Capítulo 3.

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Dipper se preguntaba si aquello que había ocurrido en la entrada de la cabaña era real. Es decir, después de su último verano allí, en Gravity Falls, había experimentado varias alucinaciones con el demonio, más el insomnio y las pocas veces que había conseguido conciliar el sueño daba vueltas por la casa sonámbulo o tenía pesadillas escalofriantes. Había acabado en un psicólogo y sus padres les habían prohibido volver al pueblo hasta aquel verano cuando parecía que el chico lo había superado y de repente pasaba aquello. Tampoco tenía recuerdos nítidos de cuando Bill había desatado el caos.

No se lo podía contar a su hermana. Si se lo contaba enseguida informaría a sus padres y le obligarían a volver a California y era lo último que quería. En aquel lugar al que llamaba casa estaba incómodo. El acoso en el colegio se había intensificado hasta el punto de asustarse al salir de su propia casa y por algún motivo que él y su hermana desconocían sus padres casi nunca estaba en casa y las veces que se encontraban no se dirigían más que palabras malsonante. No, realmente no quería volver allí.

Calmándose un poco recibió a su tío Stan en la cocina, bebiendo un café y sin pantalones, como casi siempre. Con una sonrisa ladeada, le saludó y su tío por poco escupe el café que tenía en la boca.

—¡Chico! No os esperaba tan temprano —dijo abrazando sobrino—. ¿Y tu hermana?

—Arriba, dejando sus cosas.

—¡Cierto! Tenemos que hablar —a Dipper se le borró la sonrisa de la cara. Siempre que su tío decía eso era o un asunto muy importante o demasiado absurdo y no sabía que pensar—. ¿Ya habréis conocido a Josh? Claro que sí. Resulta que vive aquí y duerme en vuestra habitación. He pensado que Mabel se quede en el cuarto de invitados así no te pegará la tabarra con sus fiestitas, ¿qué te parece?

Dipper no sabía que responder. Le tenía pavor a Josh después de lo sucedido pero no sabía que era peor, si un demonio isósceles que posiblemente era una mala pasada de su cabeza o una de las fiestas de pijamas de su hermana que eran bien reales.

—De acuerdo, no me molesta. Voy a decírselo a Mabel.

—¡Estupendo!

El castaño salió de la cocina y le echó un vistazo a Josh. Estaba recostado otra vez sobre el mostrador de brazos cruzados y apoyando la barbilla en ellos con cara de aburrimiento absoluto. No parecía alguien sobre natural, solo un chico normal observando aburrido como turistas miraban los objetos que habían por allí.

Se giró y subió las escaleras. Se encontró a su hermana en su cama, sentada y con una sonrisa deslumbrante en la cara.

—He oído la conversación —exclamó la chica—. ¡Es perfecto! Tu tendrás conversaciones de hombres adolescentes con Josh y yo podré fiestas con Candy y Grenda.

Sin dejarle tiempo a Dipper a contestarle, agarró su maleta y la arrastró hacia el cuarto de invitados.
Su hermana había estado siempre muy apegado a él pero con la adolescencia, Mabel quería un poco más de privacidad, como era normal en aquella edad.

Resignado, se tiró en su cama y observó el techo. El viaje en autobús siempre le dejaba exhausto. Se acurrucó un poco y notó un olor diferente en la almohada antes de quedarse dormido: olor a bosque.

Fall •BillDip•  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora