Un gruñido se escucha a mi espalda. Me detengo, girándome lentamente, mientras contengo la respiración. Descubro una figura encorvada a unos metros de mí. Sus ropas están sucias y maltrechas; su cabello es largo y también está muy sucio, ni siquiera estoy segura si es castaño o negro. No veo muy bien su cara, pues su pelo la oculta. Solo puedo distinguir su ojo derecho y sus colmillos. No es un impuro. Sus ojos son de un tenue color rojo. ¿Un subalterno? Un impuro no estaría afuera a plena luz del día, pero...

Emite un sonido que me eriza la piel. No lo pienso, corro intentando huir, pero es mucho más rápido que yo. Tira de mi pelo y me arroja contra el suelo. El golpe me deja sin aliento, pero aun así, mi instinto de supervivencia me obliga a intentar alejarme. Me arrastro entre las ramas secas, no obstante, sujeta mi pie y tira hacia él. Lloro, angustiada pidiendo ayuda, a pesar de que una parte de mi sabe que es inútil. Su rostro está sobre el mío. ¡¿Seren?! ¿Cómo...?

―¡Gema! ―Otro vampiro lo golpea, aparándolo de mí.

Los veo rodar por la tierra, en medio de golpes y gruñidos escalofriantes.

Me pongo de pie y de nuevo emprendo la huida. Estoy aterrada, completamente desubicada. Solo quiero escapar. Ni siquiera sé por dónde voy.

―¡Gema! ―El suelo desparece debajo de mis pies. Un precipicio. ¡Oh no!

Un grito escapa de mi garganta antes de caer e impactar contra las rocas.

¿Qué es esto? ¿Realmente ocurrió? ¿Por qué no lo recuerdo?

Estoy inerte en el fondo del barranco. En una mala posición, mi pierna y brazo parecen rotos, pero aun respiro. Algo increíble ya que desde esa altura debería hacer muerto al instante. Sin embargo, todo el cuerpo me duele y no puedo moverme. Observo el cielo despejado, antes de que un rostro aparezca.

―¡Dios! ―Es el vampiro que me ha salvado, ahora que veo su cara no puedo creerlo. Es el mismo vampiro que vi antes. El mismo fundador―. Pequeña ―susurra tomándome en brazos. Sus ojos transmiten compasión y la manera en que me habla expresa cariño―. Mi pequeña Gema. ―¿Qué ha dicho?

De un salto sale del barranco. No hay rastro del otro vampiro.

Se inclina y retira el pelo de mi rostro.

¿Por qué me ha llamado así? ¿Cómo sabe mi nombre?

―¡Shh! ―susurra limpiando mis lágrimas―. Tranquila, mi pequeña niña.

¡Esto...! ¿Es él quien siempre me llamaba? ¿No era Darius? No entiendo nada.

Observa mi lastimado cuerpo, hay demasiada sangre, pero él ni siquiera se inmuta. Toma mi mano derecha y me mira fijamente.

―Por... p... ―Tengo miedo. «Sé lo que hacen los vampiros y aunque todo duele, no quiero que lo haga. Quiero vivir». Esos son los pensamientos que cruzan por mi mente.

―No hables, pequeña.

―Por favor ―sollozo luchando para que las palabras salgan―, tengo... tengo que protegerlos. ―Sonríe de manera afable.

―¿A quiénes? ―pregunta acariciando con su pulgar mi muñeca.

―A... mis... hermanos. ―Asiente sin dejar de mirarme―. No... no... me... mate.

―No morirás. ―Acerca mi mano a sus labios―. No hoy, Gema. ―Me estremezco al ver y sentir como uno de sus colmillos traza un corte en mi muñeca. ¡Es la marca que tengo!―. Sé que tú, algún día, harás lo mismo por mí, mi pequeña Gema. ―Deja mi mano sobre mi vientre y ahora lleva la suya a su boca y realiza el mismo corte. Ante mi mirada atónita, une nuestras manos. Su sangre resbala por mi herida.

La donante (#1 ) *Resubida*Where stories live. Discover now