-Niña, ¿te encuentras bien? No me digas que eres claustrofóbica y que te vas a desmayar.

-No voy a desmayarme o no lo sé- le dije agitada.

Sentí su cuerpo a mi lado y luego sus manos sobre las mías. Me dio algo de vergüenza pues estaban sudadas. Ella sonrió y sopló sobre ellas para temperarlas.

-Están muy heladas, ¿sufres de presión baja?

-No lo sé.

Ella sonrió otra vez y me acomodó el cabello con tranquilidad, me hablaba acerca de no se qué, veía que sus labios rojos moverse pero no la escuché, me encontraba perdida en su tacto. Su piel era suave.

-¿cuantos años tienes? -Ella tenía mis manos entre las suyas e hizo que me olvide del lugar en el que estaba

-Diecisiete.

-Hablas poco. Yo tengo 19 y soy practicante, me.encargo de la correspondencia

Oh no. ¿Cuál es la probabilidad de que me quede atrapada en el ascensor con la chica que mi padre planea despedir por ser lesbiana? Diablos.

-Soy una visitante- no quería que sepa quien soy. Me daba miedo que me juzgue por mis padres, ya había pasado anteriormente.

-¿Estudias?

-No

-¿Trabajas?

-No

-¿Estas soltera?

-Haces demasiadas preguntas- le dije riendo y ella apoyó su cabeza en mi hombro.

- Necesito tranquilizarte. No quiero a una damisela desmayada. Luego me echan la culpa y pierdo el trabajo -ella se ríe y yo fingo hacerlo.

-¿No tienes una de esas cosas... hm teléfono?

-No, mis padres no me dejan-Esos aparatos eran la novedad pero no me dejaban tenerlos -¿tu no tienes?

-Dios no. Cuestan una fortuna. Pensé que tenias uno, tienes cara de ser rica- dijo lo último con una irritación única.

-¿Por qué dices eso? No me conoces

-No,pero sé eso por tu ropa. Tienes esas zapatillas de marca, el Jean teñido, la carterita importada y la blusa de seda. Tienes dinero.

-¿Cómo sabes todo eso? - Estaba impresionada y al mismo tiempo enojada por hablar de mi ropa como si me definiera.

-Trabajé en una tienda de ropa. Y no es tanto esfuerzo, te veo y tienes un cartel de ricachona en la cabeza.

-Bueno no deberías de ser tan prejuiciosa

-No lo soy, solo me divierte. Y si es divertido, lo hago.

-¿Haces todo lo que te hace gracia?- pregunté curiosa.

-No todo. Hay algo que no puedo hacer y sería muy gracioso.

-¿Qué cosa? - por su mirada supe que era algo atrevido, tenía los ojos llenos de peligro.

-No puedo hacerlo. Eres una niña que probablemente irá a confesarse después. Ave maría purísima- ella puso las manos juntas y se rió. La chica era muy extraña, diferente a toda clase de persona que había conocido.

-¿Que tienes contra la iglesia?

Se rió fuerte y pensé si habia dicho algo estúpido pero no, mi pregunta era coherente.

-Yo no tengo nada contra ellos. Sin embargo ellos tienen todo contra mí, ellos son los del problema.

Solo me quedé callada. No sabía qué decir o tampoco quería, ella apagaba el silencio con su voz y me gustaba. Me gustaba cómo hablaba pero al mismo tiempo me enojaba un poco el hecho de que yo sea tan predecible.

-¿Crees que demoren mucho?- pregunté impaciente.

-No, la alarma sonó hace un buen tiempo, deben de estar trabajando en eso.

-¿Alarma?- yo no había escuchado ninguna y estaba segura de que no había sonado.

-Sip, solo que tú estabas a punto de desmayarte damisela, no la escuchaste.

-No me digas damisela, suena raro- me pongo de pie y empiezo a caminar por el reducido espacio - Podemos salir por el techo.

-Claro y también morir- ella bromeó- es peligroso niña. Por cierto, no respondiste.

-¿Qué cosa?

-¿Estás soltera?- levanta una ceja al preguntar y me sonríe.

-Sí- digo evitando su mirada y séntandome frente a ella.

-Eso es bueno. Muy bueno -se truena los dedos y muerde su labio.

-¿Por qué?

Iba a responder cuando escuchamos ruidos y el ascensor se movió. Dije algo, no se qué y la chica se rió fuerte. Sentí algo, en eso momento no quise saber qué era pues me daba miedo, todo, sobre todo ella con su actitud y forma de ser. Era diferente y desconocida.

-¿Cuál es tu nombre? - pregunté cuando el ascensor estaba en el piso 19.

-¿Para qué quieres saber? ¿me vas a acosar?

-Sólo responde

-Yo soy una señorita, no le puedo dar mi nombre a una ricachona claustrofóbica que se va ir a confesar pronto.

-Sólo dámelo- exasperada, esperé que el ascensor abra sus puertas.

-¿Por qué?

-Porque sí.

-Bueno, eso tiene mucho sentido. Me.encantan las personas tan razonables como tú, tu argumento soprepasa mis límites de comprensión.

La puerta se abrió y no había ninguna persona, pensé que lo habría, al menos mi padre. Pero fue algo bueno supongo, porque al salir del ascensor, la chica me tomó la mano y miró fijamente a los ojos.

-Soy Emily- dijo con una sonrisa.

Solo diré que aún te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora