CAPÍTULO ONCE

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[ THE GUARDIAN ]

CAPÍTULO ONCE

 ❛era todo cuanto siempre habían soñado❜  

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 ❛era todo cuanto siempre habían soñado❜  


    SENTÍ LO MUCHO QUE ME PESABA Y DOLÍA EL CUERPO, como si me hubiesen bañado en cemento y este empezara a secarse, limitando así la articulación de mis extremidades. Los párpados no aguantaban mucho tiempo abiertos, se cerraban en seguida y escocían, como si hubiese estado llorando ácido. En mi campo de visión solo distinguía borrones de blanco y amarillo, y este último se sacudía de una punta a otra, como si fuese una linterna que se moviera de lado a lado y yo tuviese que atraparla.

Pronto empecé a recuperar la sensibilidad del cuerpo y noté unas manos sujetándome. Y frío, mucho frío. Seguía vigente esa misma sensación de pesadez en el cuerpo pero esta vez por estar mojada.

─¡Está abriendo los ojos! -repetía una voz chillona.

─Vamos Peter. Date prisa -suplicaba otra.

Sentí como el mundo subía y volvía a bajar, pero no tocaba el suelo, simplemente me quedaba en el aire. Me dolía terriblemente la cabeza, los párpados seguían pesándome y cada vez que los mantenía abiertos más de cuatro segundos lagrimeaba de escozor.

─Ya falta poco, muchacho. Mi mujer está preparando trapos húmedos.

Mi cuerpo se sacudió con brusquedad de izquierda a derecha numerosas veces. Alcé la mirada confundida y al encontrar su rostro, mis ojos se abrieron con sorpresa entre lágrimas y dolor.

Observé su barbilla apretada, firme y cuadrada. Sus labios carnosos y rosas, en ese momento algo agrietados por el frío. Su nariz recta y unas pestañas largas y rizadas, tapadas por el flequillo mojado, bien por la nieve o por el sudor.

─Peter -balbuceé, la voz apenas era audible. Sonaba tan seca y agrietada que casi no me reconocía.

Bajó la vista ante mi voz y me acomodó entre sus brazos, pues estaba empezándome a deslizar hacia abajo. Me aferré más a su cuello, clavando demasiado fuerte las uñas en su piel. Sus manos en mi cintura aumentaron la presión y sentí la tela del vestido subírseme hasta los muslos.

─Estoy aquí, Charlotte -susurró- Estoy contigo, ya casi estamos en casa.

─Edmund -susurré- Lo siento.

─Tú no tienes la culpa.

─¡Oh, por Aslan! -gritaba la señora Beaver.

El borrón amarillo que anteriormente se movía, se trataba simplemente de la luz que provenía del interior de la vivienda. Peter cruzó los pocos metros de distancia que nos quedaban en apenas tres zancadas y el calor de la chimenea me golpeó como una ola de fuego.

THE GUARDIAN | PETER PEVENSIE 1 ✔ [EDITANDO]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang