- Las familias normales no hacen eso – argumento Sam

- No, no lo hacen. Sin embargo, no ha sido una total pérdida de tiempo. creo que encontré un caso.

- ¿Enserio? – pregunto confundido Sam

- Si. En Omaha...

- No – interrumpió Sam – me refiero a que ¿actuaras como si no supieras que eres padre y que tu hija lleva quien sabe dónde desde hace una semana?

- Sam... - Dean se pasó las manos por el rostro. Había esperado que Sam no sacara el tema.... – ahora no.

- ¿Entonces cuando, Dean? tiene casi dieciocho años, nunca has estado en su vida... de pronto aparece... convives demasiado con ella, y cuando te enteras que es tu hija simplemente ¿qué?... ¡dejas que se vaya y ande sola cuando sabes que corre peligro!

- Solo quiero mantenerme ocupado por mientras mi cabeza se aclara y me deja pensar con claridad... ¡vale! No sé si te has dado cuenta pero, no tuve el mejor padre del mundo... así que no sé cómo ser uno.

Sam entendía a lo que su hermano se refería... el mismo no sabía cómo reaccionaría si estuviera en su situación. Pero como él lo había dicho, ella corría peligro, y el hecho de que el mismo escuchara la historia que Rowena había contado sobre su ahora sobrina, era para preocuparse más.

- Deberías dormir – le ordeno Dean – saldremos mañana temprano al nuevo caso – sin preocuparse en cerrar la pantalla del portátil que utilizaba, Dean paso por un lado de Sam para ir a dormir a su habitación.

- Te equivocaste - al escuchar la voz de su hermano, Dean detuvo sus pasos – puede que no hayas tenido al mejor padre del mundo, Dean. pero eso fue lo que fuiste siempre para mi – Dean no se giró a ver a Sam mientras hablaba - tu hiciste la tarea de padre conmigo, y créeme, hermano, no son solo palabras para hacerte sentir mejor pero, fuiste el mejor padre que tuve.

Sam miro en dirección a Dean. Tras varios segundos se quedó varado en el mismo lugar, pero luego sin decir palabra alguna siguió su camino por el pasillo del bunker.

(...)

Los pulmones le escocían al tragar bocadas de aire. Su corazón palpitaba más de lo normal. El dolor en sus músculos logro hacer que Belha callera al suelo. Sin importarle la tierra, se acostó sin más en el suelo frio para mirar al cielo y tratar de recuperarse.

La chica de ojos raros y cabellos arcoíris nunca pensó que, cuando su antepasado le dijo que volverían a verse, fuera que él estuviera muerto, y entrenándola para lo que se avecinaba.

- Levántate – le ordeno Caín mientras la veía tirada como trapo viejo en la tierra

- Necesito unos minutos – dijo casi sin aire la chica – ¿no ves que estoy cansada?

- Esa boca – le riño el primogénito de Adán y Eva – modales.

- Mira quien habla de modales – para sorpresa Isabelha, el muerto de Caín no era tan malo como parecía. Aunque fuera su espíritu el que estuviera presente, la semana entera que tenía a su lado, iba de maravilla... sin contar todos los ejercicios que le hacía ejercer – casi extingues a todos tus descendientes.

- Eso no se trata de modales... -

- Bueno, agreguémosle que mataste a mi madre... quien me enseñaba modales...

- Fue cosa del destino... - Belha bufó. En toda su estadía con Caín siempre mencionaba al jodido destino. Ella ya no creía en esas cosas... detestaba al destino.

- ¡No me gusta que el destino se encargue de todo!

- No es que nos guste... así las cosas pasan

La mente de Belha se encontraba algo confundida desde que el viejo cascarrabias de Caín, le había contado su historia.

Belha estaba destinada a nacer bajo sus condiciones desde milenios atrás. Y aunque al principio no le había agradado la idea, logro entenderlo.

- No me gusta que dios ya tenga mi destino hecho – dijo mientras miraba las hermosas estrellas del cielo –

- Dios creo nuestros destinos desde antes de crearnos - Caín se acuclillo en un lado de la chica, quien tenía sus brazos extendidos hacia los lados. La blusa de mangas cortas que tenía puesta Belha dejaba ver su tan rara marca de nacimiento.

Caín aproximo una de sus manos hacia la marca de la chica, esa marca que el poseyó toda su vida. Cuando su dedo índice rozo con suavidad la mancha color rojo, Belha de un respingo se levantó del suelo.

- Si estuvieras cansada no hubieras hecho tal brinco digno de una acróbata – dijo mientras se volvía a levantar.

- No le gusta que la toques – las palabras salieron de la boca de Belha sin ser pensadas

- ¿La? - pregunto Caín mirando con el ceño fruncido a Belha.

- Es tan extraño tener cosas en tu cabeza sin saber de dónde salen.... – Belha se abrazó a si misma – juro por dios que si ahora mismo me pones a pelear, sabré hacerlo a la perfección aunque antes no lo haya hecho... se siente como si antes hubiera vivido otra vida – la chica elevo su mirada al cielo - sé que es ella, porque he escuchado su voz varias veces llamándome...


2º Libro: La Marca de CaínWhere stories live. Discover now