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Narra Jennifer

Son las cinco y cuarto de la tarde cuando salgo del gimnasio, ya duchada y vestida de calle. El sol me da directamente en la cara y en seguida se me viene a la cabeza una imagen de Hugo. No sé por qué me he acordado de él con algo tan insignificante y normal, pero no puedo evitarlo, desde que entró a mi vida se va metiendo en mí misma a pasos agigantados.

Nunca imaginé que sería de este modo.

Cuando empecé a "salir" con él, pensaba que terminaríamos siendo amigos o teniendo un trato solo cordial, pero ni se me pasó por la cabeza que pudiera llegar a sentir tanto en tan poco tiempo. De todas formas, sé que pronto va a acabarse, porque hablamos de un mes y ya han pasado tres semanas. Tengo que empezar a hacerme a la idea de que se acaba.

- ¡Eh, Jen!

Me giro y me encuentro a Jose, corriendo hacia mí con una sonrisa enorme y alegre. Todavía tiene el pelo mojado por la ducha, y sus rizos se ven un poco más oscuros mientras rebotan contra su frente al correr. Le brillan los ojos, del azul más puro, y reconozco que es guapo, pero tiene un gran defecto que nunca podrá eliminar: No es Hugo.

- ¿Qué pasa? - pregunto, mirándolo con el ceño fruncido.

- Acaba de hablarme Edgar, esta noche tengo mi primera pelea. ¿Vienes?

- Soy tu entrenadora, tengo que ir.

Me encojo de hombros y el sonríe de oreja a oreja, se inclina sobre mí y me da un beso en la mejilla, después me guiña un ojo y se va en la otra dirección, caminando con tranquilidad. Es un chico estupendo, pero a veces su actitud me desconcierta bastante. No me gusta demasiado su manera de mirarme cuando quedamos para entrenar, y sé que me mira el culo cuando me doy la vuelta, pero ¿qué puedo hacer? Edgar es como de la familia para mí, no puedo dejarlo colgado.

Sigo caminando por la calle, directa al bar donde he quedado con Lucas y Begoña. No está muy lejos de aquí, así que sé que llegaré en un periquete. Mientras, aprovecho para cotillear los nuevos acontecimientos de las redes sociales, empiezo por instagram. Con esto de las historias, todo el mundo está mucho más enganchado a la aplicación que antes, pero también es normal.

No encuentro nada especialmente interesante en un principio, pero después me cruzo con que Hugo ha subido una historia. En seguida la miro, esperando ver una foto suya con Gabi, alguna queja sobre el bar o cualquier tontería, pero lo que veo no me gusta una mierda. Es un selfie de Judith con un corazón rojo, y en seguida soy consciente de que le ha quitado el móvil.

La foto es de hace unas horas, más o menos la hora de comer, y me cabreo pensando en que hayan comido juntos. Cuantas más vueltas le doy, menos me gusta la idea, y sé que son celos, pero se supone que no debo sentir nada de eso, que Hugo y yo solo estamos fingiendo. Pero ya no puedo fingir más, me gusta muchísimo, como no me ha gustado nunca antes un chico y eso me da buena espina.

Al entrar en el bar, guardo el móvil y voy directa hacia Lucas y Bego, que están sentados en una mesa con alguien a quien no me esperaba ver para nada: Manuel.

- Hola - digo muy seria, mirando al individuo que charla con mis amigos.

Manuel se gira hacia mí y sonríe.

- Vaya, vaya, pero si es la chica guay del instituto - se burla el muy desgraciado -. Creo que será mejor que me largue, aunque me encantará verte esta noche, ¿sabes contra quien peleo?

No puede haberse metido en eso. No se le puede haber pasado por la cabeza. Se ha vuelto totalmente loco. Las peleas no son una broma, no tiene ni idea de donde se está metiendo.

Ella es mi problemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora