7. Puente sobre el río y animales de tiro

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arroyo hasta el río de la Merced. Al sur, en fin, desde esta desembocadura hasta el


recodo del río donde debía establecerse el puente.


Quedaba, pues, la parte occidental de la meseta comprendida entre el recodo y el


ángulo sur del lago, en una distancia menor de una milla, que estaba abierta a toda


invasión. Pero nada más fácil que abrir un foso ancho y profundo, que podría llenarse


con las aguas del lago y cuyo sobrante fuera a desaguar por una segunda cascada al


lecho del río de la Merced. El nivel del lago se bajaría un poco, sin duda, por aquella


nueva sangría, pero Ciro Smith había reconocido que el caudal del arroyo Tojo era


bastante grande para permitir la ejecución de su proyecto.


-Así, pues -añadió el ingeniero-, la meseta de la Gran Vista será una verdadera isla


rodeada de aguas por todas partes y no comunicada con el resto de nuestros dominios


sino por el puente de la Merced, los dos puentecillos ya establecidos en la parte anterior


y en la posterior de la cascada, y otros dos que habrá que construir, el uno en el foso que


me propongo abrir, y el otro en la orilla izquierda del río de la Merced. Ahora bien, si


hacemos el puente y estos puentecillos para que puedan levantarse a voluntad, la meseta


de la Gran Vista quedará al abrigo de toda sorpresa.


Ciro Smith, para hacerse comprender mejor, había dibujado un plano de la meseta,


con lo cual su proyecto quedó inmediatamente entendido. Todos lo aprobaron sin


vacilar, y Pencroff, blandiendo el hacha de carpintero, exclamó:


-¡El puente ante todo!


Era la obra más urgente. Se eligieron varios árboles, que fueron cortados, despojados


de sus ramas, serrados en tablas y convertidos en vigas y traviesas. Aquel puente fijo en


la parte que se apoyaba en la orilla derecha del río de la Merced debía ser movible en la


parte que se uniese a la izquierda, de manera que pudiera levantarse por medio de


contrapesos, como ciertos puentes de esclusa.


La tarea, como se comprende, dio mucho trabajo y, aunque hábilmente dirigida,


exigió bastante tiempo, porque el río de la Merced tenía en aquel paraje unos ochenta pies de anchura. Hubo que meter pilotes en el cauce del río, para mantener la tablazón


fija del puente y establecer los medios de operar sobre las cabezas de las estacas, formar


los arcos y permitir al puente sostener grandes pesos.


Por fortuna, no faltaban instrumentos para trabajar la madera, ni hierro para


consolidarla, ni la destreza de un hombre que entendía maravillosamente esta clase de


obras, ni el celo de sus compañeros, que hacía siete meses trabajaban a sus órdenes y


habían adquirido gran habilidad manual. Debemos añadir que Gedeón Spilett no era el

La isla misteriosa-Julio VerneWhere stories live. Discover now