7. Puente sobre el río y animales de tiro

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Los colonos de la isla Lincoln habían reconquistado su domicilio sin haber abierto el


antiguo conducto, lo cual les ahorró trabajos de albañilería. Fue para ellos una verdadera


dicha que en el momento en que se disponían a realizar su proyecto, la bandada de


monos hubiese cogido un miedo tan repentino como inexplicable, que la había arrojado


del Palacio de granito. Aquellos animales ¿habían presentido el asalto que se les iba a


dar por otro conducto? Era la única manera de interpretar su movimiento de retirada.


Durante las últimas horas de aquel día los cadáveres de los monos fueron trasladados


al bosque y enterrados allí; después, los colonos se ocuparon en reparar el desorden


causado por los intrusos, desorden y no deterioro, porque, si habían desordenado los


muebles de los cuartos, al menos nada habían roto. Nab encendió sus hornillos y las


reservas de la despensa suministraron una comida sustanciosa, a la cual todos hicieron


gran honor.


Jup no fue olvidado y comió con apetito piñones y raíces de rizomas, pues recibió una


provisión abundante. Pencroff le había desatado los brazos, pero juzgó conveniente


dejarle las ligaduras de las piernas hasta que pudiera contarse con su resignación.


Antes de acostarse, Ciro Smith y sus compañeros, sentados alrededor de la mesa,


discutieron algunos proyectos, cuya ejecución era urgente. Los más importantes y de


mayor urgencia eran el tendido de un puente sobre el río de la Merced, para poner la


parte meridional de la isla en comunicación con el Palacio de granito; después, el


establecimiento de una dehesa o campo destinado a los muflones y otros animales de


lana, que convenía capturar.


Como se ve, estos dos proyectos tendían a resolver la cuestión de los vestidos, que era


entonces la más seria. El puente facilitaría la traslación del globo, que suministraría


lienzo, y el prado debía contener los animales, cuya lana proporcionaría los vestidos de


invierno.


Respecto al prado, la intención de Ciro Smith era establecerlo en las fuentes del


arroyo Rojo, donde los rumiantes encontrarían pastos, que les proporcionarían un


alimento fresco y abundante. El camino entre la meseta de la Gran Vista y las fuentes


del arroyo estaba abierto en gran parte y con un carro mejor acondicionado que el


primero sería el transporte más fácil, sobre todo si se lograba capturar algún animal de


tiro.


Pero si no había ningún inconveniente en que el prado estuviera apartado del Palacio


de granito, no sucedía lo mismo respecto del corral, sobre el que Nab llamó la atención


de los colonos. Era preciso, en efecto, que las aves estuviesen al alcance del jefe de

La isla misteriosa-Julio VerneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora