22.- El marcado

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Belha se encontraba sentada en la orilla de la cama de la habitación de hotel en donde Dean había alquilado. El mayor de los Winchester había salido a investigar algunas cosas y la había dejado encerrada y con órdenes de no poner ni una sola hebra de cabello afuera.

Miraba la pared del frente sin parpadear. Esperaba que esa voz en su cabeza le ordenara mantenerse fuerte, pero al parecer se había esfumado.

Su cabeza punzaba constantemente tras tantas cosas sucedidas... no solo era la muerte de Thad lo que tenía que afrontar. Pues tras esta, la falta de su madre aumento en mil. Y tenía que sumarle el hecho de que Dean era su padre, y al parecer el susodicho solo sabía ser uno con Sam.

- Hasta que te dignas a aparecer – dijo Belha al sentir la presencia fría de Caín.

- La....

- Ahórrate las condolencias... - le interrumpió la chica – yo... yo renuncio...

Belha hablo firmemente. Estaba cansada de que todo girara entorno a ella. Estaba cansada de ser la luz para la humanidad. No quería ser la esperanza de todo.

Hace meses era una chica ordinaria. Antisocial. Con madre y mejor amigo. Ahora ella era una clase de leyenda o mitología de siglos de antigüedad que era rodeada por dolor y maldad. Isabelha Davidson quería regresar a su tiempo de ignorancia, donde no sabía de vampiros, cazadores o familias Frankenstein caminando por las ciudades. No quería cargar con un pasado que no recordaba... fuera alternativo o no.

- No puedes renunciar – le respondió Caín – este no es un trabajo al que simplemente le puedes abandonar...

- Mira como lo hago... -

- Acabaras con todo... - el primogénito de Adán y Eva la miraba con el ceño fruncido.

- No me interesa... ya no tengo nada que perder... y nadie que me pierda. Qué más da si la tierra explota o Dios se enoja por que no cumplo con sus expectativas...

La rabia crecía en el interior de Belha. Estaba enojada con Dios. Enojada con el arcángel Azrael. Enojada con Dean, Sam, su madre y Thad por haberla abandonado. Prácticamente estaba enojada con todo a su alrededor.

Quería que Caín desapareciera. Que la dejara en paz. El fantasma de Caín solo le recordaba por culpa de quien era que estaba sola... si él nunca hubiera aparecido... si él nunca hubiera nacido...

"maldita víbora y maldito Adán y Eva" se repetía constantemente en su mente.

Caín se acercó un poco más a Belha. Tenía que lograr que ella cambiara de parecer. Tenía que ver lo importante que era su jugada en este juego de ajedrez.

- Necesitas calmarte - le dijo en un susurro, aumentando así la furia de la chica

- Déjame en paz – dijo Belha levantándose de la cama y fulminando con la mirada a Caín – ya no quiero verte. ¡vete al infierno!– las palabras finales salieron en forma de grito. Los ojos de Caín se abrieron de par en par. Un círculo iluminado de color rojo apareció alrededor de los pies de Caín, dando paso a una trampa del diablo bajo sus pies.

- Me has marcado – dijo Caín horrorizado. Una luz amarillenta salió de la trampa, iluminando todo el cuerpo gris de Caín. La luz se intensifico al grado que Belha sin saber bien lo que pasaba, tuvo que levantar sus brazos al nivel de sus ojos para protegerlos de aquel resplandor.

Un pequeño estallido de fuerzas invisibles fue el producto final. Belha salió disparada hacia la pared, cayendo sobre su trasero en el frio suelo de la habitación.

2º Libro: La Marca de CaínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora