choque de iguales.

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Capítulo 33. Choque de iguales.

Primero el maldito despertador que me regaló el señor Valdez, ahora Aika babeando en mi cintura todas las mañanas. Daban las siete y ya la sentía balbucear abrazada a mí. No importaba que yo misma mueva su cama ante ella, siempre volvía a ponerla junto a la mía, muy pegada a la mía. Ella me agradaba casi la mayor parte del tiempo, pero tampoco era para que duerma clavándome sus uñas.

—Aika, allí está tu cama —explico señalándola, a tres metros de la mía—. Y allí es donde debe quedarse... Toda la noche, todo el día.

Ella sonríe con inocencia mientras pone las manos en su espalda.

—Tú eres más cómoda que la almohada.

Resoplo y me ato el cabello en una coleta alta.

—No me gusta que me abracen siquiera cuando estoy despierta —admito—. Así que basta con eso, Aika.

Hace un puchero—Pero es difícil dormir lejos de casa... Es la primera vez que no estoy con mamá o papá.

—Me dirás que nunca fuiste a dormir en casa de una amiga —ruedo los ojos sin creerle.

—La verdad es que no he tenido esa clase de amigas —juega con sus manos riendo nerviosa—. Ellas desaparecían mágicamente al terminar las clases.

—Oh —murmuro con una mueca.

Qué lindo, qué lindo. La gente se aprovechaba de ella. Ahora siento que tal vez debería dejarle dormir a mi lado, después de todo sigue nerviosa por estar aquí. Lo que me faltaba, sentir pena al punto de dejarla hacer todo lo que quiera.

—Puedes poner tu cama junto a la mía —digo derrotada—. A al menos diez centímetros de distancia.

Aplaude sonriendo— ¡Gracias!

La acompaño a sus clases de arquería luego de desayunar. Era incómodo caminar junto a ella cruzada de brazos mientras Aika saludaba a todos los que pasaban. Creo que siquiera conocía a la mitad de ellos, pero los saludaba con emoción.

— ¡Hola!, ¡Hola, ¿qué tal?!, ¡Lindo cabello! —soltó ilusionada al ver a una chica de cabello violeta.

Tomo su brazo y la atraigo hacia mí para murmurarle— ¿Por qué diablos haces eso?

—Porque... Eso hace la gente —responde moviendo las manos—. Le dicen socializar.

—Exageras —le confieso soltándola.

—Ah, es que es la primera vez que siento la oportunidad de hacer amigos en un lugar —abre los brazos—. Aquí no me miran raro.

—Bueno, bueno —muevo la mano—. Como sea.

Cuando llegamos a la clase, lastimosamente noto que nos toca con un montón de hijos de Apolo y Atenea. Bonito, bonito, tiene que tocarme con los mejores arqueros y cerebritos. ¡Es un día genial! Seguro voy a fallar y casi le daré con una flecha a alguien.

—Te ves pesimista —me dice Aika mientras experimenta con el arco y la flecha.

—Me siento pesimista —le admito suspirando, miro a mi alrededor, un grupo deja de mirarme ante ello—. Voy a fallar, y todos hablarán de eso... No es divertido.

—Todos fallamos a veces —la flecha se le cae cuando intenta adoptar la posición adecuada—. No tiene sentido juzgarte por eso.

—Pues parece que yo no puedo equivocarme —mascullo frunciendo el ceño—. Porque todos me recuerdan quién es mi mamá, y que soy totalmente diferente a ella, lo cual es malo.

Solo soy una Greengrass. (SSG)Where stories live. Discover now