Capítulo 14.

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La venda en el cuello le escocía y no podía evitar rascársela de vez en cuando, intentando obviar el ardor que sentía al hacerlo. Extrañamente, no había tenido que dar explicaciones ni excusas. Solo le trataron la herida y no preguntaron nada, algo bastante raro en aquella familia de curiosos, pero ahora que lo pensaba, su familia se estaba yendo al traste últimamente.

Mabel se encerraba en su propio mundo y evitaba estar en la cabaña cada vez más frecuentemente, incluso había días que no iba a dormir. Stan, por su parte, parecía haberse sumergido en una onda depresión y solo salía de ella al abrir su negocio. Y por ultimo, él mismo tenía que tratar con un demonio que por poco le achicharra el cuello y por el cual tenía sentimientos. Perfecto, simplemente perfecto.

Dejó de lado sus sarcásticos pensamientos al ver a su hermana caminando hacia él, angustiada.

—¿Eres homofóbico? —le preguntó de golpe, agarrándolo fuertemente de los hombros.

—No, ¿a qu-?

—Me gusta Pacífica —soltó de golpe, sin dejarle terminar la pregunta.

Dipper se había quedado a cuadros. ¿Pacífica? ¿Aquella rubia que él conocía?

—Vale, está bien, supongo —contestó Dipper ante aquella declaración de su hermana. No es que pudiese hacer mucho más y tampoco le podía reclamar nada en su posición. Mabel suspiró y le sonrió.

—Gracias —le abrazó y el castaño se lo correspondió—. Me voy a una cita con ella, ¡hasta la noche!

Seguido de eso abandonó la casa y ahora Dipper podía suspirar tranquilo al saber que el alejamiento de su gemela solo era por estar con la que parecía su futura novia.

Se levantó de su asiento y se dirigió hacia la cocina, ya que le había entrado apetito, a pesar de que le costaba horrores tragar, pero cuando llegó al lugar, todo su ánimo se fue al garete. Ahí estaba el rubio, con medio torso dentro de la nevera, buscando al parecer algo para comer igual que él. Intentando no sentirse intimidado por su presencia, se dirigió a la despensa para sacar algún paquete de galletas o algo similar en silencio, creyendo que si no hacía ruido no seria notado. Gran error.

—¡Vete! —le gritó Bill de la nada— ¡No quiero verte, niño!

La actitud del demonio le dolía. Sabía que le había dado un golpe bajo, ¿pero era necesario todo aquello? Le miró un poco y notó que su cabello estaba ligeramente rojo, añadiendo que su expresión era de un enfado grandioso.

—Y-yo...

—¡No! ¡¿Sabes qué?! ¡Vete a la mierda Pines, que te den a ti y a tu familia!

—Pero...

—¡Cállate de una maldita vez, joder! ¡No quiero oírte!

Antes de que Bill pudiese reaccionar, Dipper ya estaba cerca de él y de la nada había sacado una fuerza capaz de arrastrarle hasta su cara, más concretamente hasta sus labios. Le estaba besando, Dipper le estaba besando. Era como si el tiempo se hubiese parado de una forma diferente a la que él lo hacia. Se había parado de una forma más bonita, confortante y cursi. De una forma que le transmitía calma y paz. Pero no quería aquello. Le empujó, haciendo que el castaño diese unos cuantos tropezones hacia atrás.

—¡¿Qué haces?! ¡Apártate de mí!

Entonces Dipper sintió como si le clavasen un puñal en el estómago. Lo tenía claro ahora, Bill no compartía sus sentimientos. Vio sin moverse como Cipher salía de la cabaña azotando la puerta tras de él. Lentamente, se cubrió la cara con sus manos, pero no lloró. Aquello era tan sumamente doloroso que no podía ni llorar.

Bill, por las calles de Gravity Falls, caminaba notablemente enfadado, incluso que algunas personas se cambiaban de acera al verlo venir. No estaba enfadado con Dipper, por alguna razón no podía estarlo o mas bien, no quería reconocerlo.

Porque en el fondo, él también ansiaba aquel tipo contacto.

Fall •BillDip•  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora