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Narra Hugo

Caminar por los pasillos con la chica mala oficial del instituto se me hace raro. Yo nunca podría llegar a eso, estoy seguro de que si no fuésemos solos sería imposible, pero dado que todos están en clase no le importa.

— ¿Qué piensas? — me pregunta con una sonrisa.

Parece amable, pero no puedo evitar pensar que esto tiene otra idea. Que no puede ser todo así, tan normal, como si nada.

— En nada — miento sin mirarla.

Ella me observa, mientras yo sigo caminando con las manos en los bolsillos, ignorándola totalmente.

— ¡Jennifer! — exclama alguien a nuestras espaldas.

Ambos nos giramos y vemos venir a Manuel, el novio de Jennifer este mes. Ella hace una mueca y, antes de que pueda darme cuenta, me arrastra contra una pared y comienza a besarme. Me quedo paralizado y sorprendido al principio, pero por alguna razón le sigo el beso.

¿Qué estoy haciendo? Bueno, mejor dicho ¿qué está haciendo ella? ¿Desde cuando la chica mala y popular besa al chico bueno e invisible? Se supone que es al revés, y que luego se burla de mí.

Entonces se separa un poco, despacio y volviendo a poner cierta distancia entre nosotros. Mientras, yo intento volver a respirar, y ella me susurra:

— Por favor, sígueme la corriente — me suplica, pero después se gira hacia Manuel y lo encara, aunque no sin antes agarrar mi mano con fuerza —. No tenías por qué interrumpirnos.

Manuel nos mira con los ojos como platos, muy sorprendido y me señala, apuntándome con el dedo con desprecio.

— ¿Me la estás pegando con este? — pregunta incrédulo.

— Ya no estamos juntos, Manu — aclara ella con cara de malhumor —, y este tiene nombre, se llama Hugo.

Me sorprendo un poco al verla ¿defenderme? Sí, porque básicamente eso está haciendo.

— ¡Si ayer se sentó delante tuya y ni lo miraste! — exclama Manuel irritado.

Bueno, no la culpo por ello, nadie suele prestarme la más mínima atención aparte de los profesores o mis pocos amigos.

— Creo que es evidente que no iba a dejar que te dieras cuenta de que llevo dos semanas poniéndote los cuernos con él — dice Jennifer muy firme.

Se me seca la boca y observo sorprendido a Jennifer al ver a Manuel mirarme con los ojos entrecerrados. ¿Cómo coño se le ocurre soltar esa gilipollez?

— Voy a matarte, chaval — asegura acercándose a mí.

Alzo las cejas y veo como Jennifer se coloca delante de mí. Genial, voy a quedar como un pringado.

— Tú no vas a tocar a nadie, lárgate, anda — dice muy tranquila y un poco aburrida.

— No me vaciles, Jenni. No me creo que te hayas liado con él.

Ya sé que no soy nada fuera de lo común, pero gracias, compañero.

— Joder — resopla Jennifer — ¡Asúmelo, Manuel! — exclama aburrida — ¡Estoy con Hugo!

— ¿Desde cuando? — pregunta apretando los labios.

— Hace dos semanas — digo hablando por primera vez —. Ya te lo ha dicho.

Manuel me mira con rabia contenida y aprieta la mandíbula.

— Pienso vengarme por esto — amenaza —, y Jennifer va a querer volver conmigo.

Alzo las cejas, bastante escéptico. Creo que me he metido demasiado en mi personaje.

— Mmm... Eso va a ser imposible — canturrea Jennifer.

Aprieto los labios. A decir verdad, eso de la venganza no me entusiasma demasiado, y al verlo alejarse por el pasillo me giro de inmediato hacia Jennifer que me sonríe, y puedo ver agradecimiento en sus ojos claros.

» Gracias — dice y sé que está agradecida de verdad — ¿Vamos a la cafetería y te explico todo esto?

Niego con la cabeza.

— Yo me voy a clase, no puedo tardar más — digo firme mientras comienzo a caminar.

Pero ella se acerca a mí a pasos rápidos y pone la mano en su hombro, deteniéndome.

— Necesito tu ayuda, Hugo — dice.

— ¿Mi ayuda? — pregunto incrédulo mientras doy media vuelta para mirarla — Creo que no eres tú a quien acaban de amenazar.

Ella me mira un poco... ¿comprensiva y avergonzada? Está claro que hoy es un día extraño.

— Te juro que voy a ayudarte con eso, no va a hacerte nada, pero tienes que ayudarme tú a mí. Un intercambio de favores — suplica.

Chasqueo la lengua y pongo los ojos en blanco.

» ¿Puedes quedar esta tarde? Tengo que explicártelo todo, y así puedes ir a clase.

Dudo un poco, ¿y si me está vacilando? No, no tiene sentido hacer todo esto con la idea de meterse conmigo, no tiene ni pies ni cabeza. Aunque la situación tampoco y es real.

— No tienes nada que explicarme, simplemente dile a ese tío que tú y yo jamás hemos tenido nada — le exijo.

— ¿Cómo que jamás? — pregunta ella de mal humor y con las manos en las caderas — Hace un momento estabas respondiéndome a un beso, chaval.

Abro la boca para contestar y me llevo las manos al pelo, desordenándolo sorprendido.

— ¡Tú me besaste! — grito señalándola.

— ¡Era necesario, joder!

— ¿Necesario? — suelto una carcajada irónica, y niego con la cabeza — ¡Necesario es el aire para respirar! ¡Eses besos eran innecesarios y sin sentido!

— ¿Innecesarios? — chilla sorprendida — ¡Pues yo diría que mientras me metías la lengua no te parecía innecesario!

— ¡Te recuerdo que tú me empujaste contra la pared! — estallo de nuevo.

— ¡Pretendía que Manu viera que no quiero estar con él! — grita.

Sin darme cuenta estoy muy cerca de ella, a milímetros. Tanto que siento su aliento chocar con el mío, y puedo oír el ritmo acelerado de su pulso. Tiene los labios rosados entreabiertos. Los ojos le brillan suavemente, el azul comienza a teñírsele de un tono más claro y centelleante.

— ¿Qué es este escándalo? — pregunta una voz fuerte y femenina a nuestro lado.

Ambos salimos de la ensoñación y damos unos pasos hacia atrás, separándonos. Miro hacia el lugar del que procede la voz. La jefa de estudios está a nuestro lado, con los brazos cruzados sobre el pecho, y, a nuestro alrededor, un montón de alumnos y algunos profesores.

» ¿No vais a decir nada?

Miro a Jennifer y ella me mira. Sonríe avergonzada y se encoge de hombros, mientras yo suspiro. No sé qué me va a costar ese escándalo, pero la cosa pinta mal.

Ella es mi problemaWhere stories live. Discover now