Cúrame. (Capítulo 25)

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—¡Voy a matarte hijo de puta! —es lo que escuché cuando intentaba retomar la consciencia.

Entonces levanté la mirada, y Jimin estaba ahí. Estaba golpeando a Soo Yun tan fuerte que creí que lo mataría.

Estaban tirados en el suelo. Jimin encima de Soo Yun, dándole golpe tras golpe sin dejarlo si quiera defenderse.

Como pudo, Soo Yun lo empujó fuertemente y se puso de pie limpiándose la sangre que salía de su labio y nariz. Jimin también se puso de pie, y volvió a lanzarse contra él dando otro fuerte golpe de puño cerrado directo en su cara.

Auch.

Soo Yun le devolvió el golpe, y Jimin se lo devolvió también, pero con el doble de fuerza. Lo tomó del cuello estrellando la espalda de Soo Yun fuertemente contra los casilleros, y volvió a golpearlo en la cara. 

Tras el fuerte golpe cayó al piso, y Jimin aprovechó para golpearlo nuevamente en el suelo. Había sangre por todo el suelo.

—¡Jimin, detente! —grité horrorizada.

Jimin estaba perdiendo por completo el control en su ira, y sus puños lo demostraban. 

—¡Por favor, Jimin ya basta! —volví a gritarle, pero parecía no escucharme.

¡Mierda! ¿Qué hago? 

—¡Basta! —grité desesperada una vez más.

Y de pronto, RapMonster y Jin aparecieron corriendo. Sujetaron fuertemente a Jimin tratando de separarlo de Soo Yun.

—¡Jimin, ya basta! —le gritaba RapMonster, intentando controlarlo. Alejándolo del alcance de Soo Yun.

Ni siquiera entre los dos podían detenerlo. Jimin estaba completamente perdido, y se oponía a que lo detuvieran.

—¡Jimin, detente ya! —le gritó Jin.

—Tú, lárgate de aquí antes de que decida soltarlo —le dijo secamente RapMon a Soo Yun, mientras seguía agarrando fuertemente a Jimin de los brazos.

¿Soltarlo? Jimin no era un animal.

Soo Yun se puso de pie y se giró a verme, limpiando la sangre en su nariz. Yo aparté la vista al instante, y se marchó rápidamente girando en la esquina del pasillo.

Cobarde.

—¡Suéltenme! ¡Voy a matar a ese cabrón! —gritaba Jimin, intentando desesperadamente zafarse del agarre de Jin y RapMonster.

Entonces me puse de pie y caminé hacia él, poniéndome frente a frente. Levantó la mirada encontrándose con la mía.

Su mirada reflejaba odio, furia, ira, impotencia.

Y amor. 

Entonces me lancé a él abrazándolo fuertemente. Sentí su cuerpo destensarse ante mi tacto. Los chicos lo soltaron, y al tener los brazos libres me devolvió el abrazo, apretándome fuertemente contra él.

Carajo, duele.

Sentí que iba a romperme entre sus fuertes brazos. Soo Yun me había lastimado la espalda al estrellarme tan violentamente contra los casilleros. Sentía que iba a quebrarme, pero no me importó. Realmente no me importó sentir dolor, con tal de seguir abrazándolo. 

—¿Estás bien? —preguntó, apretándome.

—Sí, estoy bien.

Y me apretó aún más fuerte.

Mierda, dolía.

—Giselle... yo... Carajo, si tan sólo hubiera... —sonaba frustrado.

Una flor sin pétalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora