Capítulo 23

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Aún en medio del abrazo y con el ruido del portal encendido de fondo, Bill empezó a reír de tal forma que Dipper se tensó y se puso de carne de gallina. Hacía tiempo que no le oía reír así. Más concretamente desde hacía dos o tres años. Desde el inicio del Raromageddon. Desde que su plan dio frutos.

De repente, el chico castaño sintió un fuerte empujón y acabó en el suelo, dolorido. Se había llevado un buen golpe en la cabeza, pero sólo podía ver a su pareja de pie, riéndose en frente de él de una forma antinatural. Dipper se estaba asustando, algo no iba bien.

-¿B-Bill? -tartamudeó.

-¡Oh, Piney! ¡Eres la persona más ingenua de todo el multiverso! -reía sin control.

-¿De que hablas? -preguntó con los ojos empañados.

-¡¿Amarte?! ¡Por favor! -se burló-. ¡Desde el día en el que me enfermé me di cuenta! Sólo tenía que fingir un poco, sólo un poco más para conseguir tenerte completamente a mis pies y manipularte a mi antojo, y aquí estás.

Se había dejado engañar, otra vez. Miró al suelo con incredulidad, sin acabar de procesar lo que le había confesado aquel bastardo de Cipher. Nunca le había querido. Sólo le había utilizado para salvarse a si mismo, totalmente indiferente a sus sentimientos. Había sido tan ciego...

-¡Bill! -grito con rabia mientras se abalanzaba sobre él.

Le odiaba, y mucho, pero lo peor es que le había amado y lo seguía haciendo.

-Buen intento, chico -dijo esquivándole y cogiéndole del brazo con una fuerza enorme. Aquello le dejaría marca-. ¿Pero sabes? ¡La fiesta debe empezar!

Sin soltarle, se acercó peligrosamente a la línea amarilla de seguridad y le empujó unos metros más allá delante que él y, como consecuencia, empezó a ser absorbido. Desesperadamente, Dipper buscó con la mirada algo con lo que agarrarse y por suerte, había un gran tubo cerca de allí al que consiguió agarrarse, pero la potencia de la máquina era demasiado grande y pronto su brazo se soltó de aquel trozo de portal. Parte de su cuerpo había atravesado aquella grieta, y dolía. Dolía como el infierno. Era como si se estuviera desintegrando, literalmente.

-¡Pero mira que hora es! -gritó Bill, mirando el reloj que hacía unos días le había regalado el castaño-. Feliz año nuevo, Harvey Pines.

Después de pronunciar el verdadero nombre del chico, éste desapareció por la grieta, con un alarido de dolor. Sabía el nombre de Dipper desde el día en el que le puso el ojo encima. Se había divertido tanto jugando con él y con sus sentimientos... Porque al fin y al cabo, destruir a un ser tanto física como psicológicamente era lo más divertido y placentero que se le podía echar en cara. Un gran temblor le sacó de sus pensamientos.

Aquella dimensión no aguantaría mucho más.

Salió de aquel cadáver y se dirigió hacia la entrada, que en vez de absorberle, le repudiaba, pero con un poco de esfuerzo, consiguió empezar a atravesara.

Hasta que lo consiguió y atravesó aquella grieta.

Entonces, aquel mundo, galaxia y dimensión se destruyeron, dejando solo un vacío donde se suponía que tendría que estar.

Fall •BillDip•  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora