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Grace ya había dado por terminada la clase, algunos se quedaron conversando en la Sala de los Hombres sobre sus vidas antes de la Selección y los otros se retiraron a sus habitaciones a prepararse para la cena de esta noche. Los nervios hacían su recorrido por todo el palacio infestando cada cuarto de los jóvenes entusiasmados; se veían muchas doncellas alborotadas corriendo por los pasillos a la vez que iban recordando el traje detalladamente pedido por su Lord. Eran un total caos las muchachas.

Louis al ver tal problema, no quiso lo mismo para las tres chicas que aguardaban en su habitación en la espera de una orden; básicamente les pidió algo sencillo: un esmoquin y camisa, el castaño les ofreció que ellas eligieran el diseño del vestuario. Más bien dejó todo en las manos de Karis, Georgia y Maxine, las doncellas tenían claro que querían sorprender a su Lord para cuando se vistiera y sobresaliera con su moldeado cuerpo en la duradera cena.

Mientras ellas se habían retirado felices con su nuevo objetivo del día, Louis se recostó en la cama y entre los miles de pensamientos que arrollaban su cabeza recordó a sus seres queridos que deberían estar extrañándolo como nunca antes lo habían hecho, ya que nunca, en toda la generación Tomlinson, hubo tanta suerte como para entrar en el gran palacio real. ¿Qué estaría sintiendo su madre, sus hermanas..., Lila en ese momento? ¿Tendrían aquel gigantesco vacío en el corazón como lo estaba experimentando él? ¿Alguna vez podría tener visitas de ellas? No lo sabía en concreto, pero por ello (y otras cosas más) se obligaba a aprender más y poder estar verdaderamente a la altura de los demás con su refinado hablar.

El cielo cambió su color celeste por uno anaranjado, la tarde ya había caído en Holmes Chapel, por lo tanto la cena se aproximaba y los jóvenes ya estaban adoptando movimientos erráticos ante lo que se avecinaba. Maxine había ingresado a la habitación con una taza de té encima de una bandeja de plata, dejó los objetos en la mesa de noche y sirvió a Lord Louis.

—Tome, joven, para los nervios —le sonrió.

—Gracias, Maxine. —Sorbió un poco el líquido tranquilizante—. No creo que lo logre —comentó a la chica dispuesta a escucharle.

—¿A qué se refiere, joven?

—La cena. Digo, no tengo modales, no sé cómo comportarme; solo las enseñanzas de Grace conozco, pero estoy seguro que las olvidaré cuando esté presente allá —agachó su mirada.

—No diga esas cosas. Tiene que estar seguro, ser alguien confiado. Usted entró a la Selección, eso ya es un gran paso para que pueda cambiar, si es que lo desea. No se deje vencer por la belleza o riqueza de los demás —lo alentó ganándose una sonrisa por parte del castaño.

La puerta se abrió dándole paso a Karis y Georgia discutiendo sobre el último detalle final del traje, se miraban serias, sus ojos llenos de frustración por la decisión contraria que poseía cada una. Ambas colgaron el vestuario, resoplaron y cruzaron sus brazos enojadas.

—¿Qué ocurre? —preguntó Louis.

—¡Karis insiste en ese feo peinado! —explotó Georgia despectiva.

—¡No es feo, es fabuloso! —alardeó ofendida—. ¡El tuyo es horrible!

El muchacho rodó los ojos, ¿en serio peleaban por quién se encargaría de su cabello? Pensaba que era mucho más fácil dejarlo como estaba: el flequillo cubriendo su frente, tal como llegó y siempre lo ha mantenido. No se imaginaba la indecisión de los demás jóvenes ordenando duramente a sus doncellas, gritándoles, incluso golpeándoles para que hicieran el trabajo bien, aunque lo hicieran de manera correcta.

—Yo me encargaré —murmuró Maxine—. De seguro ustedes le quemarán el pelo con tal de que ninguna de las dos pueda peinarlo.

Louis abrió los ojos incrédulo. Las chicas parecían un poco locas, pero nunca que estuvieran de la mano con la locura. Ellas observaron con recelo a su amiga, pero accedieron antes de que otro inminente problema se aproximara. Maxine adquirió el mando de la circunstancia y no perdió más segundos para ponerse manos a la obra; pensaba otorgarle a Louis el toque de coquetería con el cabello, era muy probable que cuando la cena transcurriera él recibiría miradas, del príncipe, incluso de los Seleccionados.

Príncipes [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora