Arena

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Desperté por el sonido de un silbido rompiendo el silencio de la arena. Abrí los ojos forzando mi mirada para ver el dueño de ese sonido, no quería admitirlo pero temí que fuera otro charlajo. Intenté incorporarme pero la cabeza de Matt seguía puesta en mi vientre. Estaba completamente dormido, tan indefenso que pude haberle encajado el hacha y él ni siquiera se habría dado cuenta de que o quien lo mató.

Era impresionante lo fácil que era pensar en la muerte luego haberla tenido escurriendo de mis dedos. El sonido cobró más sentido cuando vi el pequeño paracaídas caer despacio en el techo de la cornucopia, justo a mi lado. Solté el hacha y usé mis dos manos para sostener la cabeza de Matt intentando no despertarlo de su sueño. Su cráneo tenía una forma rara pero no quise pensar en eso mientras lo acomodaba en el frío metal. Miré a los lados buscando algo que usar para ponérselo de almohada pero no había nada a mí alrededor además del cielo oscuro con la luna ficticia brillando sobre nosotros. Opté por sacarme la chaqueta y hacerle unos cuantos dobleces hasta que quedara de una forma esponjadita, la metí debajo de su cabeza y lo dejé seguir durmiendo sin turbarlo.

Gatee por la cornucopia hasta dar con el pequeño paracaídas y lo abrí. Una tarjeta de color blanco fue lo primero que vi, a la luz de la luna no pude leer las palabras con la misma facilidad de siempre pero alcancé a distinguir el trisquelion debajo de un J.S. Forcé más mi vista intentando ver lo que decía, cuando me di cuenta de que no estaba llegando a ningún lugar metí la tarjeta en el bolsillo de mi pantalón y tomé el frasquito que traía el paracaídas.

-Gracias -Murmuré al ver la misma crema que usaba Derek para mi cuerpo adolorido dentro de ese recipiente. Me miré los dedos de la mano derecha y rápidamente tomé una cantidad justa para esparcirla por encima de la herida que yo mismo me había hecho. El alivio fue inmediato a pesar de que no se sentía tan bien como cuando lo hacía Derek. Miré a Matt y tomé otro poco más de esa crema para ponerla en mi cuello, seguramente ya tendría algún cardenal y dolerían demasiado pasado un tiempo.

Escondí el paracaídas en un pliegue de la cornucopia y bajé deslizándome por uno de los laterales. Jackson se giró a verme en cuanto toqué el suelo de arena. Se veía que no había dormido, igual que Liam.

-Yo tomo guardia -Dije mordiéndome la sonrisa de felicidad al saber que no estaba solo. Jackson me miró con las cejas arqueadas. -Matt sigue dormido, si quisiera matarlos ya lo habría hecho.

-Vale.

En otra situación seguramente se habría negado, pero estaba tan cansado que no tuve que repetirle dos veces para que se acostara ahí donde estaba y se quedara dormido.

No necesité decirle a Liam que se durmiera también; el chico cayó rendido en menos de lo que tardó en acomodar su cabeza sobre el suelo. Saqué de nuevo la tarjeta y me puse a intentar ver exactamente qué era lo que decía. No sabía si la noche acaba de empezar o había dormido durante horas pero el cielo empezó a aclararse más rápido de lo que esperaba.

''Nadie quiere cardenales sobre la piel, sobrevive'' Fue lo que leí en la nota. Las palabras eran de mi padre, completamente suyas pero el trisquelion de Derek seguía ahí, perfectamente implantado sobre la hoja blanca. Devolví la tarjeta a mi bolsillo y me puse a merodear en los alrededores hasta dar con algún lugar lo bastante apartado pero a la vez lo bastante cerca donde pudiera orinar. La noche anterior no había sentido ganas y lo atribuí a la perdida de líquido que tuve al correr una distancia más grande de la que me proponía intentando alcanzar a Camden o su ilusión. Me lavé las manos con la botella de agua que estaba tirada al lado de la fogata apagada y volví a curiosear.

Trigesimos Séptimos Juegos del HambreWhere stories live. Discover now