Capítulo V: Sentimientos inesperados

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Flotaba.
Era tan feliz en ese momento que los pies no tocaban el suelo. En mis dieciséis años de vida ningún chico había tenido tal detalle conmigo.
No sabía si llamarle directamente, mandarle un mensaje, esperar para no parecer una boba...
De camino al trabajo cogí la bolsa de caramelos. Al abrirla me vino un olor dulzón a chucherías y azúcar.
Cómo él. Murasakibara huele así de dulce...
Me puse roja y tomé un caramelo. Me daba pena comerlo pero aún así lo hice..aunque el papelito me lo guardé cómo si fuera un tesoro.
Voy a llamarle...¡No! Un mensaje...La diré que la bosla de caramelos me encanta..
-¡Bienvenida! Oh... (T/a). Ya estas aquí. Vienes más tarde que se costumbre.
-lo siento sempai. Las clases se alargaron- mentí como una bellaca. Decir en el trabajo que llegas tarde porque estabas entretenida contando caramelos no era recomendable.
Entre a la parte de atrás de la heladería. Había empezado a trabajar allí justo cuando empecé el Instituto, y aunque era cansado tener que compaginarlo con las clases, eran muy amables y estaba muy a gusto.
El uniforme, muy mono cómo no, era algo justito de falda...o yo tenía las piernas muy largas, pero en general todo era de maravilla. Antes de salir a trabajar y con dedos temblorosos escribí un mensaje a Murasakibara.
Lo leí cincuenta veces en treinta segundos. ..
Enviar.
NOOOooo ¡No tendría que haber mandado nada!
¡Ahora pensará que soy una cría obsesionada!
Con lagrimillas en los ojos salí a ocupar mi puesto. Mi jefa me miró con curiosidad. Casi podía ver un interrogante flotando por su cabeza.
-(T/a)...estas...extraña
-N..no..se...eh..-Me sonroje hasta la punta del pelo. Por suerte ,justo cuando iba a indagar más en el tema, entró gente. Ahora tocaba currar.

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-¡Pásala!
-¡Más rápido!
-¡Murasakibara, defiende!
Murasakibara saltó y paró el balón como si fuera un juego de niños. Luego bostezo aburrido.
Una espada de madera fue a parar directamente a su espalda.
-¡Vale ya se bostezar y tómate en serio el entrenamiento, vago!
Atsushi miro con hastío a la entrenadora. Esa mujer era más dura que un sargento.
-Masako-chin~....esto es aburri-
El espadazo fue a la cabeza.
-suficiente. Descanso de cinco minutos. Después haremos algo de resistencia.
-No te está mal. Encima llegas tarde- Himuro regañaba a Murasakibara.
No le había sentado muy bien que le mintiera respecto a donde iba. Le daba igual si quería ir sólo a ver esa chica, pero mentir era otro tema. Además estuvo a punto de comerse el marrón él por incubrirle al olerse algo.
Por su parte, Murasakibara sólo se había limitado a pedirle perdón y ofrecerle un dulce.

Que típico de él. Un niño grande.

Mientras bebían algo, Murasakibara miró su móvil. Esperaba ver una llamada de (T/n) y así tener su número. ..pero había un mensaje.

Muchas gracias por traerme la riñonera, y por dejar la bolsa de caramelos. Me gustan muchísimo.
Un besito.

-¿Que le ocurre a Murasakibara? Ha puesto una cara extraña...
Todos lo miraron. Sonreía bobamente, sonrojado, y parecía estar en otro mundo.

-Parece qué esté imaginando una montaña de golosinas. Normalmente pone esa cara cuando entra a la tienda de chucherías -
-¿Qué hacéis? ¡Volved al entrenamiento! Ya han pasado cinco minutos
-¡Pero si sólo han pasado tres! -empezaron a quejarse pero callaron al ver a la entrenadora apretando los puños.
Murasakibara escribía rápido en el móvil. La espada de Masako fue directa a su espalda.-¡Tú también!
-Yaaaa~-Miró el mensaje y dudó en mandarlo. ¿estaba bien? Himuro tenía en parte razón. No la conocía apenas...
Pero...si no lo hacía, seguro no la conocería...y verdaderamente quería hacerlo....
Enviar.
Se puso nervioso. ¿Y si había hecho mal? Quizás debería haberse esperado. ..
-¡A entrenar he dicho!
Recibió otro espadazo. Resignado, volvió al entrenamiento.
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Jamás en mi vida unas horas me pasaron tan lentas.
No paraba de pensar en si tendria algo en el móvil. Terminé mi jornada laboral y me pagaron lo que tocaba.
-Vamos a cerrar estos tres días que vienen para pintar el local. Ya que no hace tanto calor y hay menos clientela. Aprovecharemos para dar un cambio de imagen.
-Genial. Entonces vengo el lunes por la tarde.
De camino a casa miré el móvil.Dos mensajes:

Qué conste, ese larguirucho no me gusta para ti. Es maleducado y tiene cara de pocos amigos. Ya verás lo que haces.

Sakura.
Ignore el mensaje. No es que no le diera la razón. Pero...
El otro mensaje era de Murasakibara:
Estoy feliz de que los caramelos te gusten. Cogí muchos sabores para asegurarme que hubiesen de los que te gustan. A mi me gustan todos. ....
Me gustaría quedar contigo. Si tu quieres.Mañana a partir de las siete de la tarde. Saludos

¡Quedar! Me paré en seco. ¿que le digo? ¿Le digo que si?...espera. ..ayer pensaba que esto no podía ser bueno. Que el era mi reto a superar...¿tanto me hacia cambiar de parecer una bolsa de caramelos?
Guardé el móvil. Estaba muy ansiosa y debía calmarme para contestar algo tan importante.
Cuando llegue a casa me puse a ayudar a mi madre, y durante la cena hablamos todos de nuetro día. Papá parecía estar de buen humor. Desde que dejó de trabajar por el accidente que padeció tenía altibajos, pero ahora se empezaba a ver una luz.
-¿y tu día que tal, cielo?-mamá me sonrió con cariño y de inmediato me vino a la mente el rostro de Murasakibara tratando de decirme algo en mi Instituto.
-P. ...pues genial. Tengo hasta el lunes vacaciones en el trabajo.
-No es necesario que sigas trabajando, (T/n).Te lo he Dicho muchas veces.
-Está bien papá. Me gusta ir, no pasa nada.
-Pero a tu edad deberías estar disfrutando o apuntarte al club de básquet. ..
-No. Estoy bien así. No quiero jugar partidos contra otros Institutos. Así estoy bien.
Todos me miraron. No era del todo mentira. A ver, me gustaba jugar, pero hacía falta dinero en casa. Y todo no podía ser.
Acabamos de cenar y tras ayudar algo más a mi madre me fui a mi cuarto .
-Tata, Tata. Llévame a bracitos!
Mi hermano pequeño (con quien compartía cuarto) alzó sus bracitos regordetes.
Dios , cómo le quería.
Le levanté y lo pasé por detrás de mi cabeza. Llevándolo a caballito
-¡Venga! ¡A trote!
Corrí por la casa con él encima, mientras se moría de risa y se cogía de mi pelo.
Tras un buen rato haciendo el tonto, nos bañamos y nos pusimos el pijama para ir a dormir...
-Siento que olvido algo. ...
Me tiré en la cama mientras cogia el móvil y..
Me levanté de golpe. ¡Me había olvidado de contestar a Murasakibara!
Tenía otro mensaje de él :
Siento si quizás he sido algo impulsivo. ..quizás tengas otras cosas que hacer...ya nos veremos otro día .
No me lo podía creer.
Llamé a su número olvidando todo lo que había pensado horas antes.
-¿Sii~?
-¡Si que quiero quedar!
Se hizo el silencio mientras ponía cara de estúpida. Mi contestación había sonado histérica hasta para mi. Empecé a pensar que la ha había cagado cuando. ..
-Genial. Pensé que no querias quedar.
-Lo siento. Tenía faena. Pero mañana estoy libre.¿que...querias hacer?-Me sonroje bastante pensando en todo lo que se puede hacer en una...¿cita..?
-MMMmmm...podemos comprar dulces
-¿Y si jugamos a básquet? Una contra uno.
Silencio.
-Aahh~..bueno...si te apetece. Entonces a las siete en la cancha. Hasta mañanaa~
Me despedí y colgué. No estaba segura, pero juraría por su voz que no quería jugar a básquet.
¿Cómo podía un jugador cómo él no apetecerle jugar?.

Siempre DulceWhere stories live. Discover now