—Hola señores pasajeros —habló con su aguda voz y se aclaró la garganta un segundo— bueno, yo les vengo a presentar unos éxitos que todos conocemos para pasar el rato. Y espero que a todos les agrade este viaje.

—No jodas... —murmuró para sus adentros Acuario, quien estaba recostado en su asiento, con su cabeza apoyada en el respaldo mientras miraba al techo del autobús. Dio un pequeño suspiro.

La melodía comenzó a salir de los parlantes. Aries se sobresaltó y se quedó estático un segundo, dejando de molestar a su amigo.

Su canción favorita.

Leo no tardó en darse cuenta. Rodó los ojos y cruzó los dedos para que no pasara lo de la última vez.

La chica comenzó a cantar la letra de aquella canción, y simplemente Aries no se contuvo. Bruscamente se puso de pie. Los ojos se dirigieron a él y la chica dejó de cantar.

—¿Puedo hacerlo yo esta vez?

—No otra vez, por la chucha... —se oyó quejarse a Leo de fondo.

Aries caminó al centro de la micro, y volvió a colocar la canción desde el comienzo como si los altavoces fueran suyos. La chica lo miró indignada.

—¿Y tú qué te crees? —se le acercó con tono molesto. Aries la empujó suavemente, alejándola un poco.

—Déjame, sé lo que hago —bufó.

La gente murmuraba cosas inentendibles bajo el sonido del inicio de la canción. Tauro sostenía su celular, que grababa desde hace un rato la situación.

Todos los murmullos se desvanecieron cuando el chico de fuego comenzó a cantar. Tenía una buena voz, captando más la atención de otros pasajeros.

Leo se encogía en su lugar mientras miraba por la ventana. No lo volvía a invitar.

~o~

Cáncer y Tauro se reían en sus asientos mientras miraban el vídeo que el chico de tierra acababa de guardar. Por otro lado, Aries contaba orgullosamente las monedas que había ganado.

—¡Hohoho~, tres lucas! —rio para sí mismo.

—¿Podrías nunca más hacer eso? —bufó con odio el otro chico de fuego.

—Con lo bien que me va, ¿Cómo voy a dejarlo? —sonrió. Leo lo fulminó con la mirada— ¿Qué opinas tú, Teo? —dijo volteándose en su lugar.

—¿Ah? —el chico lo miró extrañado.

—¿...estabai durmiendo?

—No... —desvió la mirada, dirigiéndose a Tauro— Oye.

—¿Qué? —lo miró el chico de tierra, parando de reír.

—¿Qué es...? —un bostezo le interrumpió— ¿...qué es tan gracioso?

—Ah. —soltó con entendimiento para luego reír— Es que grabé a Aries, y me da risa po —dijo con bastante obviedad.

—Al parecer a Cáncer ya no... —le señaló con la barbilla a su amigo, quien observaba por la ventana melancólicamente. Tauro también lo miró.

Cáncer llevaba rato viendo el mismo auto por la ventana. Era un auto en práctica que marchaba muy lento. Se fijó que una mujer iba al volante.

—¿Qué tanto miras? —le preguntó Tauro, apoyando su mentón en el hombro de su amigo con la intención de imitar su gesto.

La mujer del vehículo miró de reojo hacia el autobús, más específicamente a Cáncer. Éste no se molestó en saludarla con la mano y una sonrisa. La chica imitó el gesto.

En menos de un segundo, su auto perdió el control y chocó con el costado del autobús. Éste, y todos sus pasajeros dentro, dieron un horrible y brusco salto.

—¡Conchetumare! —gritó Tauro, tratando de aferrarse a algo en su asiento, al igual que muchos de los pasajeros.

Ahora era la micro la que había perdido el control.

Los pasajeros comenzaron a desesperarse, mientras que el autobús seguía andando y virando bruscamente para no chocar.

Luego de unos segundos, impactó de lleno a un semáforo, quedando en mitad de un cruce lleno de vehículos en tránsito.

Tauro agarró la mano de Cáncer de los puros nervios. Se miraron. Sabían lo que venía.

Una bocina sonó por sobre las demás, constante y en aumento. De golpe un auto colisionó por el otro costado del bus, quedando incrustado y atravesando todo el interior del medio de transporte público.

Acuario abrió los ojos de golpe, sentándose en su cama. Su respiración se fomentó de manera agresiva mientras se pasaba una mano por la cara. Apretó los ojos.

—¡Mierda! —murmuró frustrado entre dientes.

Miró a su costado, en el velador, y cogió su teléfono. Le dio un vistazo a la hora.

Las dos de la tarde. Suspiró, pasándose esta vez ambas manos por la cara.

—¿En qué puto universo le voy a caer bien a Leo, weón...? —suspiró con sarcasmo.

Microhistorias del Zodiaco (CANCELADA)Where stories live. Discover now