Capítulo 16.

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Y podría decir que todo acababa bien. Que sus tíos y Mabel aprobaban su relación a pesar de ser el demonio que les atormentó durante tanto tiempo y fueron felices.

Que gran error sería afirmar eso.

Aquella noche durmieron juntos, y no en el mal sentido de la frase, si no como una pareja, pero todo no se iba a quedar color de rosa. Los ataques de Bill iban a peor, y aquella mañana le dio uno de los peores, sin duda.

Los bruscos movimientos por la falta de aire despertaron a Dipper. Cipher estaba a su lado, jadeando y con una cara de dolor espantosa, lo que provocó que su corazón diera un vuelco. Preocupado, se incorporó y se encontró con sus ojos. Estos le miraban cómo si en cualquier momento se fuese a morir y solo consiguió que la angustia de Piney creciera.

-N-no puedo -cosiguió decir entre jadeo y jadeo.

El castaño intentó calmarlo con sus palabras, intentando decirle que inhalara exhalara. Como si fuera tan fácil hacerlo cuando tu cuerpo rechaza tu misma existencia, ¿no?

Al final y por suerte, el ataque acabó y seguía con los ojos abiertos. El silenció volvió a reinar en el cuarto y ninguno de los dos sabía que decir, otra vez.

-¿Qué...? -empezó el menor, desconcertado-. ¿Qué te ha pasado?

Al final, tendría que contarle todo. Un suspiro salió de sus labios, siendo una completa ironía cuando hacía unos momentos le faltaba el aire y lentamente, empezó su relato.

Empezó por el final del Raromageddon, cuando volvió a su dimensión y fue "destruido", "derrotado", quedando solo como una pequeña masa que desaparecería en poco tiempo. Desesperado, huyó de allí, llegando inconscientemente a la Tierra pero ya no tenía tiempo para echarse atrás. Buscó y buscó, para acabar encontrándose con aquel cuerpo deshabitado y casi en su límite, entró. Cuando abrió los ojos, aún podía ver la frágil alma del propietario, desapareciendo por las causas de su muerte. Ahora que se había establecido, llegó a la cabaña, dispuesto a acabar con su existencia, pero todo salió de mal en peor -si es que podía ir peor- a partir de allí. En esos dos años de inactividad, se agotó más de lo que esperaba, y cuando Dipper y si hermana llegaron, en lo único en lo que pensó fue en absorber energía del cuerpo del chico. Ahora, él se agotaba y no podía seguir retrasándolo.

Con la mirada triste y en otra parte, Dipper relató el tiempo pasado. Él había acabado mal, no tanto como Bill, pero también mal. Los traumas psicológicos fueron graves, muy graves, rozando al punto de llegar a tener alucinaciones, pesadillas e insomnio. Por ello, las visitas al psiquiatra no tardaron en llegar. Durante esos dos años, Dipper consiguió bloquear la mayor parte de sus recuerdos traumantes, pero solo tenía una carga menos. La vida en casa era agobiante e incómoda y la exterior no era mucho mejor. Dentro, gritos de sus padres o completa soledad. Fuera, gritos llenos de insultos alguna que otra amenaza, añadiendo las palizas. Todo estaba mal y esta vez, el que lo miraba con pena era el agotado demonio.

Se incorporó un poco y Dipper enseguida clavó de nuevo sus ojos oscuros sobre Bill, quien tomó por sorpresa al chico plantándole un beso en loa labios y entonces, solo entonces se dio cuenta de lo mucho que gustaba y quería que todo se detuviese allí, como en una película barata y cuando se separaron, el rubio volvió a hablar.

-Dipper... -susurró. Iba a estar eternamente arrepentido por aquello.

-Dime -dijo simplemente el chico.

-Tenemos que reconstruir el portal.

Fall •BillDip•  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora