Brindemos. (Capítulo 54)

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Subimos y nos pusimos el cinturón de seguridad.

—Y... ¿Qué quieres hacer? —pregunté, cuando Suga metía las llaves.

—Bueno, podemos ir a mi casa como dijiste ayer. Me cancelaste a último momento pero...

—Sí, lo siento por eso, no tenía planeado todo lo que pasaría hoy... —suspiré— Pero, vayamos a tu casa —le sonreí. 

—Vayamos entonces —sonrió con los labios.

Suga arrancó el auto, alejándonos del lugar después de echarle un último vistazo al edificio.

Seguía algo inquieta y preocupada de no haber hecho nada de lo que me había pedido Scott, además estaba segura de que se enteraría del escándalo que había causado en el primer piso. 

Sí, me esperaba un buen regaño.

—¿Estás bien? —me preguntó, al notar mi inquietud.

—Sí, no es nada... Es sólo que, mi jefe seguramente estará decepcionado de mí mañana.

—¿Por qué?

—Me pidió hacer ciertas cosas y... 

—¿Lo tomaste a la ligera?

—Algo así —me encogí de hombros.

—Bueno, habla con él mañana y pídele una disculpa. Sólo asegúrate de que no vuelva a suceder algo así. 

—Lo haré, créeme. Además, los tontos de Eun Ji y Tae Hyung me quitaron casi todo el día. Creo que fue mala idea haberlos invitado. Si me despiden, les echaré la culpa a ellos —reí.

—¿Qué? ¿Tuviste a esos dos de invitados? ¿No rompieron algo? —preguntó divertido.

—Por suerte no, pero estaba segura que lo harían en cualquier momento —me reía.

—Bueno, entonces tuviste suerte —se rió también. 

—Lo sé, pero esos dos consumieron todo mi día hasta terminar haciendo nada, además llegó también Jimin y... —reaccioné. 

Tragué en seco. 

Mierda.

Noté al instante, cómo Suga apretó el volante discretamente con su mano. Carajo, carajo, había metido la pata.

—¿Aún lo ves? —preguntó sin expresiones, mirando al frente mientras conducía.

—Suga, no... Por supuesto que no, yo...

—¿Entonces qué mierda hacía ahí? —me interrumpió—. Lo vi, Giselle. Lo vi cuando subía a su auto antes de que tú salieras. No quise decirte nada porque creí que había sido una coincidencia pero...

—Suga, escúchame —lo interrumpí—. No tengo nada que ver con él. Sí, lo vi y lo admito, estuvo incluso en mi oficina —apreté los labios—. Pero puedes estar seguro de que las cosas entre él y yo, terminaron.

Terminaron.

—¿Entonces es él quien te está molestando? —parecía molesto.

—Mira, ni siquiera yo lo se del todo pero, tiene cierto asunto con mi jefe. Es por eso que ha ido al edificio estos días, yo soy la encargada de tomar sus citas y atenderlo, es mi trabajo... Fue sólo una coincidencia que ambos tenemos que soportar —me encogí de hombros.

Se quedó en silencio, mirando al frente. 

Sí, definitivamente estaba celoso.

—¿Me prometes que es verdad? —apretó los labios.

Una flor sin pétalosWhere stories live. Discover now